Veinticinco

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Primero un pie, luego el otro.

Cada paso que daba hasta llegar al aula aumentaba la aceleración de mi sangre. Y me bloqueaba emocionalmente.

Temía que me rechazaras.

Temía que me vieras distinto.

Que no me hayas guardado un lugar a tu lado.

Temía sentirme estúpida, porque ya me sentía imbécil.

Me asustaba la idea de que nuestra efímera amistad haya desaparecido.

Que me tuvieras lastima, porque ese es el peor sentimiento que se puede sentir hacia una persona.

Temía desagadarte.

Temía verte de nuevo con... bueno, tú sabes con quien...

Lamento no ser como ellaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora