Capítulo diecinueve. -Let me die.

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Cuando salió del Instituto, empezó a caminar hacia el centro comercial. Tenía una cita con Nicholas, y realmente estaba emocionada por eso. La última vez que él la había visto, se fue porque no soporto verla de tal modo, y ese mismo día casi se besa con Michael pero, estaba segura que solo fue un error, no quería algo con él. Tampoco relacionarse con él de formaamistosa, eso traería problemas. Acomodó la cinta de su morral porque le molestaba en el pecho. Le dolía la muñeca, y le costaba respirar un poco así que, caminaba despacio… Total, el centro quedaba cerca, y no tardaría tanto. 
Escuchó unos pasos detrás que se acercaban con rapidez, y pensó en qué podría ser una de las tantas personas que salen a correr por el mediodía o un ladrón. Para no ser tan negativa, eligió la primera opción. Aunque cuando giró y se encontró con el chico de ojos mieles y pelo castaño claro, supo que no había acertado en ninguna de sus opciones. 
Pensó en que estaba llegando tarde a algún lugar pero cuando se posicionó al lado de Anna, supo que no era así. Ella sonrió, y miró hacia el frente. 
« ¿Qué estás haciendo conmigo, Bieber? »
Michael metió sus manos en sus bolsillos después de acomodar su mochila que colgaba de un hombro. Parecía vacía, no estaba llena como pensó que lo estaría… O dejó todos los libros en el locker o nunca los llevó a clase porque, mañana habría examen de química, una asignatura que tuvieron hoy. Anna abrió los ojos, y siguió caminando pero, ahora tenía un acompañante. 
—Oh, entiendo… ¿Te haces el bueno conmigo para que mañana te ayude en química? —Anna arqueó una ceja, y su comisura izquierda se elevó. 
Michael negó con la cabeza mientras que sus cejas se fruncían. En su frente se formaban pequeñas arrugas que le hacían parecer tierno. 
—Solo quería hablar contigo. 
Anna asintió con la cabeza. Lamió su labio inferior y miró hacia el frente. Volvía con las suposiciones en la cabeza: alguna amenaza de Sandy y sus clones o una pregunta de por qué ella hacía lo que hacía, o cosas así como solía preguntarle. No le gustaba que se metieran en su vida a menos, que ella permitiera eso. Y Michael, hacía todo lo que Anna nunca permitió… Y en parte, eso le agradaba. Le gustaba esa personalidad de rebeldía que tenía. 
« Anna, cállate. Sólo míralo, es demasiado bonito como para fijarse en ti. »
Los pensamientos negativos de su ser volvieron a parecer, hace un mes que estos se habían ido, y ahora cuando su mente había estado en paz, tuvieron que regresar. Michael movía la boca, pero ella no escuchaba. Tenía un mundo metido en la cabeza. 
Escuchó el final de la oración pero, no logró entenderla. Michael tenía un color carmesí en sus pómulos, Anna controló su mano para que esta no fuera a parar a su mejilla y la apretara como hacen las tías cuando no te ven por mucho tiempo. 
— ¿Podrías repetirlo, por favor? Estoy distraída. 
Michael suspiró, y después de unos infinitos segundos… habló. 
—Me costó decírtelo la primera vez, ahora va a costarme el doble. 
Anna se tensó. ¿Qué era tan secreto que le costó decírselo la primera vez? Ella acarició su brazo, tranquilizándolo pero, se arrepintió. Lo alejó minutos después. No quería tener contacto con él pero lo primero que hacía era aprovechar la oportunidad de tocarlo, observó sus ojos mientras se perdía en el tiempo. Michael acortó un paso la distancia, y Anna se quedó tan plantada como una planta que Michael dio otro paso para adelante. Anna bajó la cabeza, sintiendo su calor corporal contra el de ella. Subió su cabeza por su mentón, y acarició con su dedo pulgar su labio. 
—No sé qué sucede conmigo, Anna. —Susurró Michael, tensó su cuerpo. Anna no le gustaba la manera en lo que lo dijo. Él no era su tipo, y nunca podrían estar juntos. —No sé por qué me preocupo por ti como lo hago, mi mente pasa las veinticuatro horas del día imaginando que algo te está pasando… Y no lo soporto.
Anna tragó gordo. No podía ver sus ojos, así que los cerró. La respiración de Michael chocaba contra su cara como el viento contra los árboles en la noche. 
No podía seguir con esto. Tenía que alejarse de esa cercanía… Ahora. 
Pero, no fue posible. Estaba tan encadenada al momento que lo único que quería era seguir escuchando su voz en un murmuro, y sentir como su pulgar iba de arriba para abajo y viceversa por su mejilla hasta el labio. 
—Quiero… Quiero disculparme por todo lo que alguna vez te hice, ahora… yo, de alguna forma, no te deseo lejos de mí. —Michael sonrió de lado, y Anna nunca en su vida había rechazado a nadie, y ahora era la primera vez que lo iba a hacer. 
No soportaría caminar con Michael de la mano mientras Sandy la mira, y después tener que vivir con miedo porque ella podría lastimarla hasta el punto de la muerte.
No quería que le prestaran atención por salir con una persona como él. 
Además, la persona que ahora le interesaba era ese rubio con hombros grandes, hermano de Alissya, llamado Nicholas.
—Michael —Se alejó de él, terminando cualquier contacto físico. —, no puedo. 
Él frunció sus cejas, intentando captar lo que le decía. 
— ¿Qué no puedes? 
Anna se alejó más de él. Caminó mirándole unos pasos para después, alzar las manos al aire y dejarlas caer en sus piernas, chocando. Mordió su labio. ¿Cómo se hace esto? No entendía, nunca se le había presentando una ocasión así, pero siempre hay una primera vez para todo.
Lo peor de todo esto era que, en una parte de su ser, en algún lugar de todo su cuerpo… deseaba decir que sí. 
—Hay muchas personas en el mundo, y nosotros no nacimos para estar juntos. —Acomodó su morral. Estaba temblando. —Sé que puedes encontrar a alguien mejor. 
Se vieron a los ojos, y Anna se obligó a dar media vuelta y seguir caminando como si nada de eso hubiese pasado, como si fuera un recuerdo imaginario. Se presionó para borrarla de su cabeza en todo el camino al centro comercial pero, eso nunca es bueno. 
Cuando llegó a las puertas del cine, aún con su mente en cualquier parte del mundo, unas manos cubrieron sus ojos, y un olor a rosas invadieron sus poros. Sonrió. 
—Soy alérgica a las flores. —Dijo, hizo una mueca con la boca, y empezó a mover la nariz como si le molestara. Nicholas no sabía qué hacer… Y entonces, Anna dejó de hacer movimientos con las parte de su cara, y rió. Soltó una carcajada, y Nicholas al saber que había caído en su broma, la abrazó por el cuello, le dio un beso en la cabellera, y salieron para las salas donde iban a mirar una película. 
Antes que nada, fueron a comprar las palomitas, y gaseosa. Nicholas tomó una palomita de maíz, y se la arrojó a la cara de Anna, le pegó en la nariz, una pequeña parte se le quedó pegada. Nicholas sonrió. 

