CAPÍTULO 34 PARTE I

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La Reina de Ibiza

PARTE I

Amelia


Termino de colocarme las sandalias, estoy nerviosa, si tengo que admitirlo, me miro por última vez en el espejo y ¡Dios! Extrañaba arreglarme así, opte por un top de brillos en color dorado y un short tiro alto de color blanco, los tacones son dorados igual que el top con ciertas tiras que decoran mi tobillo.

—Te ves preciosa —dice Lorena —Ya veo porque no te dejan salir —rio

—Tu estas muy hermosa Lorena —ella se puso un vestido negro con brillos. —Ya vamos que mientras más rápido Salgamos de aquí mejor nos irá —asiente. Salimos del cuarto y llegamos a una puerta que queda un poco lejos del ascensor, ella la abre y lo que veo son puras escaleras

—Ahora esto es lo tedioso, tenemos que bajar todas esas escaleras

—Creo que es mala idea hacerlo en tacones

—Tienes razón

—¿Aquí no hay cámaras? —pregunto

—Si pero están en puntos ciegos, bajaremos pegadas a la pared y así no  nos detectaran. Hay unas alarmas que se encuentra en la puerta de salida, esas las desactivare con un código especial.

—¿Cómo sabes todo eso?

—No es la primera vez que hago esto, Amelia

—Ya veo, ¿Luiciano nunca te ha descubierto? —niega

—Esteban si, así que dale gracias al de arriba que él se quedó en Círculo porque si no, estuviéramos encerradas.

Frunzo el ceño

—¿Esteban? Pero si el es más ¿Cómo decirlo?

—¿Humorista? —asiento —Si, lo es pero nunca lo has visto en su faceta de tipo serio o cuando está trabajando, o cuando algo lo estresa.

—Tienes razón

—Mejor quítate los tacones y vayamos bajado poco a poco, recuerda pegada a la pared, si no estamos muertas

—De acuerdo

Me quito la sandalias igual que ella, comenzamos a bajar pegadas a la pared ¡Dios! Son como más de setenta pisos.

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—Ya no aguanto más —digo con la respiración entrecortada —Rayos, me duelen las piernas y los pies

—Vamos, ya falta poco. Solo veinte pisos más y listo

—Espero que este muy buena la fiesta, si no me va a dar algo

—Hablando de eso, hubo un cambio —la miro mientras piso el escalón número diez —Ya no será en el club

—¿En donde?.

—En una casa queda a la orilla del mar, te encantará estoy segura de eso —mi corazón esta desenfrenado desde que comencé a bajar las escaleras.

—Si tu lo dices —digo tratando de sonar tranquila

—¿Enserio que te has escapado antes?

—Si, enserió ¿No me crees?

—Me hace dudar tu forma de respirar. Tienes miedo,  yo deje de tenerlo hace mucho.

—¿Miedo? No, claro que no. —miento

—Si tu lo dices —se encoje de hombros —Nadie sabrá que salimos, llegaremos antes que papá y Luiciano lleguen a casa. Las cenas de negocios duran casi toda la noche, no se que pasa ahí, ni idea de porqué duran tanto, pero lo que sé es que podremos venirnos a las cuatro de la mañana súper tranquilas.

Mi luz en la Penumbra      Donde viven las historias. Descúbrelo ahora