"No estorbes".

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Todos lo habían notado.

¿Y como no hacerlo?
Todos en club de natación de Iwatobi y allegados lo habían hecho.

Todos habían notado que últimamente Makoto estaba de un humor de los perros, que digo de los perros, parecía un león bastante arisco. Nada lo tenía contento, refunfuñaba e incluso gruñía a menudo.

–¿No crees que Mako-chan está de muy mal humor últimamente?.

Nagisa parecía preocupado por la situación ya que era su deber mediar en estos casos pero en este en particular no sabía ni por donde empezar.

–Sí, no se ve lo que se dice normal después de lo de ese día.

Rei también abogaba por la paz en el equipo así que tambien le concernía. El rubio asintió y enfocó su vista al ceño fruncido del castaño que miraba con ojos celosos a Haru. Exacto. Celosos.

Regresando al "otro día" después de que Makoto se llevara de la mano a Haru muy a la fuerza después de ver como Yamazaki le había regalado la mitad de su paleta de hielo y los celos hayan eclosionado en su cabeza, lo llevo a su casa y ahí lo dejo sin escuchar las quejas del moreno.
Desde ese día Makoto había estado envuelto en un aura amenazadora, que era sinceramente escalofriante.

–Haru ya debemos irnos–ordenó en voz lo suficientemente alta como para que medio planeta lo escuchase.

Haru detuvo su nado para mirarlo fijamente y después asentir sin mas, sumiso ya que odiaba discutir por pequeñeces.
Apenas y el moreno había salido del cobijo del agua, Makoto lo enrolló completamente en una toalla enorme sin que Haru dijese algo al respecto, otra vez. Aceptaba con taciturna docilidad la extrema sobre protección de Makoto quien pareciese mordería a cualquiera que se le acercase lo suficiente. No era idiota pero concedía a su mejor amigo cierto control sobre de él.

Algo llamado "confianza".

Makoto dejó al Haruka cambiarse mientras Nagisa y Rei acomodaban sus cosas en medio de esa atmósfera tan tensa. Nagisa instintivamente evita el contacto con Haru ya que sinceramente parecía que Makoto odiaba a todos menos a el quien por cierto seguía tan imperturbable como siempre.

Esto se fractura cuando Haru decide hablarle.

–Nagisa.

–¿Haru-chan?-inquiere Nagisa mirando al mas alto.

Un sonido extrañamente amenazador salió de la garganta de Makoto, el pequeño rubio sufrió un escalofrío.

–Te quedaste con mi suéter el otro día.

Nagisa asiente y le sonríe radiante a Haru quien le regresa la sonrisa. El ambiente se aligeró enormemente, de pronto se sintió cómodo a su lado.

–Ahh si, mañana te la devuelvo – responde con ligereza mientras se acerca a Haru con algo mas de confianza–¡Por cierto, estaba pensando en ir al cine este fin de semana!

–¿Al cine?.

–Oh si, Nagisa-kun quiere ir a ver la de Kun-fu panda 3–responde Rei con suavidad–Los de Samezuka vendrán, al parecer.

–¡Cierto, pero Rin-chan no estaría!¡sigue en Australia!–recuerda Nagisa con un puchero fingido.

–Entonces iríamos con Momotarō-kun, Nitori-kun, creo que Gou irá tambien. Rogemos porque Kisumi no aparezca.

–¡Ahhh y también irá Sou-chan!

Un gran error.

Makoto se tensó al escuchar aquello pero lo que le hizo perder los estribos fue el hermoso brillo que asoló las pupilas de Haru, aquello tuvo la desgracia de hacerlo salirse de sus casillas.
Con una fuerza descomunal tiró del brazo de Haru y sin decir nada mas comenzó a caminar hacia la salida.

Haru decidió no decir nada. Ya hablarían en su casa.

(...)
–Estás raro–declaró

–Estoy bien –respondió dando media vuelta

Dispuesto a irse de ahí sin mas pero el agarre de Haru en su camisa lo hizo detenerse pero no volteó a verlo, en cambio, dio un suspiro tembloroso y endulzó la voz antes de hablar.

–No está bien, Makoto.

–No pasa nada.

–Técnicamente hoy casi le ladras a Nagisa, a Nagisa por dios ¿Qué te ocurre?-dice con suavidad y sin levantar la voz pero evidentemente alterado.

–No ocurre nada, Haru. Me tengo que ir–dice el castaño cortante.

Siente la urgencia de salir de ahí antes de cometer una estupidez. Como besarlo, por ejemplo.

–Makoto...

La voz del menor se quebró un poco.
Entonces el susodicho volteó a verlo con rapidez, casi se rompe el cuello, en realidad.

Se le congeló el corazón al verlo.

Eran pequeñas y brillantes lágrimas las que se resbalaban por las mejillas del moreno, su labio temblaba ligeramente y lo miraba fijamente. Sintió su corazón debatirse en su pecho, gritándose "idiota" mentalmente por haber sido tan bestia. Tan estúpido y celoso. Rodeó al menor con sus fuertes y grandes brazos, haciéndose un lío, intentando reconfortar al menor quien soltaba sollozos suaves y el cual enredó sus delicados brazos en el cuello del castaño.

¿Qué estuvo a punto de hacer?¿Que es lo que hacía?¿Por qué lo hacía? Era un tremendo idiota por haberse comportado así, ¿Es que acaso no tenía un poco de control?. No solo con Haru, sentía una pena enorme con Nagisa y con Rei por su estúpida actitud.
Sentía a Haru vibrar angustiado en sus brazos y no pudo resistir las ganas de darle pequeños besos en las mejillas y en la cabeza los cuales tuvieron la virtud de calmar al menor, se odió a si mismo en el momento que Haru lo miro con ojos llorosos.

Pero para el menor fue diferente, miró a Makoto, aun estando en sus fuertes brazos
Miró los ojos de su amigo y ahí pudo encontrar ese hermoso verde cándido que había buscado durante esos días. Se había martirizado pensando en que había hecho algo mal y ahora Makoto lo odiaba.
Podía ver como los ojos del castaño volvían a su precioso tono original. Suspiró aliviado volviendo a esconder el rostro en el desbocado pecho de Tachibana.

Porque claro que le importaba. Lo amaba.

Haru se negaba a perder a Makoto, era importantísimo para el y se encontraba sumamente confundido con su actitud.

–Lo siento tanto–susurra hundiendo la nariz en el sedoso pelo del pelinegro quien no dijo nada durante un rato–Fui un poco idiota.

–Si, muy idiota en realidad-agrega

–¡He dicho lo siento!–exclama mostrando un rostro de cachorrito arrepentido lo cual lo hace reír.

Haru lo miro alegre; su amigo, el Makoto que el quería. Había regresado.

–¿Me dirás el porque de tu extraño comportamiento?

Makoto aparta la mirada. Sabía que Haru no tendría problema en leerle con facilidad.

Porque la verdad era que no estaba listo para confesarse.

Suspiros RobadosWhere stories live. Discover now