Capítulo 10: En batalla, todo vale (e)

163 50 33
                                    

Este capítulo es uno de mis favoritos de momento. Espero que estéis preparadas para emociones fuertes amores míos.

Capítulo 10:  En batalla, todo vale 

═══════ ≪ •❈• ≫ ═══════

 
Asegurándose que la liga que sujetaba su trenza estaba bien anudada, Media Luna miró al frente analizando sus alrededores. Estaban delante de la casa, a una veintena de metros, en el claro delimitado por robles y encinas que la había visto crecer. La hierba bajo sus pies descalzos se sentía fría y húmeda por el relente de la madrugada todavía en sus hojas. Mirando al cielo pudo ver como los primeros rayos del sol atravesaban las nubes como dagas doradas. Inclinando la cabeza hacía la derecha, y con la mirada fija en la copa de una de las encinas cercanas, Media Luna intentó ver el campo de fuerza que cubría la zona. Utilizado para insonorizar el campo, y volver invisible su hogar, aquel escudo la había acompañado desde que tenía memoria. Cruzarlo era como pasar a través de una membrana de agua que no te mojaba, pero que te llenaba de electricidad. Un leve destello verdoso, junto a una ardilla que las observaba curiosa, era prueba de que seguía allí. 

Moviendo sus hombros, para aligerar la tensión en ellos, miró delante de ella. A unos quince pasos se encontraba Ananías remangándose el vestido con expresión altiva y despreocupada. 

«¡Cómo detesto su frialdad!» farfulló para sí misma Media Luna mientras hacía crujir sus nudillos.

«Bloque de hielo desalmado» siguió quedándose la joven. 

Junto a la casa Clarissa las miraba sentada en la mecedora de la terraza con una de sus tacitas de té entre los dedos. A sus pies Nosferatus dormía plácidamente, ajeno a la tensión que había en el claro.

«¡Felino malcriado!» pensó Media Luna rechinando los dientes. La situación se le antojaba injusta. ¿Por qué había tenido que elegir lo más difícil? Hacía años que no lo había hecho… ¿Por qué ahora?

La ira, que hacía tiempo creía haber desterrado, asomó sus garras de nuevo. Respirando intentó calmar aquellas emociones. Necesitaba estar centrada y analizar los movimientos de su oponente si quería tener alguna posibilidad. 

Un combate contra Ananías implicaba una lucha sin piedad. Daba igual la edad de la joven, o el estado en el que se encontrase, los golpes y hechizos de Ananías no se detenían hasta que Media Luna se rindiera. Las normas eran sencillas: todo valía en aquel campo de batalla. El engaño, la mentira, el juego sucio... Podía contar con los dedos de una sola mano las veces que había logrado desarmar a su tía: una vez. 

«Justo el día antes de mí cumpleaños… ¿Qué habré hecho para enfurecer a los dioses?» se preguntó entre lamentos. 

Al otro lado del área, Ananías levantó una de sus cejas. En respuesta a la pregunta no verbalizada Media Luna asintió, con desgana, dando señal de que iniciaba el combate. 

«Vamos allá…»

Moviéndose lentamente hacía la izquierda, casi arrastrando los pies descalzos, la joven inspiró y expiró. Con todos sus sentidos centrados en su tía, que la observaba hierática como una estatua, movió sus dedos a la espera de que un cosquilleo se apoderase de ellos. Esa sensación fría deslizándose por sus venas que alimentaba cada poro de su ser. En medio de la naturaleza, con miles de partículas de maná flotando en el aire, Media Luna se sentía viva. Justo cuando empezaba a notar aquel hormigueo dulce bajando por su espalda su tía lanzó el primer ataque. 
Fue un disparo rápido, veloz como una flecha, formado por una masa oscura heterocíclica que tenía como objetivo final acabar con ella. Bajando su centro de gravedad, para asentar su posición, y apretando los dientes por el esfuerzo, cruzó las manos para al desplegarlas proyectar un escudo frente a ella. La fuerza del impacto arrastró su cuerpo varios centímetros hacía atrás y deshizo parte de su trenza. Al levantar la cabeza la silueta de su tía había desaparecido. 

La chica de la Media Luna (1)Where stories live. Discover now