Capítulo 7

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POV. Sabannah

Tras tres largas horas más de clase sonó el timbre que anunciaba el descanso. Por suerte, en mi horario coincidía que tras el descanso tenía una hora libre en la que podía hacer lo que quisiese. Recogí mi lápiz (con el que había estado jugando durante todo lo que llevábamos de mañana), lo metí en una pequeña mochila que había llevado y salí la primera del gran salón. La rubia teñida que había estado sentada a mi lado durante la primera clase apareció en mi campo de visión al otro lado del pasillo y le dediqué una sonrisa fría. Ya había encontrado a alguien que me caía mal. Di dos míseros pasos antes de que algo me acorralase contra una de las paredes más cercanas. Mis brazos quedaron en mi espalda, aplastados por mi propio cuerpo, mientras que mi abdomen era presionado encima de ellos por el abdomen bien trabajado de mi opresor. Levanté la vista, preparada para fulminar con ella al imbécil que me mantenía inmóvil, cuando me encontré con una sonrisa divertida. Unos grandes ojos grises me miraban fijamente y con burla, haciéndome enfadar todavía más.

- Suéltame.- gruñí fastidiada mientras trataba de sacar mis brazos de mi espalda. Su cuerpo hizo mayor presión sobre el mío, dejándome percibir a través del bolsillo delantero de sus vaqueros la vibración constante de su móvil.

- ¿Y si no quiero?- cuestionó burlón. Se estaba burlando. De mi. Fruncí el ceño momentáneamente antes de sonreir de manera falsa. Aquello pareció satisfacerle ya que comenzó a acercar su rostro al mío lentamente, con la clara intención de besarme. Fruncí el ceño de nuevo.

- Tú mismo.- exclamé con una sonrisa "inocente" antes de elevar mi rodilla con fuerza, dándole justo en sus partes no tan nobles. De inmediato se dobló sobre si mismo y me observó desde abajo con una mueca de dolor mezclada con furia contenida. Sep, al parecer lo había cabreado un poquito. Cuando comencé a andar para alejarme de él, me di cuenta de que se había formado a nuestro alrededor un semicírculo de chismosos con cara de pánico y sorpresa.

- ¿Qué mirais, panda de chismosos entrometidos?- gruñí de mal humor, haciendo que todo el mundo volviese rápidamente a sus asuntos. Caminé por los pasillos a paso rápido, deseando encontrar a mis amigos cuanto antes para preguntarles acerca de aquel chico de ojos grises. Aunque, pensándolo bien, me di cuenta de que lo único que había visto de él con claridad había sido el característico color de ojos y su pelo negro como el carbón.

Finalmente, y tras preguntar a un chico tímido que me indicó el camino entre tartamudeos, llegué a la cafetería. Atravesé las puertas de cristal despreocupadamente y al entrar me quedé estática. Las paredes eran de un peculiar rojo sangre, la barra era de mármol negro y las mesas de madera barnizada con el mismo color. Estaba inspeccionando minuciosamente la curiosa estancia cuando divisé a Steven, Evan y Tyler sentados en una mesa enorme con un par de chicos más a los que yo no conocía. Avancé entre las mesas repletas de estudiantes hasta tomar asiento justo entre Tyler y Evan. A la izquierda de Evan estaba uno de los chicos que yo no conocía y enfrente nuestra se encontraban Steven, el otro chico, y dos sitios vacíos.

- Hola Sab, ¿qué tal las clases, pequeña padawan?- me preguntó Evan animadamente. Lo miré como la loca fangirl que era.

- ¿Te has visto la Guerra de las Galaxias?

- Jum... Si.- afirmó aún sin saber a dónde quería ir a parar. Me incliné hacia él y lo abracé fuertemente por el torso mientras cerraba los ojos.

- Ya te amo.- exclamé feliz. Todos los integrantes en la mesa rieron cómodamente.

- ¿Y a mí no me amas?- preguntó arrogantemente el pelirrojo del demonio haciendo un pucherito adorable. Fingí pensar en la respuesta antes de recostarme más sobre Evan.

- Nop.

No vi su reacción (estaba demasiado ocupada aspirando la colonia embriagadora del moreno) pero por el sonido de fastidio exagerado que hizo pude deducir que se estaba haciendo la víctima. Puse los ojos en blanco antes de volver a sentarme por completo en mi asiento. Cuando miré al pelirrojo, efectivamente, estaba de brazos cruzados y mirando de manera obsesiva el techo. Cuando vio que yo no decía nada más y que el resto de la mesa se reía a carcajada limpia, me dirigió una breve mirada de comprobación antes de encogerse de hombros.

- Bueno, pues entonces ya no te amo.- dijo como si aquellas palabras fueran la mayor ofensa del universo. Bufé y puse los ojos en blanco de nuevo antes de dirigirme a los chicos desconocidos.

- Buenas, soy Sabannah O'Donnel pero podeis decirme como querais.- me presenté con una sonrisa. El que estaba sentado al lado del zanahorio me ofreció una sonrisa amistosa antes de extender su mano. Se la estreché con gusto.

- Richard McGuirre, un placer.-'dijo con educación. Él tenía el pelo teñido de azul eléctrico y los ojos más negros que había visto en mi vida. Una nariz aguileña y unos labios de tamaño medio complementaban al pivon.

Me giré hacia el otro, de pobladas cejas, ojos marrones y pelo cobrizo, y le extendí la mano. Me miró con desconfianza.

- Smith Smith, un gusto conocer a la ya famosa Sabbanah O'Donnel.

Fruncí el ceño. Decidí preguntarle más tarde sobre por qué su nombre era igual a su apellido y me concentré en la ùltima parte de su presentación.

- ¿Famosa? ¿Yo? ¿Ya?

Evan a mi lado rió, al igual que Richard y Steven. No entendía nada.

- Digamos que tu fama salió de...- se vió interrumpido por otra voz, más grave y potente, que me hizo estremecer.

- Hey chicos, ¿quién es...?- la voz se detuvo abruptamente en medio de la pregunta. Confundida, levanté la cabeza. Oh dios mío. ¿Él?

- ¿Tú?- inquirimos en el mismo tono de desprecio a la vez. Todos mis nuevos amigos observaban la escena con una mezcla de diversión y nerviosismo. Ay madre, ¿qué hacía allí el estúpido de ojos grises?


¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora