Capítulo 15

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Tobias

Repaso una y otra vez la lista de los recién egresados a la academia de oficiales de Chicago, colocando notas entre cada oficio; teniendo en cuenta que esto lo debería de estar haciendo Angy, estoy perdido con los registros de cada uno y de cada una.

—¿Por qué no das vueltas en tu silla?— pregunta en cuanto nota que mi silla de oficina cuenta con ruedas en la parte baja.— Si no das vuelta en esa silla a estás ocupando mal.— declara mientras recarga ambos brazos en mi escritorio y deja caer su pequeño rostro entre ellos.

—¿La quieres, amor?— pregunto con una ligera risa, por su cara se extiende una sonrisa y asiente frenéticamente. Arrastro la silla hacia ella y tomo la que ella estaba utilizando, inmediatamente se suba y comienza a dar vueltas, impulsándose con ambas manos en la mesa.

Después de varios minutos de silencio se queda estática y sus ojos se fijan en un pequeño porta-retratos que tengo en forma de rueda de la fortuna, en cada uno de los "vagones" hay una foto, en este caso todas son con Tris y un par de ellas de cuando Annie nació.

—Papi.

— ¿Si, princesa?— pregunto sin despegar la vista de la hoja que tengo en la mano.

— ¿Por qué esta cosa que gira es tan importante para ti y para mamá?— inquiere mientras le da vueltas a las fotos.

Trago saliva y me paso la lengua por los labios antes de sonreír y dejar del lado mi trabajo.

—Cuando tu mamá y yo éramos jóvenes...

—Siguen siendo jóvenes.— replica Angy entrando a la oficina con un par de cafés, deja uno sobre mi escritorio, le agradezco antes de que saqué de su bolso un jugo de mango, el favorito de Annie.

—Te traje esto, tu papá me dijo que te gustan.— las comisuras de los labios de mi princesa se alzan con alegría, dice que si con la cabeza y mi compañera de trabajo se lo entrega dulcemente antes de revolver suavemente sus rizos castaños.— ¿Muy difícil para ti, Eaton?— sonríe al ver como tengo todo revuelto, ruedo los ojos y toma el puñado de papales para después salir de la habitación, dejando tras de sí un rastro de su perfume.

—¡Gracias por la poca ayuda!— exclama ya en el pasillo.

En cuanto se pierde de vista, me permito explicarle a Annie todo lo relacionado con el juego de captura la bandera y como su madre con una valentía o una estupidez enorme subió a la noria sin protección ni nadie que la acompañara, cuando le comento que fui tras ella para cuidarla rueda los ojos y sonríe, me hace saber que con el pasar de los años no he dejado de hacerlo.

Le cuento toda la historia y para cuando termina rogándome que la deje ir, que quiere conocer donde sus papás se enamoraron, donde vivieron aventuras juntos. Que también tiene derecho ya que esa salida es el regalo de cumpleaños de sus tíos, Mar y Uriah.

Termino aceptando. No tengo por qué inducirle mis miedos.

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—Amor, ya son las seis, tu junta es a las siete y media.— susurro con cariño a Tris, quien sigue con los ojos cerrados. Dejo un pequeño beso en su hombro y ella se da la vuelta de manera rápida, para que no me golpee me hago a un lado, sin embargo, me abraza y sube su pierna, apretándome contra sí.— Tris, que me abraces no eliminará tus preocupaciones.

—Si tú te callas y me dejas dormir, si desaparecerán.

El calor de su cuerpo comienza a causar pesadez en mis párpados, y cuando estoy a punto de caer mi celular empieza a sonar y contesto en medio de la bruma del sueño, ganándome un gruñido de Tris y su mirada de desprecio antes de que se levante.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora