Capítulo 35

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POV. Allen

Sí, había sido tan estúpido como para seguir a Hunter hasta el bosque con mi coche. Sí, lo había perseguido entre los árboles hasta el claro. Y sí, mi estúpido corazón se resquebrajó un poquito después de escuchar cómo le preguntaba a la rubia si quería salir con él, es decir, ser su novia.

Mi cuerpo estaba en tensión tras un robusto roble, a la espera de una respuesta obviamente afirmativa que terminaría conmigo. El frío que anunciaba la llegada del invierno calaba en mis huesos, y comencé a dar saltitos en el sitio para intentar entrar en calor.

Obviamente fue una mala idea, ya que justo cuando Sab iba a responder pisé el extremo de una rama, cuyo lado contrario se levantó al haber hecho palanca con mi peso y terminó azotándome el abdomen con bastante fuerza. Me tiré al suelo, tratando de respirar, y tanto la rubia como el moreno se miraron asustados.

- ¡Maldita sea, ¿tenías que ser tan tierno en un bosque lleno de tigres y leones?!- preguntó Sab, asustada, mientras caminaba lentamente en mi dirección.

Suspiré y me preparé mentalmente para dar explicaciones, pero antes de que pudieran verme entre las sombras Kat, Evan y Steven aparecieron del otro lado del claro gritando.

- ¡Tortolitos, sentimos interrumpir, pero hemos tenido un pequeño fallo técnico!

Dejé escapar todo el aire lentamente de mis pulmones, aliviado, cuando ambos se dieron la vuelta y, gruñendo y murmurando, corrieron hacia un Steven bastante preocupado, ya que Evan y la pelirrosa ya habían desaparecido. Parecía que aún me quedaba un poco de suerte.

POV. Sab

- Necesito que me lo repitas todo de nuevo. Con calma y hablando despacio, por favor.

Fulminé al policía con la mirada mientras me cruzaba de brazos, molesta. Había repetido la misma historia más de tres veces, y comenzaba a aburrirme. La primera vez dije la verdad. La segunda quise darle un toque cómico y tal vez metí algunos detalles algo... Exagerados. Y la tercera había contado completamente lo contrario a las otras dos, pero me había cansado del juego y todos parecían notarlo.

- Agente, ya lo he repetido más de dos veces, juro que si tengo que hacerlo una más acabaré por irme de aquí y ustedes se quedarán sin saber qué cojones ha pasado.

El hombre, con bigote al estilo Hitler, una calva más brillante que una bola de bolos y una nariz parecida a una zanahoria retorcida, me observó con el ceño fruncido y una mirada que pretendía ser intimidante.

- Señorita, ¿es usted consciente de que está hablando con un agente de la ley?

Lo miré de arriba a abajo, comenzando con sus zapatos negros de charol parecidos a los que guardaba mi madre en el fondo de su armario, siguiendo por un uniforme azul tres tallas más pequeño y terminando en su falta de cejas y cabello. Tuve que morderme el labio inferior con fuerza para no romper a reir, y a mi izquierda, sentado en la otra silla de plástico, Hunter tuvo que ponerse la mano sobre los labios para ocultar una sonrisa al percibir mi escrutinio. Sin querer, recordando lo del bosque, sonreí. Tal vez no fue la decisión más inteligente, teniendo en cuenta que un policía estaba echándome la bronca.

- ¿Le hace gracia lo que le digo, señorita?

Si el pobre hombre hubiera tenido una potente voz de barítono, juro que no me habría reído. Por desgracia, la naturaleza lo había dotado de una aguda voz casi de contratenor que imponer... Bueno, imponía risas. Incluso los agentes asignados a su patrulla hinchaban los carrillos, luchando por no reír.

Tratando de parecer la persona adulta, madura y responsable que tenía que parecer... Joder, ¿a quién quiero engañar? Fue escuchar su voz y comenzar a descojonarme de risa como nunca en mi vida. Y no fui la única: tanto los agentes como mi querido... ¿Amigo? ¿Pretendiente? ¿Casi novio? Hunter, coño.

¡Playgirl a la vista!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora