Capítulo cuarenta y dos

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El silencio se percibía en la habitación, todo parecía incómodo. Ambos se miraban fijamente y contenían la respiración, así que ni el respirar se escuchaba. Uno tenía las manos en los bolsillos del pantalón y otra se abrazaba a sí misma porque el aire que entraba por la ventana le daba frío, esa era la escena. El chico cerró la venta y la trabó, y entonces solo quedaron ellos. Todo se volvió raro, Anna se dio media vuelta y se sentó en la cama dándole la espalda a Michael, el contacto visual había terminado.
Se escuchaban los pasos de Michael chocar contra el piso también como las respiraciones volvían a ser normales, era el día siguiente al que volvió del hospital, le habían dado el alta el mismo día que le encontraron solo que a la tarde. Le dolían las piernas como el infierno, era como unas pequeñas punzadas a lo largo de estas, su muñeca había calmado con los calmantes que el Doctor le había recetado.
Hubo un momento en el consultorio del médico que solo quedaron él y ella por petición del mismo. Le preguntó cómo le estaba yendo con la psicóloga y si estaba haciendo efecto en su forma de pensar o ser, ella le contestó que todo estaba mejorando pero lo que no sabía era que la cicatriz que su mente había creado estaba en proceso de ser eliminada cuando aquella noche todo volvió a ser como era hace meses atrás: las ganas de correr a un baño, abrir el grifo de la ducha o el lavamanos, buscar entre los maquillajes –que eran usados para tapar los golpes– una pequeña navaja para terminar con su vida en ese momento pero nunca fue tan valiente para hacer eso, sabía que nunca podría dejar a su padre pero también sabía que si lo hacía, él estaría viviendo sin un peso sobre sus hombros.
Cuando la mano de Michael se posó en su hombro, un escalofrío le recorrió desde la cintura hasta el cuello erizándole los pelos del mismo, su mirada se aflojó un poco pero no se giró, se quedó inmóvil mirando hacia la pared en donde había un cuadro familiar.
Recordó cuando Michael le comentó sobre Sandy y que él no era el padre del hijo de ella, y le entró curiosidad. Sabía que podía ser cualquier estudiante del Instituto porque Sandy era una de las zorras más conocidas del Colegio pero en ese momento, Michael estaba con ella. Pensó en lo extraño que sería quedar embarazada siendo tan joven, preocuparte por un niño, preocuparte por tu hijo siendo una adolescente, y Sandy es de esas chicas que les encanta salir a las fiestas y por lo que sabía seguía saliendo, seguía emborrachándose.
— ¿Te encuentras mejor?
—Si vienes acá para decirme que tengo que contarle al mundo quién fue la persona que me hizo esto, te pido que te vayas.
Sacó la mano de su hombro y caminó hacia enfrente de ella.
—Si te lo dije es porque creo que es lo mejor para ti.
Anna tenía la vista fija en su pecho porque se le había puesta entre el espacio y el cuadro que observaba. Cerró los ojos y una lágrima corrió por su mejilla, nadie podía entender como era vivir con el miedo de salir a la calle y encontrarse sola en medio de la nada porque le había lastimado, Michael nunca sufrió de esa manera, nunca fue tratado como un cero a la izquierda.
—No sabes que es lo mejor para mi, Michael. —Apartó la mano de su novio de su cara—No sabes que se siente tener miedo de salir de tu casa porque sabes que puedes encontrar a esa persona que te lastima todos los días de alguna manera... —Se secó las lágrimas con las mangas del poleron que tenía—, nunca fuiste menos. Nadie, nunca, te trató mal.
Michael la tomó de la cara y le besó, no quería escucharla hablar de esa manera de ella. No sabía cómo lidiar con Anna cuando se trataba de esa manera, sabía que su vida no había sido fácil pero tenía muchísima fe en ella. La fe que le tenía era inmensa ya que, su fe se posaba en que saldría de toda esa mierda que había estado viviendo en su adolescencia.
—Todo lo que opino te lo digo porque pienso que así podrías seguir viviendo sin querer matarte cada día que llegas del Instituto, ¿sabes el miedo que siento de qué algún día, al entrar por esa ventana, te vea tirada en el piso sin respirar? —Se agachó para estar a su altura, y juntó las frentes de una manera tierna, le acariciaba la mejilla—no quiero verte llorar, odio verte llorar y en especial si es por algo que te digo.
—Es que... —sollozó— no puedo decirlo, las consecuencias van a terminar matándome, ¿entiendes? —Le dijo y le acarició la mejilla, nunca pensó en estar en esa posición con Michael—sé que cuando termine el año y me vaya a otro lado, todo va a acabar pero mientras tanto no pienso en hacer algo al respecto.
Michael cerró los ojos. No podía escucharla diciendo eso pero tenía que aceptarlo.
—No estoy de acuerdo.
—Al fin y al cabo, es mi vida, Michael.
—Anna, lo sé pero... ¿Qué pasa si algún día llegan a hacer lo peor que pueden? ¿Qué pasa si no paran hasta que vean que estas muerta? ¿Qué pasará en ese momento? ¿Pensaste en lo que hará tu padre, en cómo estará? ¿En Alissya? ¿En mí? —Dijo y su voz se cortó, sintió su mundo cayendo abajo, se estaba derrumbando. Se paró de la cama y le dio un pequeño beso antes de abrazarlo por la cintura y dejar su cabeza en su pecho.
—Sé que eso no va a pasarme, ¿vale?
Era buena para mentir, una parte de su vida se la pasó mintiendo.
—No sabes...
—Sh —Se separó de él y le dio otro beso—, no te preocupes, por favor.
Michael acomodó un mechón que sobresalía de su cabellera castaña y le dio un beso en la frente.
—Eres mi novia, siempre me preocuparé por ti, Anna.

