La noticia de que Red Bull se arriesgo al contratar a una mujer para que reemplace a Sergio Pérez luego de su repentina salida del equipo, ronda por todo el mundo entre los fanáticos del deporte.
Lola, es una chica directa y sin miedo a decir lo qu...
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El viento chocando contra mi rostro me hacía sonreír, y ni hablar de la cara de susto de mis amigos, eso me hacía reír aún más. Por Addie y Dante lo entiendo ¿Pero Max? Manejaba un auto a más de 300 km/h y no soportaba estar en uno a 120.
—¡Lola baja la velocidad! —se quejo el neerlandés en el asiento de atrás y le hice caso frenando justo en un semáforo en rojo.
Aquel día era el último que pasaríamos en Mallorca, después iríamos cada uno a su casa y prepararnos para Japón, por lo que decidimos pasar el día en la ciudad y no en el yate como lo habiamos hecho últimamente.
Me sentía feliz y relajada, me sentía como esa Lola que era antes de que todo lo de Charles y el rumor en Monza pasará. Y todo se lo debía a esas tres personas que me acompañaban ahora con caras de susto, no me habían dejado sola ni un segundo, me habian escuchado cuando no tenían la obligación de hacerlo, me habian abrazado, hecho reir hasta que mi estomago doliera y mucho más. Sin dudas estás vacaciones eran lo que necesitaba para volver a estar al 100.
Les di un vistazo a mis amigos y me reí de ellos. Dante estaba de copiloto mientras la parejita feliz estaba en los asientos de atrás, Addie estaba sujetando con fuerza el brazo de Max y Dante mi hombro como si aquello le fuera a salvar la vida.
—Ahora me acuerdo porque nunca te dejamos conducir. —suspiro Max.
—Veo que ya no estás triste. —dijo Addie bajando de auto en cuanto llegamos a la playa que tanto había insistido ella en visitar.
—Para nada. —Reí contenta, acomodando mis cabellos todos enredados por culpa del viento.
Los chicos empezaron a bajar a la playa, Monza iba de la correa con Dante y Addie de la mano con Max, pero yo solo me quedé a un lado del auto, viendo la playa a la distancia, insegura de si ir o no.
—¿No vienes? —pregunto Dante volviendo a mi lado.
—No sé... No me gusta mucho la playa. —dije con una mueca.
—¿Es la arena? —asenti.
—Entre otras cosas. ¿Que haces? —le pregunté confundida al ver como se daba la vuelta y se agachaba ofeciendome su espalda.
—Sube.
—¿Que?
—Si no te gusta la arena te llevaré en mi espalda para que no tengas que tocarla, es lo único que puedo ofrecerte por ahora. —Me miro con una sonrisa, yo lo dude un poco pero al final me subí. —No se cuales sean las otras cosas, pero no hay nada que el terror rosa no pueda superar.
—¿Terror rosa? —Reí ante como me había llamado, jamás lo había escuchado.
—¡Si! Así te dicen todos desde hace varias carreras atrás, por ser la única que tiene un monoplaza rosa. Eso y que das miedo en la pista. —conto haciéndome reír aún más.
