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Parpadeando y con las manos temblando, Camila colocó el teléfono lentamente sobre la mesa resistiendo al mismo tiempo el impulso de estrellarlo contra el suelo para ver si así lograba mitigar lo decepcionada que se sentía; no se creía capaz de ser lo suficiente para ganar la confianza de Lauren. Con las manos en sus rodillas, tomó asiento rememorando las palabras de aquella mujer.

Con su perfecto acento inglés londinense, pedía hablar urgentemente con Lauren a nombre de su médico privado el psiquiatra Montero al cual (supuso ella) consultaba en Londres. Cuando Camila se ofreció a pasar el recado, la mujer se excusó cortésmente diciendo que se trataba de un asunto privado paciente-medico. Paciente, la palabra no paraba de retumbar en su mente sacando un millón de preguntas y posibilidades.

Camila urgía una explicación a sabiendas que de ahí procedía la verdad que tanto Lauren se negaba a compartirle, pero en lugar de esperarla para exigírselo optó por cambiarse de ropa y salir del apartamento lo más rápido posible rogando no cruzarse a Lauren de camino a la salida de éste. Al cabo de unos minutos se encontraba en la entrada esperando por un taxi que la llevase al único lugar donde podría pensar y tomar la suficiente fuerza para enfrentar a Lauren y sus demonios.

―A la bahía más cercana, por favor. ―dijo al taxista.

Se dejó caer en el asiento, sintiéndose de repente cansada y esperando llegar pronto a la playa buscando obtener un poco de consuelo frente al viejo azul.

*

Lauren, después de su acostumbrado recorrido por la bahía, regresó al departamento ansiosa por ver a Camila, pues aunque lo intentó no había logrado sacar su imagen del cuerpo desnudo durmiendo entre las sábanas blancas de su cama.

En aquella fresca mañana de cielo nublado lo único que deseaba era estar dentro de Camila, sentirla tan suya sin tener que usar cuerdas, ni propinarle azotes o esposarla a la cama; sin tener que darle órdenes o incluso exigirle roles. Solo ansiaba sentirla piel con piel... fundiéndose juntas en la intensidad de la pasión.

Pudo recordar los labios gruesos de Camila y su mirada seductora y ardiente de deseo siempre que la poseía. Entonces con el pulso a mil por hora, cruzó la sala con dirección al segundo piso sin extrañarse por lo solitario del lugar. Le había indicado a María se retirase luego de preparar el desayuno mientras que a Jeremy le concedió el día libre pues éste debía asistir a la graduación de su hijo mayor; todo aquello otorgado por un especial motivo, tener la mayor intimidad posible con Camila.

Con aquella idea en mente, Lauren subió las escaleras con la misma energía y velocidad que ponía al correr largas distancias, percibiendo también las mismas sensaciones directo en el corazón y de ahí a cada vena de su cuerpo. Su emoción creía a cada paso que daba en dirección a la habitación de Camila sin importarle siquiera su comportamiento ambiguo de adolecente hormonal. La mujer que deseaba se encontraba al otro lado de la puerta siendo esto el motivo más significativo de su felicidad que sin darse cuenta era un hecho.

Pero cuando abrió la puerta la emoción se desvaneció así de rápido como llegó, dándole paso a la amarga desilusión que la golpeó cuán martillo de acero. Lauren se adentró, viendo las sabanas revueltas que fueron testimonio de su pasada pasión vacías. Entonces con el ceño fruncido indagó.

―¿Camila?

Para cuando no hubo respuesta alguna, se aventuró en el baño sin encontrar señal de Camila ahí tampoco. Quizás y había ido a su cuarto, pero tras comprobar lo contrario su corazón empezó a palpitar rápidamente sin razón y aunque no había dado motivos a Camila por los cuales irse sin avisar, no pudo evitar la creciente presión que comenzaba oprimir su pecho amenazándola con asfixiarla.

Desnuda Tú Alma (Camren G!P)©Where stories live. Discover now