Capítulo 17

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No sé que decir. Pareciera que hubiera perdido el sentido de todo. Del tiempo, del lugar donde estaba… ya no sabía nada. La cabeza me comienza a dar vueltas, me mareo muy fácilmente. Pero a pesar de todo, siento la intensa mirada de Julian sobre mí. Y sé a que se refiere. Sé que quiere que le responda. Está nervioso, por la forma en que sus manos están tras su espalda y su pierna se mueve levemente. Tengo la mente en blanco y mis pensamientos se van dispersando por lugares que ni yo sabía que existían. La sien me palpita y siento que sudor frío recorre mi nuca.

—Chicos, perdón si interrumpo algo, pero no quiero que se queden sin comer.

Diana me toma del brazo con suavidad y me dirige hacía la mesa del comedor. Aún tengo los ojos fijos en algo que no sé lo que es, pero es un punto vago de cualquier cosa. Escucho como un vidrio se rompe y no sé si es una alucinación. Pero sacudo la cabeza y puedo ver que sólo fue Teo que botó un vaso. Levanto mi cabeza y veo una porción de pizza sobre un plato, un vaso de jugo de naranja al lado de este y a Julian en frente de mí, con la cabeza gacha, sin probar su almuerzo. Diana está barriendo los restos del vaso roto y el sonido me da más jaqueca. Apoyo un codo sobre la mesa y me froto suavemente la sien, temiendo que los sesos se me fueran a salir. Cierro los ojos con fuerza al recibir una punzada dentro de mi cráneo dejándome la vista nublada.

—Ori, ¿estás bien? —escucho la voz de Ainara y como su mano está posada en mi brazo.

Y dentro de un milisegundo, el dolor de cabeza desaparece y una sensación de alivio me recorre el cuerpo. Suspiro y abro los ojos.

—Sí, preciosa —respondo tocándole el cabello.

Ella sonríe y vuelve su atención a su plato a medias. Mi comida aún está intocable y sé que tengo hambre, pero estoy tan centrada en otro tema que se me olvida que las tripas me rugen. Fijo disimuladamente mi vista en Julian y en como rápidamente aparta la mirada cuando mis ojos se posan en él. Escondo una sonrisa al darme cuenta que él me estaba mirando.

¿Y ahora qué? ¿Qué será de nosotros? ¿De nuestra amistad? ¿Ya se habrá dado cuenta de que me gusta demasiado?

Quién sabe. Eso me frustra. Tengo tantas preguntas pasando por mi mente pero ninguna respuesta a mi alcance. Y estoy segura que no tendré nada después de un largo tiempo. Pero eso es lo que menos me importa. Me interesa mi relación con él, porque sé él ya no podrá mirarme como una amiga después de todo. Y será incómodo, muy incómodo.

¡Porque sentí que no era lo suficiente para ti! ¡No te merezco!

¿Por qué él habrá sentido eso? ¿Qué no es lo suficiente para mí? ¡Bah! Cómo sí fuera algo muy importante. Además, es al revés. Yo muchas veces sentí que no lo merecía. ¿Y cómo no hacerlo? Él es demasiado… y yo… bueno, no quiero hablar de eso ahora.

Las ganas de hablar con él me matan por dentro. Es tanto, que me paro de la mesa y voy a la cocina. Me encuentro a Diana buscando algo entre los estantes de los muebles. Me coloco detrás de ella y le doy unos toques en el hombro. Ella se da vuelta y me mira con una sonrisa inexpresiva.

—Lo siento Diana, pero necesito hablar con Julian ahora. Tenemos muchísimas cosas que aclarar.

Ella entiende y asiente. Me volteo y camino hacía la mesa, donde sólo están los pequeños. Ni rastro de Julian. Lo busco con la mirada y veo su cabellera rodando por el jardín trasero. Me acerco al ventanal y lo admiro mientras él no se da cuenta de mi presencia. La forma en que a pesar del horrible clima, puede hacer que todo se vuelva más bonito. Está sentado en un tipo de sillón, con las manos entrelazadas, las piernas abiertas y mirando hacía el suelo. Su perfil es tan bonito. Suspiro y niego con la cabeza.

Deslizo el ventanal y el sonido es notorio, por lo que Julian se voltea rápidamente hacía mí. Me sonrojo al sentir sus ardientes ojos mieles mirando fijamente los míos. Su cara está en blanco, inexpresiva y eso me da dolor de cabeza. Odio cuando hace eso.

—¿Qué pasa? —murmura. Se lame los labios y vuelve a bajar la cabeza. Me siento al lado de él.

—Quiero hablar contigo —musito. Él suelta una risita, entiendo—. Pero ahora va en serio.

—Me confundes tanto, Ori...

Tú también me confundes. Enarco una ceja y él esboza una sonrisa. ¿Por dónde empiezo? Tantas palabras están atrapadas en mi cabeza, deslizándose por mi garganta y enredándose en mis cuerdas vocales. Sé que me está mirando, esperando que hable y eso me pone más nerviosa.

—Tantas cosas provocaron que está amistad vaya haciéndose cada vez más escasa, Julian. Y eso me duele. Bastante. Y no sé, no quiero quedarme de brazos cruzados y que todo quede incompleto. Yo… —me muerdo el labio—. Eh… me haces mucha falta. Te extraño cada vez que no estás conmigo y…

Sus brazos lentamente pasan por mi cintura y me atraen hacía él. ¡Siempre tiene que hacer lo mismo! Sabe que sus abrazos son una de mis debilidades. Hundo mi rostro en su cuello e inhalo el exquisito perfume que se desprende de su camisa. Sus dedos ágiles se mezclan con mechones de mi cabello, provocando que millones de cargas eléctricas recorran mi espalda.

—Yo también, Ori.

—Pero… igual me pasan cosas… Dime, en serio no quiero que te enojes o algo, pero, ¿por qué tuviste que elegir a Nicole para demostrar que no eres lo suficiente para mí? —abro los ojos, sé que la estoy cagando y metiendo más leña al fuego, pero tengo que saberlo—. No lo entiendo.

Julian suspira pesadamente y se pasa una mano por el cabello.

—Porque ella… no es una persona como tú, Ori.

—¿En qué sentido?

—Simplemente que es todo lo opuesto a ti. Quería por lo menos sacarte un segundo de mi cabeza por un momento. Entiéndelo, Oriana.

Cada vez me confundo más. Su cercanía hace que mi corazón se acelere y palpite con intensidad en mi pecho. Bajo la cabeza.

—Eres tan terca, Ori —su tono molesto y a la vez burlón me saca una sonrisa—. Pero aún así te quiero.

Abrazos Gratis (Orian Adaptada)Where stories live. Discover now