Capítulo 34 [final]

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Tobias

Aquellos minutos antes de despertar me parecen los más sublimes del día: comienzas a ser consciente de que estás despierto y tus sentidos van reaccionando de forma pausada. Inhalo hondo, el aroma a calor y el suave perfume de mi mujer me inundan los pulmones, mis músculos comienzan a reaccionar al roce de las sábanas y al dolor a causa de la exhaustiva noche.

Noto el cálido cuerpo de mi esposa junto al mío y la sensación de placer me invade totalmente: la quiero, la amo como nunca llegué a imaginarlo, así que me aferro a su anatomía aún desnuda, intentando otorgarle el calor que ella me da a mí. Intentando transmitir toda esa pasión.

Sus piernas rozan las mías cuando se remueve entre sueños, abro los ojos de poco a poco y los rayos de luz golpean mi rostro, arrebatándome un quejido. Suspiro antes de incorporarme con los codos sobre el colchón, lanzando un vistazo al cuarto: con la vista logro atrapar un par de botones, perteneciente a la camisa que, arrugada, se acumula en el suelo al igual que las demás prendas que nos cubrían a Tris y a mí anoche.

Me dejo caer de nuevo, la almohada recibiéndome en un lecho de paz y dejo que mis dedos se pierdan entre los mechones de mi mujer antes de ponerme de pie y colocarme una playera básica de color negro. Mi espalda se contrae ante el ligero escozor que la tela le causa.

Dejo caer las gruesas cortinas sobre las ventanas, inundando la habitación en la oscuridad y giro la vista hacía la cama, donde yace el cuerpo desnudo de mi mujer boca abajo cubierto de las caderas para abajo por una fina sábana. Mis ojos aprecian las pequeñas cicatrices que se instalan alrededor de su espalda: tres pequeños huecos indican los lugares donde las balas de David impactaron, causándole serias complicaciones médicas para después inducirla a un "corto" coma, para mí un infierno en carne propia.

Tenso la mandíbula como acto reflejo y trago saliva, ¿Qué sería de mi vida sin ella? ¿Me recuperaría y sería capaz de continuar mi vida sin la presencia de Tris? Tomo aire y lo suelto a intervalos, sacudo la cabeza tratando de disipar la historia alternativa que mi mente va creando: sin ella.

Poso mi mano en su cintura y me inclino para dejar prolongados besos sobre aquellas cicatrices cuando noto las marcas causadas sin violencia, totalmente opuesto a las otras: unas pequeñas líneas brillantes recorren sus caderas, las pinto con la yema de los dedos.

Su espalda se mueve en un vaivén inapreciable, de arriba abajo al compás de su pacífica respiración; me dirijo con pasos sigilosos hacía la cocina en busca de un vaso con agua y cuando regreso con las pastillas en mano la vista de la habitación es diferente: las sábanas están revueltas pero vacías y el sensual conjunto que vestía mi esposa ayer en la noche ha desaparecido de los pies de la cama.

Dejo las pastillas y el vaso en la barra bajo el televisor y con la palma de la mano empujo la puerta entreabierta del baño privado, soltando el aire en comprensión antes de sostener el cabello ondulado de Tris con ambas manos mientras ella vacía su estómago aferrada a la taza de baño con las manos temblorosas. Le acaricio la espalda en suaves círculos, sin soltar sus rubios mechones, y tose ante las arcadas que le produce el alcohol que regresa desde su estómago.

Carraspea un par de veces antes de dejar caer la tapa del inodoro y su brazo sobre esta.

— ¿Cómo pudiste dejar que tomara tanto? — me reclama en medio de quejidos y no puedo evitar reír. — No vuelvo a tomar, lo prometo.

— Si, sí, claro. — le paso la mano por el cabello y me incorporo antes de extender ambas manos para que las tome, me aferro a sus antebrazos y la alzo con facilidad.

Se coloca frente al espejo colocado sobre el lavabo y con ambas manos se talla los ojos antes de que su vista se enfoque en las marcas que hay en su cuello, le rodeo la cintura y recargo la barbilla en uno de sus hombros desnudos tintados por el símbolo de Osadía.

Vivir por ti (Divergente)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora