Capítulo extra

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Uriah

Toco suavemente la puerta de la habitación que comparto con Mar, ya que aunque seamos marido y mujer le doy su privacidad, escucho su delicada voz permitiéndome entrar y giro la perilla para encontrarla tirada en la cama con la laptop sobre las piernas, se sube las gafas gruesas con un gesto tímido y le sonrío suavemente, me hace un gesto para que me tumbe a su lado y lo hago, cierra la computadora antes de que tenga oportunidad de ver que hacía.

Comienza a hablar y sus labios se mueven algo nerviosos: luce tan bella. La poca luz que entra en la habitación resalta el tono de su piel, hace que sus ojos brillen y que su cabello luzca sedoso. No resisto las ganas y antes de que tenga en cuenta lo que me está diciendo, corto sus palabras tomando ambas mejillas entre mis manos y pegando sus labios a los míos, antes de que el beso llegue a más me detiene por los hombros.

—Probablemente no hayas prestado atención a mucho de lo que dije.— mis besos se dirigen a un costado de sus labios.— Pero es importante, amor. — me detengo de manera inmediata cuando impide que mis manos la toquen.— Quiero...

—¿Que pasó, princesa?— pregunto, baja la mirada y sonríe.

—Quiero — deja la pausa de nuevo, meditando como decir las cosas.— Quiero iniciar una familia.

Sonrío como loco, imagino a Mar cargando a un pequeño ser en su vientre, arreglando el cuarto de los niños, me imagino pasando la tarde con ellos, ser un pirata y correr de un lado a otro o una princesa y tomar el té sentado en sillas pequeñas, con una tiara en la cabeza.

—Creo que ambos estamos listos, y realmente he leído mucho sobre padres primerizos, el embarazo, los niños y...

Mis labios están sobre los suyos antes de que termine, los movemos en sincronía y poco a poco queda tumbada sobre la cama, perdemos la ropa en un parpadeo y hacemos el primer intento serio por un futuro lleno de niños.

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Mar reposa cómodamente en la cama, desnuda, envuelta en las sabanas color azul marino que anoche quedaron revueltas entre tanto amor.

Me levanto lentamente para evitar despertar a Mar, quien respira pesadamente y mantiene sus ojos cerrados, perdida en sueños.

Salgo despacio del cuarto y cierro la puerta con cuidado; me dirijo a la cocina y empiezo a preparar el desayuno: pico un poco de fruta y preparo unos panqueques. Decido poner a calentar el agua para prepararme un café y un té a Mar mientras colocó en la sartén un par de huevos.

Mi vista vuela de un lado a otro: del refrigerador al suelo, a la sala y a los estantes alrededor de la televisión. Podrían estar llenos de juguetes, fotos, dibujos y peluches, podría haber muchos niños corriendo de un lado al otro, riendo y gritando. Sacudo la cabeza con una sonrisa y me giro de nuevo para seguir cocinando.

Mi pensamiento se desvanece cuando un par de delicados brazos me rodean por la cintura y unas manos se posan en mi pecho.

Me doy media vuelta lentamente para ver a Mar cubriendo su cuerpo con una sábana y sonriéndome de manera amplia.

—Buenos días, princesa— la saludo y, posando las manos en ambos lados de su cadera, le beso suavemente la frente, atrayéndola hacia mi.

Ella se pone de puntitas y deja un pequeño beso en mis labios pero esta vez no la dejo ir, antes de que me de cuenta esta sentada en la barra de la cocina con sus piernas rodeándome la cintura, pero sin soltar la sabana que cubre su precioso cuerpo, nuestros labios juguetean entre ellos y nuestras manos navegan sin dirección. Ella es la primera en separarse.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora