1. Bienvenida a Beacon Hills

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Mia

Una moto.

Isaac.

Una chica.

Dos Alfas.

                  

Eso es lo que recuerdo de mi sueño/visión. No había tenido ninguno desde que me fui de Beacon Hills. Y ahora, que estaba regresando a mi antigua casa -me dormí en el auto- lo tuve. Fue demasiado extraño y difícil de explicar.

Solo sé que los Alfas iban tras Isaac, pero no murió, ni él ni la chica. Que, creo, era quien conducía la moto. Los Alfas los perseguían. Luego, ellos se volvieron uno solo, me hizo recordar a la fusión de Trunks y Goten.

―Tu celular antiguo será devuelto ―dijo el donante de esperma―. Pero quiero advertirte sobre tus amistades, no apruebo a las nuevas. En especial a ese chico, el hijo del alguacil.

―No sabía que te importara con quien me juntaba.

―Lo que me interesa es que no te vuelvas una de esas mocosas que se acuesta con cualquiera. No quiero ser abuelo. Te lo advierto, Mia, si quedas embarazada, te vas de la casa.

― ¡Oh por dios! No voy a quedar embarazada, pero gracias por darme el ultimátum. Solo faltaba eso para coronarte como un padre de mierda.

― ¡¿Qué has dicho?! ―gritó.

Ups... se me escapó.

―Nada, olvídalo.

―No vayas por ese camino, Mia, he sido muy paciente contigo hasta ahora. No me hagas cambiar de opinión.

―Bien, lo lamento... ―lamento que seas mi padre... maldito bastardo.

Cuando llegamos a casa me entregó mi antiguo celular, también iPhone, pasé los contactos antiguos a mi nuevo celular y busqué a Isaac. Lo llamé, pero no contestó.

Para: iSaac
Necesito que te mantengas alejado de donde sea que estés planeando ir. Llámame en cuanto leas esto.

Diablos, ni siquiera sé si todavía tiene celular o no. ¿Debería llamar a Scott? ¿Stiles? Tal vez contactar a Derek sea mejor. No, esperaré una hora, si no contesta, contacto a los demás. Se supone que el sueño fue de noche y aun es de día.

Tenía como diez maletas yo sola. Así que las subí todas a mi antigua habitación, no necesitaba ayuda para hacerlo, tampoco es como si mi padre fuera a ofrecer su ayuda o a dármela si se lo pidiera. Ahora que estoy en mi cuarto, me doy cuenta de que mi closet es pequeño. Tendré que comprar un ropero.

Lo primero que coloqué fueron los recuerdos de mi mamá, fotos y todo lo que era importante y valioso. Tal vez no valioso porque fuera costoso, pero era valioso sentimentalmente. Al final, eso es lo que cuenta.

Estaba empezando a poner mis libros en mi estante. Por suerte, todo estaba limpio, al parecer alguien había venido a limpiar todo antes de que nosotros viniéramos. Me pregunto quién se encargó de dejarlos pasar...

― ¡Mia! ―gritó alguien.

― ¡Lydia! ―ella acababa de entrar por la puerta y ahora estaba sobre mí.

―No puedo creer que ya estés aquí ―dijo―. Me debiste llamar, me enteré por mi madre.

―Lo lamento, pero se supone que no debía tener contacto con ustedes, pero ahora que estoy aquí, esa regla se ha roto ―sonreí.

Lydia tenía lágrimas en los ojos. ―Sigues vistiendo como te dije, estoy tan orgullosa.

Rodé los ojos. ―Claro, no me ves por varios meses y esto es lo que te llama la atención de mí.

Siare | EMPE #3 | Stiles StilinskiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora