Disculpas

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Había cosas que Deathmask simplemente no solía hacer: reconocer que había cometido un error, disculparse por ese error y, mucho menos, hacer algo para remediarlo, pero esa vez, algo en él había cambiado, y se encontraba atrapado en ese extraño terreno donde sabía que había metido la pata y necesitaba arreglarlo. Lo que le costaba aceptar era que no tenía idea de por dónde empezar.

Aioria no estaba contento con él, y Deathmask lo sabía. Su pareja siempre era directo, y aunque no solía ser rencoroso, esta vez había algo en su mirada que le decía a Deathmask que realmente lo había molestado. Normalmente no le habría dado demasiadas vueltas al asunto, pero esta vez, se sintió incómodo y necesitaba arreglarlo.

Pero, claro, Deathmask no tenía ni idea de cómo hacerlo.

Afrodita, quien normalmente lo ayudaba en estas situaciones, no estaba cerca. Si alguien sabía cómo manejar sus errores y cómo hacer que Aioria dejara de estar molesto, era él, pero su amigo estaba fuera en una misión. Así que, en su desesperación, Deathmask había hecho algo impensable: fue a pedir consejo a Shura.

No estaba del todo seguro si había sido la mejor decisión. Shura no era exactamente un maestro de las relaciones, pero como pareja de Afrodita, el caballero de Capricornio seguramente había tenido que pedir disculpas más veces de las que Deathmask podía imaginar.

—Mira, lo importante es que seas directo y sincero —le había dicho Shura con su típico aire práctico mientras cruzaba los brazos—. Admitir que cometiste un error es lo primero, y si de verdad te importa, entonces mostrar que estás dispuesto a repararlo hace la diferencia.

Deathmask había fruncido el ceño ante esa respuesta. Directo y sincero no eran exactamente sus puntos fuertes, especialmente cuando se trataba de Aioria. No quería parecer débil o torpe frente a él.

—Y si fallas… —agregó Shura, con una sonrisa ladina—, siempre puedes comprarle algo bonito. Funciona con Afrodita.

Deathmask había rodado los ojos, aunque había tomado nota mental de ese último consejo por si acaso.

Y ahora estaba ahí, sentado en el sofá del templo de Cáncer, esperando a que Aioria llegara. Su pie rebotaba inquieto contra el suelo, y aunque odiaba admitirlo, estaba nervioso. Tenía que hacerlo bien, por mucho que le costara. No podía simplemente dejar que las cosas se enfriaran entre ellos.

Cuando Aioria finalmente apareció, Deathmask levantó la vista, observando cómo el santo de Leo entraba en la sala con su habitual porte, aunque había una rigidez en sus movimientos que le decía que todavía estaba molesto.

—Hola —dijo Aioria, con un tono neutral mientras se detenía frente a él.

Deathmask tomó una respiración profunda. Este era el momento. Recordó las palabras de Shura. Sinceridad, directo. Se obligó a dejar a un lado su orgullo por un segundo.

—Aioria… —comenzó, su voz más seria de lo habitual—. Sé que metí la pata.

Aioria lo miró, cruzándose de brazos, pero no dijo nada. Parecía estar esperando a ver qué más tenía que decir.

Deathmask bajó la mirada por un momento, luchando con las palabras. No estaba acostumbrado a esto, pero cuando levantó la vista de nuevo, sus ojos se encontraron con los de Aioria, y supo que debía continuar.

—Lo siento —dijo finalmente, con una sinceridad que incluso lo sorprendió a sí mismo—. Sé que te lastimé, y... quiero arreglarlo. No sé exactamente cómo, pero estoy aquí, dispuesto a hacerlo.

Aioria lo observó en silencio por unos largos segundos, como si estuviera procesando lo que acababa de escuchar. Deathmask sintió que cada segundo se alargaba una eternidad, su incomodidad creciendo, pero se mantuvo firme.

Finalmente, Aioria suspiró, dejando caer los brazos a los costados.

—No esperaba que lo dijeras así —admitió, su expresión suavizándose un poco—. Pero me alegra que lo hagas.

Deathmask soltó una exhalación que no se había dado cuenta que estaba conteniendo. No todo estaba solucionado, pero al menos sentía que había dado un paso en la dirección correcta.

—Shura me dio algunos consejos —admitió Deathmask con una pequeña sonrisa, como si tratara de aligerar el ambiente—. No estaba seguro de que fuera la mejor opción, pero... resultó mejor de lo que pensaba.

Aioria levantó una ceja, claramente sorprendido.

—¿Shura? —preguntó, esbozando una sonrisa incrédula—. Eso sí que no me lo esperaba. ¿No solías decir que no te imaginabas a él dando buenos consejos de este tipo?

Deathmask se encogió de hombros.

—Bueno, es la pareja de Afrodita. Así que pensé que debía saber un par de cosas sobre cómo arreglar una situación.

Aioria dejó escapar una pequeña risa, y Deathmask sintió cómo parte de la tensión se disipaba. Ver a Aioria reír, aunque fuera ligeramente, siempre lo hacía sentir mejor.

—Supongo que sí —respondió Aioria, sacudiendo la cabeza con una sonrisa más relajada.

Se quedaron en silencio por un momento, pero esta vez, no era incómodo. Había una comprensión tácita entre ellos, y aunque Deathmask sabía que tendría que seguir trabajando en demostrarle a Aioria que estaba comprometido, el primer paso ya estaba dado.

—Gracias por disculparte —dijo Aioria, dando un pequeño paso hacia él—. Lo aprecio de verdad.

Deathmask asintió, y en un raro momento de vulnerabilidad, dejó que Aioria lo rodeara con sus brazos en un abrazo suave. Aunque no era alguien que buscara contacto físico, en ese momento, lo recibió con alivio. Aioria siempre había sido su punto de equilibrio, y ahora, más que nunca, se daba cuenta de cuánto significaba tenerlo a su lado.

—¿Qué más te dijo Shura? —preguntó después de un rato todavía abrazándolo.

—Qué si mi impresionante discurso de disculpas no funcionaba, siempre podía comprarte algo bonito.

Aioria consideró la idea por un momento, luego lo miró seriamente.

—Hacerte buscar un regalo suena tentador —Deathmask lo miró con desconfianza—, pero por el momento me conformo con que me prepares la cena.

Deathmask lo vio por un momento antes de aceptar.

—Hecho —lo besó en la mejilla antes de levantarse—. ¿Qué se te antoja?

—¿Me vas a consentir? —preguntó parqueando una ceja y sin ocultar su sonrisa.

—Sí —se inclinó hacia él—. Te lo mereces —lo besó —y te lo debo.

Aioria sonrió ampliamente mientras pensaba qué quería

Deathmask lo vio con una suave sonrisa, tal vez pedirle consejo a Shura no había sido una mala idea después de todo.

Flufftober 2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora