Capítulo 24

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Damian POV

Nuestro corto viaje a Gotham no duró y regresamos a París. Alfred nos llenó con sus delicias, una pequeña muestra del hogar, y Drake cumplió su promesa.

La vida en París se sentía lenta, pero el año iba a terminar en casi dos meses. Y no habíamos logrado casi nada con Hawkmoth o Black Mask. Todavía no habían mostrado su mano.

-¿Damián?- Marinette me dio un codazo ya que se suponía que estábamos trabajando en nuestros ensayos. Ya habíamos terminado y Marinette estaba dibujando otro vestido para crear.

Por otro lado, Jon me enviaba un torrente de mensajes de texto que no paraba, preguntándome por qué no estaba en la Mansión. Superman había traído a Jon a solas mientras "los adultos" hablaban, solo para descubrir que yo ya no estaba.

Maldita sea su visión de rayos X.

Había un número limitado de ocasiones en las que mi padre podía utilizar una misión prolongada en el extranjero como excusa.

La Liga de la Justicia no sabía sobre mi desaparición y la de Grayson ni sobre nuestra misión. Nuestro tiempo era limitado, no podíamos permanecer escondidos para siempre.

Levanto la vista de mi teléfono y pregunto: -¿Sí?-.

-¿Quieres pasar el rato después de la escuela?- Ella pregunta un poco tímidamente.

-¿Qué quieres decir? Siempre hacemos eso-. -digo confundida.

Mari se queja a sí misma: -No, quiero decir, ¿quieres pasar el rato y hacer algo, como afuera?-.

-Claro. ¿Por qué no lo haría?-

-No sé.- Ella se encoge de hombros y el pelo le cae de la oreja, ocultando su rostro.

Le di un codazo y ella me miró directamente a los ojos. -Mari, si crees que me avergonzaría salir contigo, entonces estás equivocada. Es un honor para mí ser una de tus amigas-.

Ella mantiene mi contacto visual y susurra: -Gracias Damian-. Ella me da una pequeña sonrisa y yo se la devuelvo. Sus ojos se tiñen de rosa y regresa a su cuaderno de bocetos.

Suena el timbre, Agreste y Borgeouis se despiden de mí y yo asiento en respuesta. No me gustaban, pero con Marinette, podría ser cortés.

Marinette y yo dejamos nuestras mochilas en la panadería y ella me arrastra afuera.

Sus ojos brillan a la luz del sol mientras respira profundamente.

-¿Entonces qué quieres hacer?- Le pregunto mientras comenzamos a caminar por la acera.

Marinette se muerde el interior de la mejilla, sumida en sus pensamientos. Ella responde: -Podríamos caminar y ver adónde nos lleva. ¿Cuánto has visto de París desde que estás aquí?-

-He visto todas las atracciones turísticas, el Louvre, la Torre Eiffel y cosas así-. Respondí.

Doblamos la esquina y Marinette estaba afuera de nosotros, justo al lado de la calle. Me moví hacia el otro lado de ella, moviéndola con cuidado con mis manos, para estar al lado de las calles llenas de autos.

-¡Oh! ¡Deberíamos ir a buscar helado!- De repente gritó, emocionándose mucho.

Sin embargo, le revelo: -Realmente no me gusta el helado-.

-¿NO TE GUSTA EL HELADO? ¡A QUIÉN NO LE GUSTA EL HELADO!- Ella exclama. -No, no, no, esto no sirve. El helado de André te cambia la vida-.

Ruedo mis ojos. -Tt. Lo dudo.-

-Voy a demostrar que estás equivocado-. Ella sonríe, agarrando mi mano y a mí junto con ella.

Estamos tomados de la mano.

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