Nicholas tenía la cabeza recostada en las piernas de Anna mientras ambos miraban el cielo irse por el horizonte en aquella tarde, pasaron todo el día juntos caminando, hablando, y disfrutando. Alguna que otra vez, ella se desconcentraba pensando en qué estaría haciendo Michael en este momento. Empezó a pensar en por qué un chico como él se fijaría en alguien como ella. No era especial. Una chica con el mismo físico, color de piel, y ojos se encuentran por cualquier lado. 
« Les das pena, cielo. »
Anna apretó los dientes con fuerza. No se soportaba así misma en la cabeza, quiso romper algo pero, no había nada. Estaba al lado de un chico, así que intentó tranquilizarse. 
« Eres como la ropa nueva, se usa una o dos veces, luego se queda con la vieja, siendo nada, solo algo más de la colección. »
Anna miró a Nicholas un segundo, y le dio un apretón en la mano para que este lo mirara, capaz si observaba sus ojos, su mente se quedaría callada hasta que termine la cita. Era como si fuera una persona más que le susurraba al oído, y ella caía en todas sus pequeñas y malditas trampas. 
« No soy una persona, soy tu mente. »
« Estas loca. »
—Anna, quiero preguntarte algo. 
Se levantó de su regazo, y ella se sentó como indio. Nicholas junto ambas manos, y acarició la de ella con el pulgar.

Let me die (Michael Clifford) Where stories live. Discover now