Deathmask nunca había sido el tipo de persona que se metiera en cosas como la jardinería. Sin embargo, después de ver cómo Aioria se relajaba al aire libre, disfrutando de la naturaleza, tuvo la idea de sorprenderlo con algo diferente: un pequeño jardín para ambos. Sabía que no tenía la paciencia de Afrodita, pero aun así, decidió pedirle ayuda.
Lo que no esperaba y debió prever, era que, para Afrodita, la palabra "pequeño" no existía cuando se trataba de jardines.
Cuando Deathmask fue a ver lo que su amigo había hecho, quedó atónito. En lugar del modesto espacio que había imaginado, frente a él se desplegaba un exuberante oasis lleno de colores vibrantes, plantas trepadoras, flores exóticas y fuentes que brillaban con la luz del sol. Era, sin duda, mucho más de lo que Deathmask había planeado, pero no podía negar que Afrodita había hecho un trabajo magnífico.
—Te dije que confíes en mí —dijo Afrodita con una sonrisa satisfecha, observando el jardín con orgullo—. La jardinería es un arte. Y tú solo mereces lo mejor si es para sorprender a Aioria.
Deathmask rodó los ojos, aunque una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. Aunque al principio se sintió abrumado, no podía esperar a ver la reacción de Aioria. Y en las manos de Afrodita había una planta pequeña que destacaba entre todo el esplendor. Era un ficus robusta, sencillo, pero fuerte, con hojas verdes y brillantes, perfecto para el estilo práctico y natural de Aioria.
—Cultívala junto a Aioria —le dijo Afrodita mientras le entregaba la planta—. Será un símbolo de lo que están construyendo juntos. Además, no es difícil de cuidar. Creo que incluso tú puedes manejarlo.
Deathmask tomó la planta con un bufido, pero en el fondo, apreció el gesto. El ficus era algo más íntimo, algo que ambos podrían ver crecer con el tiempo, y de alguna manera, le parecía apropiado.
Cuando Aioria llegó más tarde, sus ojos se agrandaron al ver el jardín. Nunca había visto algo tan impresionante, y menos viniendo de Deathmask, quien normalmente prefería la frialdad de los lugares oscuros.
—¿Esto lo hiciste tú? —preguntó Aioria, sorprendido.
Deathmask se cruzó de brazos, intentando ocultar su incomodidad.
—Con algo de ayuda —respondió, mirando hacia el ficus que sostenía en sus manos—. Pero pensé que podríamos cuidar esta planta juntos.
Aioria, conmovido, miró a Deathmask y luego al pequeño árbol que llevaba. El contraste entre el impresionante jardín y el humilde ficus lo hizo sonreír de oreja a oreja.
—Me encanta —dijo, acercándose a Deathmask y tomando la planta junto a él—. Lo cuidaremos juntos, como todo lo demás.
Deathmask, aunque fingía indiferencia, sentía una calidez en su pecho al escuchar las palabras de Aioria. Mirando el jardín que había creado, se dio cuenta de que, aunque no todo salió como esperaba, la sorpresa había sido un éxito. Y tener a Aioria a su lado, compartiendo ese momento, hacía que todo el esfuerzo valiera la pena.
Aioria cavó un hoyo lo suficientemente profundo y ambos sujetaron el pequeño árbol. Mientras lo cubrían de tierra sus ojos se encontraban y una sonrisa se formaba en los rostros de ambos. Luego de regarlo, Aioria se apoyó en el hombro de Deathmask y admiraron su obra.
—Gracias por esto, Deathmask —Aioria le besó la mejilla con cariño.
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Flufftober 2024
FanfictionReto del mes de octubre de la página Es de Fanfics de Facebook. Deathmask x Aioria