Capítulo 2

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Siempre he detestado las despedidas.

Antes de entrar al avión trato de mostrarme firme, hacerle saber a mi madre que todo está bien, que no debe sentirse culpable por dejarme ir.

—Recuerda que te quiero. Todo lo que hago es por tu bien —Se acerca lo suficiente para depositar un beso en mi mejilla.

—Estaré en contacto. Hice un juramento —carraspeo.

Si continuo un minuto más ahí, romperé en llanto. Por ello, me armo de valor y me dispongo a caminar sin mirar atrás.
.

En el momento que puse un pie en el asfalto, alguien llega a mi lado sin ni siquiera permitirme admirar el paisaje. Toma mi mano y me obliga a caminar rápidamente.

—No puede haber presentaciones hasta que estemos seguros. La prensa es muy amarillista. Ahora tenemos que llegar al auto sin llamar la atención. Colabora, guarda silencio y mantén la mirada hacia el suelo.

Asiento y seguimos caminando.

Un hombre con una vestimenta elegante abre la puerta de un automóvil negro, —el cual, a simple vista parece ser costoso— No sé de autos, aun así hasta un novato se daría cuenta que no es cualquier automóvil. El olor a costoso se esparce por todo el auto.

El camino es muy silencioso. Por más que intento hacer preguntas no puedo, me es incómodo. No sé cómo dirigirme a aquel hombre que aparenta tener clase. Su silencio me mata. Si tan sólo pudiese admirar el paisaje me bastaría, pero los vidrios polarizados no lo permitieron y soy bastante quisquillosa como para pedir su autorización para bajarlos.

En cuanto el automóvil se detiene ambos salimos, el hombre ayuda a bajar el equipaje, posteriormente me indica el camino. No pude agradecerle ya que la maravillosa vista que tengo enfrente me deja anonada. Jamás imaginé que la casa fuera tan enorme. En esta viviré un tiempo y no puedo creerlo.

Si la vivienda por fuera es digna de admirar, por dentro mucho más. Cada detalle me confirma que está llena de lujos. Dispone de una escalera de madera pulida combinada con mármol para guiarlos hasta la parte alta, un comedor en el que podrían comer diez o más personas, una sala de estar con diseño vintage y un piso bien pulido.

—¡Wow! —murmuro maravillada.

Tan pronto vuelvo a la realidad, siento vergüenza por la ropa que porto. Un pantalón desgastado, una playera con estampado de corazones no me da una apariencia formal y mis zapatos favoritos —muy deteriorados— Si hubiera sabido a qué tipo de casa llegaría, hubiera optado por usar ropa formal.

—Así que mi Eva está aquí.

Me giro de inmediato al oír aquella voz. Me encuentro con un hombre de edad avanzada que me mira sin pudor. Por un instante llego a sentirme intimidada como un ratón nervioso, buscando una salida.

—Hay muchos detalles que te hacen distinta a mi sobrina, pero por suerte se pueden corregir.

Doy un paso atrás cuando el hombre en un par de zancadas llega hasta donde me encuentro parada. Trago saliva intentado ocultar el nerviosismo.

—Puedes retirarte —Con un ademán pide al otro que desapareciera. Éste hace reverencia y procede a marcharse.

Él vuelve a centrar su mirada en mí, segundos después habla: —No eres tan alta como ella, por suerte hay solución inmediata; puedes usar tacones. Tu cabello llega a la cintura, tendrá que ser cortado hasta la altura de tus hombros. Gracias por mantenerlo al natural. Por los ojos no hay problema, son del mismo color; avellana —esboza una sonrisa que borra al darle un vistazo al tono de mi piel o tal vez a mi vestimenta—. ¿Qué le pasó? Está muy descuidada. >>El sol te la ha dañado. Bueno, con un tratamiento especial podrás recuperar el tono de tu piel. Eva suele cuidarla muy bien y tenemos que hacerlo contigo. Dos semanas y media es lo único que tenemos para estos cambios. Supongo que en lo de tu peso no podemos hacer mucho. Por más que te sometas a dietas no obtendrás un cambio en poco tiempo, diremos que comiste de más. Unos kilos de más no es gran problema. Estoy seguro que no notará la diferencia.

Tengo un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora