🗡Todos tienen que sentir dolor🗡

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  I

Armados como si fuéramos a la mismísima guerra Angus y yo nos dirigimos al internado, sé que Alina se oculta ahí creyéndose a salvo, pero hoy nadie la salva de mi dulce venganza, la cual resulta irónica tomando en cuenta que se deriva de la venganza de ella por el dolor que yo le causé.

Salimos del bosque y nos escabullimos entre las sombras hasta llegar a las puertas del enorme colegio, desde la oscuridad Angus lanza una flecha con una ballesta atinando a las cámaras de seguridad, los guardias se distraen al ver los aparatitos caer al suelo, en ese momento ambos aprovechamos y brincamos sobre ellos como leones a pequeñas e indefensas gacelas. A Angus no le cuesta rebanar en segundos el cuello de uno haciendo su cuerpo caer duramente al frío asfalto y hacer que la sangre forme un charco, pero yo me tomo mi tiempo y utilizando una flecha perforo una y otra vez el pecho del guardia que pronto comienza a ahogarse con su sangre. Angus se coloca de cuclillas frente a mí y con una enorme sonrisa me contempla disfrutando de mis sádicos actos.

— Dolor, dolor, dolor —repito una y otra vez, enloquecida por mi propio dolor—. Siente dolor, tienes que sentir dolor.

Finalmente, el brillo en los ojos del guardia se extingue, su pecho ha quedado destrozado y pedazos de carne han volado por todo alrededor, mis rodillas que se mantienen a cada uno de sus costados están bañadas en sangre por el charco que se ha formado debajo de su inerte cuerpo.

Como último toque a mi obra de arte, tomo la flecha y la elevo a la altura de la cabeza, después la dejo caer con fuerza logrando atravesar el duro cráneo. Mi cuerpo vibra al escuchar el crujir de la piel y el hueso siento atravesado, gimo y muerdo mis labios ante la tremenda excitación que me recorre desde la punta de los pies hasta el último cabello de mi cabeza.

Mi pecho sube y baja rápidamente, me siente extasiada y quiero más, ver más sangre, más rostros afligidos, pero más específicamente quiero tener así a Alina.

— Maravillosa —escucho la voz de Angus y le miro, sus ojos me ven con un vehemente deseo que me trasmite al instante.

— ¿Te ha gustado? —pregunto mordiendo mis labios de manera provocativa.

— Me ha encantado.

Me ofrece su mano y la tomo de inmediato, me ayuda a ponerme de pie, me atrae hacia sí atrapándome en su regazo, siento como su cuerpo tiembla debido a la magnitud del deseo que siente por mí. Nuestras respiraciones se aceleran más de lo que ya estaban y se mezclan haciendo casi insoportable y doloroso el tener que contener el deseo que sentimos.

— Si no estuviéramos en esta misión te haría mía en este instante.

En vez de contestarle, enredo mis manos en algunos mechones de su cabello y le jalo con fuerza hacia mí arranándole un gemido gutural. Le beso, me besa... nos besamos con desenfreno y pasión, de una manera en que nadie jamás llegará a comprender ni en lo más mínimo, porque lo que disfrutamos nadie más lo hace ni lo hará, esto es solo cosa de Angus y mía, el hermoso placer que se deriva de lo putrefacto de nuestras almas, del éxtasis que sentimos al infringir dolor, al ver el miedo y el terror en las miradas de la gente.

Me estremezco al sentir sus manos indagar debajo de mi blusa, me acaricia con gran necesidad, nuestro beso se profundiza y nuestros cuerpos luchan con desesperación por perderse en el del otro.

— Si no me detengo ahora, no podré detenerme —advierte sobre mis labios, sonrío y dejo su boca para besar su cuello y subir hasta su oreja, donde muerdo el lóbulo para después susurrar con provocativa voz.

— ¿Y quién te ha dicho que te detengas?

Mis palabras parecen ser lo que necesitaba para dejar suelta la bestia en su interior, gimo con fuerza cuando me toma del trasero y me levanta haciendo que enrede mis piernas en su cadera, se da la vuelta y me pega sobre la enorme muralla que rodea todo el internado. Quita mi blusa con un solo movimiento y la tira a nuestros pies, hunde su rostro entre mis pechos y los besa, mientras yo enredo mis manos en su cabello y lo jalo con fuerza.

Hermosa Pesadilla 18+ ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora