Capítulo 60

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"Algunas veces no encontramos las palabras adecuadas para expresar lo que sentimos, el abrazo es la mejor manera. Hay veces, que no nos atrevemos a decir lo que sentimos, ya sea por timidez o porque los sentimientos nos abruman, en esos casos se puede contar con el idioma de los abrazos. Los abrazos, además de hacernos sentir bien, se emplean para aliviar el dolor, la depresión y la ansiedad. Provocan alteraciones fisiológicas positivas en quien toca y en quien es tocado".
—Médicos profesionales.

Aquí voy. Lo haré.

Pero mi confesión, que son dos simples palabras, se quedan atascadas en el gran bulto que se asoma en mi garganta, enredando cada sílaba en mis cuerdas vocales que provoca que se me empañen los ojos.

—¿Crees que es demasiado difícil? —me pregunta. Yo asiento tímidamente con la cabeza. —Ok, entonces… yo empezaré.

Julian se humedece los labios e inhala una gran bocanada de aire. Posiciona su índice bajo mi barbilla, alzándola, con el propósito de que sus ojos se reencuentren con los míos. Observo cómo sus pupilas se dilatan, absorbiendo la miel que se baña en su iris poco a poco,  haciendo que el centro de su mirada dibuje mi reflejo, y que pequeños destellos resplandezcan en su mirar, dejándome sin habla.

—Desde el primer día que te conocí, en el momento que te vi con tu cabeza gacha y tu rostro inundado en tristeza, en la hora que me bastó conocer toda tu historia, tus más grandes miedos y lo que más necesitabas, en el minuto que te convertiste en la definición de mi rutina, en que estaba todo el tiempo pensando en qué hacer para ti, que necesitaba hacer para sorprenderte, sacarte una sonrisa… Porque me gusta verte feliz. Eres mi pilar y la única razón por la que vuelvo a creer en lo que es el amor, ya que nunca pude experimentarlo bien. Me habían hecho daño muchas veces, pero tú fuiste el único remedio que pudo curar esas secuelas de temor que se escondían detrás de mí. —exhala.

Se acerca a mi oído, pegando sus labios al lóbulo de mi oreja y tres escalofríos seguidos tiemblan en mi espalda.

—Pudiste tomar mi pasado y convertirlo en mi presente, y lo que más quiero es formar mi futuro junto a la chica que está aquí, a mi lado. Ori, con esos simples latidos de tu corazón —sitúa su mano en mi pecho, donde mi corazón está bombeando sangre como nunca antes— mi mundo vuelve a girar en su propio eje. Y ese eje eres tú. Eres el único fundamento del porqué hago todo esto. Estoy completo con tan sólo saber que tú también me quieres.

—Ori... déjame conocerte cada día más. Facilítame esa posibilidad. En conclusión, sólo necesité un segundo para enamorarme de ti. Porque yo…

—Te amo. — digo terminando la oración.

Julian se endereza lentamente. Choca su nariz con la mía y frota.

—Sí. Te amo. Te amo como nunca lo he hecho.

Mi labio inferior tiembla. Sus palabras me calan la piel, metiéndose dentro de mí como un fuerte cosquilleo poseyendo mi estómago. Esta es la primera vez que le digo “te amo” a un chico. Y no puedo creer que lo haya dicho.

Lo que más me importa, es que se lo dije a la persona correcta.

—Te amo —vuelvo a repetir.

Julian toma mi boca entre sus labios. Y es como si fuera el comienzo. Flashbacks me inundan la mente, como el día que lo conocí, esa lluviosa tarde en Capital, nuestro abrazo, nuestro primer beso, la vez que me entregué a él en cuerpo y alma… y ahora sellaba nuestra historia diciendo la frase que nunca a nadie le pude decir.

—No soy como tú. No puedo encontrar las palabras adecuadas para decir lo que siento por ti. Pero creo que te conformas con que... te amo. Te amo Julian, te amé desde siempre pero nunca supe como se llamaba ese sentimiento de estar pensando todo el tiempo en una persona, en basar tu vida y tus acciones en ella. No sabía, me costo mucho darme cuenta y aceptar que me estaba enamorando. Esto me daba miedo, Julian. Ya había sufrido demasiado como para volver a sentirme vulnerable al dolor. Estaba harta de tener ese pensamiento de que cada día iba a pasarme algo malo, pero justo ese día... en el que me habían pasado tantas cosas, el destino me mandó a ti, para curarme en todo sentido. Y sí, tú, esa persona que estaba con un pequeño letrero mientras caminaba con la calle, me cambió la vida.

—Abrázame —me ruega—. Quiero que se sienta como la primera vez.

Paso mis brazos por sus hombros y él por mi cintura. Fundiendo nuestros cuerpos, compartiéndonos calor corporal como ese día… que parece como si hubiera sido ayer, pero a una distancia muy, muy lejana.

Abrazos Gratis (Orian Adaptada)Where stories live. Discover now