Se Acerca el Invierno

No hay paz sin sangre.

¡Y estamos de regreso! Despues del fin del capitulo pasado, ¿Aegon murió o no?

-X-

Joanna VI.

-¡Todo se perdió!-La voz de Joffrey sonaba rota, pero a Joanna jamás le había parecido más fiero que en aquel momento-. ¡Con Lord Tywin muerto y los ejércitos de la Casa Lannister derrotados, el Oeste está perdido!

La última palabra retumbó en las vigas y resonó en el gigantesco salón del trono: «Perdido, perdido, perdido».

Joanna, sentada frente a la mesa del Consejo, sintió un escalofrió súbito subirle por la espalda.

«Esto es una desgracia-pensó-. ¿Cómo es posible que Lord Tywin Lannister, el Gran León de la Roca, este muerto? ¡Y a manos de un joven más verde que la hierba!». Tuvo que apretar los puños. «Tal vez si debimos hacer caso a Joff y enviar un dragón al Oeste».

-La Casa Lannister tenía sesenta mil soldados-La voz de Lord Renly no dejaba duda de su incredulidad-. ¡Es imposible que nada de eso exista ya!

-Te aseguro que es muy posible, Renly-espeto Joffrey.

«Posible, sí... tristemente». Sólo tenía que ver lo reducido del grupo de Joff para darse cuenta; eran menos de una docena. Todos vestían ropas sucias y rotas, trozos de armadura, apestaban a mugre y estaban agotados. Joanna, bajo la sombra del Trono de Hierro, los examino a todos. Ser Flement Brax y Ser Addam Marbrand, ambos herederos de sus respectivas Casas. Lyle Crakehall, al que llamaban el Jabalí. Daven Lannister y Cleos Frey, primos lejanos de Joanna. Un joven bien parecido, del todo desconocido para ella, con el emblema de la Casa Westerling. Sandor Clegane, el Sabueso. Su tío Tyrion. Y Joffrey, claro.

«Sesenta mil soldados, caballeros, toda la fuerza de la Casa Lannister... Y esto es todo lo que queda». Era tan lamentable que casi daba risa.

Las antorchas de la pared trasera proyectaban la sombra larga y angulosa del Trono de Hierro hasta la mitad de la estancia. El otro extremo de la sala estaba envuelto en la oscuridad, y Joanna tenía la sensación de que las sombras se cerraban también en torno a ella.

Pensó, distraídamente, que tendría que notificarle a su madre de la muerte de Lord Tywin.

No estaba allí. Las capas los habían sacado de la cama a base de golpearles la puerta, y estaban allí, los miembros del Consejo, la Guardia Real, el Rey y la Reina. En el exterior, la noche era oscura y sin estrellas. El castillo y la ciudad dormían.

«Pero no la Guardia Real. No, ellos no». Ser Barristan, Ser Robar, Ser Tommen y Ser Arthur, al pie del Trono de Hierro, se mantenían erguidos y firmes, con una serena dignidad tan propia de las espadas blancas. Eran sombras pálidas, con las espadas colgándoles de sus cintos.

-Lamento la desgracia que se cierne sobre su Casa, mi señor-dijo el Rey Aemon, desde lo alto del Trono de Hierro. Era la primera vez que hablaba desde que tomó asiento-. ¿Es posible que sus banderizos sigan oponiendo resistencia?

-¿Qué banderizos?-replico Tyrion Lannister, con tono acido-. Los que no están muertos, cayeron prisioneros en Refugió Quebrado y Lannisport. Solo quedan las mujeres, los niños, los ancianos y los enfermos. ¿Y qué podrían hacer contra un dragón?

-¿Y qué hay de Roca Casterly?-pregunto el Rey.

-La Roca jamás ha caído, señor, así que no tiene por qué preocuparse-le aseguro Ser Addam Marbrand-. La guarnición del castillo es fuerte y hay suficientes alimentos para dos años. En caso de necesidad, se pueden enviar refuerzos por mar, dado que la Casa Stark domina las aguas del Mar del Ocaso. Tengo mis dudas sobre la capacidad de Ser Stafford Lannister como castellano, cierto, pero no existe arma de asedio que haga mella en la Roca, y según la Reina Visenya, ni el fuego de Balerion el Terror Negro habría bastado para rendirla. Es más, dejemos que asedien la Roca. Eso está muy bien. Aegon y los Tyrell no lograran nada, y mientras permanecen allí, pasando frío y hambre, sin conseguir nada, los Stark y los Tully avanzaran hacía ellos.