Gorgeous - Satoru Gojo x OC

49. ¿Alguna vez me perteneciste?

—Sí, me gustaría mucho —le das la razón junto a una sonrisa y retoman el andar juntos, como si estuvieran coordinados —Por mucho que seas tú, dudo que acepten tu ayuda —ríes hacia él, alterando su corazón de una manera que tuvo que apartar los ojos de ti y respiró con su boca —Así que lo haremos por nuestra cuenta —continúas —Volvimos porque mi abuelo está delicado de salud y quiero ponerme al día con todos.

—Tu abuelo —repite con su mirada al frente con un dejo de gracia —¿Completaste el entrenamiento?

—Claro —dices como si fuera obvio. Las puertas de la entrada del aeropuerto se abren y ambos ven a Satoshi alzar su mano hacia ti para luego entrar a un auto negro blindado —¿Qué no lo sientes? —aludes a tu energía maldita —Yo con solo verte sé que ahora eres invencible —ríes con gracia.

Esto le hace sonreír con suficiencia —Soy el más fuerte ahora.

—Siempre lo has sido —complementas.

—Antes lo creía, ahora lo sé —te entrega tu mochila, que te cuelgas en un hombro —¿Tienes celular?

Niegas suavemente con la cabeza —Resolveré todo eso.

—¿Planeas quedarte en Tokio?

—Estaba pensando en ejercer para la escuela.

—¿Ser profesora? —notas el entusiasmo en sus palabras.

—¡Claro que no! —ríes de vuelta —¿Yo, profesora? No podría.

—Ah... ¿Entonces? —su decepción es evidente, pero no para ti por estar tan distraída, rodeada de tanta estimulación.

Como eres descendiente de un gran Clan, tu deber es trabajar solo para ellos y cuando te convoque la asociación de hechiceros a través de tu abuelo, pero en tu caso, quieres trabajar cubriendo misiones en la escuela, para principalmente, proteger a aquellos jóvenes que envían prácticamente a suicidarse por déficit de hechiceros.

—Solo no quiero que haya más casos como el de Yu.

Apenas lo dices, el rostro de Satoru se relaja a sinónimo de seriedad y ves su manzana de adán moverse, tragando con cierto aire de solemnidad.

—...Qué gracioso.

—¿El qué?

—También me convertí en profesor por cosas del pasado.

—Lo sé —lo miras fijamente, pese a su venda blanca —Romperemos el ciclo.

El pie de Satoru hace un suave ademán de avanzar hacia ti, cuando ambos escuchan el bocinazo del auto, interrumpiendo su impulso.

—Nos vemos, Satoru.

—Pronto, espero —se mueve hacia ti, que empiezas a alejarte.

—Gracias por venir por ti.

Gojo te miró entrar al auto y simplemente se quedó ahí parado mientras las chicas elogiaban su atractivo al pasar.

Pensativo, reflexivo y con un extraño sentimiento tiñendo su corazón.

Es por ti.

Por haberte vuelto a ver.

No esperaba un sentimiento tan sereno, tan pacífico comparado al volcán de emociones que se disparaban años atrás.

¿Qué cambió?

(...)

No dejaste de pensar en Gojo durante todo el trayecto, pero al mismo tiempo, en tus años en Tokio. Recordaste todas las emociones y memorias que pensaste que ya no te atormentaban ni afectaban.