Aioria siempre había sido el tipo de persona que enfrentaba cualquier reto de frente, sin miedo, pero aquella tarde, en la cocina del Templo de Leo, se dio cuenta de que quizá había subestimado un desafío: sorprender a Deathmask cocinando comida italiana.
Las recetas parecían sencillas cuando las leyó en un viejo libro de cocina que encontró en el Santuario. Pasta fresca, salsa marinara, y un tiramisú casero. "Fácil", se dijo a sí mismo. Lo haría para demostrarle a Deathmask que también podía cuidarlo de maneras más simples y que él también podía sorprenderlo de vez en cuando.
Sin embargo, a medida que las horas pasaban, Aioria se dio cuenta de que las cosas no iban como esperaba. La cocina estaba llena de harina, la salsa había empezado a quemarse al fondo de la olla y, en algún momento, la pasta fresca se había convertido en una masa pegajosa. Aioria se esforzaba por arreglarlo todo, pero la situación solo empeoraba. Un olor a quemado empezó a invadir el aire, y antes de que pudiera reaccionar, una pequeña columna de humo salía del horno.
—¡No, no, no! —exclamó Aioria, abriendo la puerta del horno de golpe para descubrir una lasaña carbonizada.
Justo en ese momento, Deathmask apareció en el umbral de la cocina, su ceño fruncido habitual suavizado por una mezcla de curiosidad y sorpresa. Sus ojos recorrieron la escena: la harina esparcida por todas partes, las cacerolas y ollas desbordadas, y, por supuesto, a Aioria, quien estaba cubierto de salsa y harina, con una expresión de pánico en su rostro.
—¿Qué... es todo esto? —preguntó Deathmask, intentando mantener la compostura.
Aioria se rascó la cabeza, sonrojado, y se giró para mirarlo.
—Quería sorprenderte —admitió con una sonrisa torpe—. Pensé en cocinar algo italiano, ya sabes, para variar. Pero... —miró a la lasaña chamuscada— quemar la comida no era parte del plan.
Deathmask soltó una pequeña risa, algo raro en él. Se acercó a Aioria, esquivando los restos de desastre culinario, y sin decir una palabra, lo tomó de los hombros y le dio un suave beso en la mejilla, probando el resto de salsa qué ahí había y en un tono bastante serio dijo:
—Le falta sal —Aioria lo miró mal y él solo soltó otra risa suave—. Aioria, ambos sabemos que lo tuyo no es la cocina, estoy seguro de que encontrarás algo que no ponga en riesgo tu integridad física y mi salud en juego para sorprenderme.
Aioria rodó los ojos, pero no pudo ocultar la sonrisa que se instaló en su rostro.
—Lo tendré en cuenta —dijo con un suave suspiro viendo el desastre que había en su cocina.
—¿Sabes qué? —dijo Deathmask, observando lo que quedaba de la lasaña—. Vamos a pedir pizza. También es italiana.
Aioria soltó una carcajada. Quizá su intento no salió como esperaba, pero había algo en la risa de Deathmask y en ese pequeño momento compartido que lo hacía sentir que todo había valido la pena.
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Flufftober 2024
FanfictionReto del mes de octubre de la página Es de Fanfics de Facebook. Deathmask x Aioria