...

Estaban recostados en la cama cuando empezó a llover en la hermosa Ciudad de Londres, el clima cambiaba muchísimo, algunos días eran soleados, otros eran nublados. El cielo era como los sentimientos: cambian con el paso de los días.
Según el noticiero de la televisión, llovería todo el día y podría haber una inundación, a Michael no le importó. A Robert le caía muy bien por lo tanto, le dejaría quedarse en la casa si eso pasara además no sería la primera vez.
—Michael, ¿qué es lo que sabes de la vida de Sandy? —le preguntó Anna mientras buscaba su mano y la entrelazaba con la de ella.
—Que tiene un bebé y que es rubia natural, todos piensan que es teñida aunque realmente no lo es.
Anna rió y Michael le acompañó con la risa.
—Hablo en serio, sé que tiene un bebé porque la vi y tú también me lo contaste pero, ¿de quién es?
El cuerpo de Michael se tensó a su lado y Anna sabía que no era su hijo pero sintió miedo debido a la manera en la que su cuerpo pasó a estar rígido. Tal vez, no debería de haber preguntado esto pero la curiosidad permanecía dentro de ella y Michael conocía de la vida de su exnovia. Anna iba a hablar pero Michael le ganó.
—Digamos que Sandy tuvo una vida difícil hace poco tiempo —estaba vacilando en contarlo o no—, sus padres se habían divorciado cuando era pequeña y por lo tanto, se crió con la madre y nunca más supo de la vida de su papá y un día, llegó a la casa y estaba vacía porque Sandy estaba en el Instituto y su madre en el trabajo. —Se acomodó contra el respaldo de la cama— Empezó a gritarle a su padre que se fuera de la casa, le tiró cosas de vidrio pero no lo tocó con ninguna, corrió a su habitación y se encerró, tenía pensado escapar por la ventana cuando su padre rompió la puerta y tomó a Sandy donde la empujó contra la cama... Entonces —se refregó los ojos e iba a seguir contando pero Anna no quiso saber más, ya sabía cómo había terminado sin ni siquiera saber los detalles.
—Oh, Dios mio.
—Lo sé, Sandy me lo contó y yo no sabía qué hacer en ese momento, estaba embarazada de su propio padre, él había abusado de ella, estaba destruida.
— "Las personas que lastiman a otras mediante el acoso o el bullying suelen tener un problema en su casa" —Citó Anna una frase de un profesor que les había dado una charla sobre el acoso hacia algunos años atrás.
—Oh pero no justifica que sea una mala persona contigo.
— ¿Crees que algún día dejará de ser así?
—Cuando sepa que no es necesario descargarse contigo porque ella tuvo un mal momento, todos tenemos malos momentos, algunos peores que otros —enarcó las cejas— pero, esa no es una razón para herir a la gente, nunca será una razón decente.
—Ella no odia a su bebé ¿Cierto?
Michael sonrió y le dio un beso en la cabellera.
—Es la razón por la que siempre está feliz, ese nene la volvió a la vida... —Apoyó su cabeza contra la de Anna— tal vez, te parezca una persona que nunca está feliz pero cada vez que ve a su hijo se alegra y no le importa de que sea, sabe que es de ella y solo de ella, ese nene le da felicidad.


Let me die (Michael Clifford) Where stories live. Discover now