Capítulo 4

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Más que enojo siento tristeza. Otra cosa que puedo compartir con Eva. Ella también perdió a sus padres en la guerra que marcó a Fragia.

Suspiro, intentado olvidarme de los recuerdos tristes y me concentro en el presente. Mi ritmo cardiaco se aceleró cuando el príncipe Argus dijo que llamaría a Lucas. No puedo ver a ese tipo por ningún motivo, si es tan malo como el señor Demián dice lo mejor es que me mantenga alejada de él. Para terminar, nunca imaginé que el príncipe fuese tan guapo. Su cabello castaño sobresale entre las personas, sus ojos grises, piel bronceada... acepto que le di un vistazo a su cuerpo. Puedo decir que a simple vista parece perfecto, pero con el carácter que se carga, desaparece el encanto.

No me percato que hemos llegado a la mansión hasta que la puerta del auto se abre y el chofer me tiende la mano para que salga.

—Gracias —digo. El hombre hace reverencia y se marcha.

Entrando me encuentro con el señor Demián en el comedor.

—¿Quieres sentarte a comer?

—No gracias, ya estoy satisfecha —respondo.

—Toma asiento. Quiero que me acompañes mientras como —señala el asiento de su lado.

No quiero contradecirlo. Tomo asiento y espero a que diga algo.

—¿Cómo te fue con la familia real? ¿Pudiste llevar la situación? —pregunta curioso.

Suelto un suspiro. —Todo estaba marchando bien hasta que la hija malcriada del rey se entrometió haciendo comentarios negativos de mi persona.

—¿Sabes? Hace dos meses, lo que acabas de decirme lo dijo ella. Furiosa y harta del comportamiento de esa malcriada. No siempre el plan funcionará como lo planeamos, tendremos obstáculos. Debemos ser más inteligentes y así poder derribarlos.

"¿Cómo lo planeamos?" No recuerdo haberme puesto de acuerdo con él, simplemente fui arrastrada a hacer algo que cargará por siempre mi conciencia, pero más grande sería mi sufrimiento si mi madre muriera por no ser operada a tiempo.

—La ropa que uso es muy cómoda. Creí que usaría vestidos como en las películas de novelas históricas.

Por suerte no tengo que usar vestidos incómodos, claro, si tengo que vestirme de manera formal. No obstante, los vestidos esponjados no se utilizan.

Hoy, por ejemplo, fui a recibir al príncipe al aeropuerto con una falda blanca que me llega a las rodillas, una blusa cómoda, sobre ella un saco negro.
En cuanto me vi al espejo sonreí impresionada por la apariencia que me daba.

—Fragia ha sabido adaptarse al cambio. Estamos en el 2015, sería muy extraño usar vestimenta de nuestros antepasados. Aunque no creas que nuestras costumbres han desaparecido, eso ha quedado intacto. Seguimos con las tradiciones de nuestro reino.

Sé que la charla termina en cuanto vuelve a saborear la comida. Pero... me parece justo que me permita salir a dar un recorrido. Desde que llegué no lo he hecho y necesito distraerme, sino lo hago me volveré loca con tantos problemas.

—Me preguntaba si puedo salir a dar una vuelta. Este día me ha dejado atareada, con un poco de aire fresco podré relajarme.

Él parece pensarlo y duda sobre mis palabras, poco después habla.

—Bien, pero la cocinera Rita irá contigo. No es bueno que salgas sola, puede ser peligroso. Y recuerda no hablar más de lo necesario. Por más amigas que son, no debe enterarse de lo que sucede ¿De acuerdo? —Me da una mirada desafiante que me pone la piel de gallina.

—Me parece bien.

Él grita el nombre de la cocinera. Cinco segundos después sale y se para frente a él.

Tengo un secretoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora