Suspiros Robados

"Perder"

Haruka se detuvo en el marco de entrega de la sala, se recargó con suavidad. Miró a Makoto quien no había dicho media palabra y se negaba a levantar la mirada del suelo.
En vista del silencio, Haruka se aventuró a hablar primero. 

—¿Podemos hablar?—su voz sonaba trémula y no muy convencida. No obtuvo respuesta—Makoto, tenemos que h–

—¿Quién era?—le interrumpió, hosco y seco.

—¿Qué?

—¿Quién llamó a la puerta?

Haru no supo porque pero tenía la certeza de que la respuesta no le sentaría bien. Aún así, no encontraba sentido el mentirle.

—Sousuke.

Makoto siguió sin moverse, en su lugar suspiró hondo. Y se derrumbó. Alzó la mirada hacia él y se dejó ir al encontrarse con sus bellos ojos azules.

Amar a Haru era tan sencillo. Tan simple y natural que nunca se sintió mejor que a su lado.
Y siempre creyó que Haru lo amaría de vuelta, no solo de la manera en que ya lo hacia, porque Haru lo amaba. Oh por supuesto.
Haru lo amaba mucho. Pero definitivamente no tanto como él.
Así que esto dolía, dolía demasiado y no sabía cómo iba a poder mirarlo después.
Haruka se acercó a él, tanto como pudo y Makoto tomó su mano, desesperado por aferrarse a algo.
Con un último suspiro finalmente lo dijo, sin realmente sentirlo.

—Te amo.

Haruka no era tonto, ni tampoco denso. Estaba perfectamente consciente de lo que aquellas palabras acarreaban a su relación, aún y con eso, no podía procesar el mundo de emociones que Makoto ponía en sus manos. Se sentía anestesiado de pronto.
Makoto gimió como un animalillo herido cuando notó la mano del pelinegro alejarse lentamente de la suya. Su corazón cayó hasta el suelo.
De pronto deseó no haber dicho nada e intentó repararlo.

—Yo, e-eh no...H-Haru, por favor, no, no, no. Lo siento, de verdad, l-lo siento mucho. No quise...

Estaba entrando en pánico, notó las lágrimas resbalarse sin límites por sus mejillas.
Haru lo miraba sorprendido, con una expresión indescifrable y por primera vez en toda su larga carrera de amistad, no supo en que demonios estaba pensando.

Y es que Haruka no estaba pensando nada realmente, todo era un desastre demasiado intrincado como para encontrarle explicación. Y por eso, quería huir. A ningún lado en concreto, con nadie, solo huir. A donde sea que Makoto no estuviera para verlo con tanto dolor.
Haruka sabía que no era justo.

—¿Por qué...?—murmuró suavemente, sobresaltado al castaño quién sollozó—Yo creí que tú nunca me verías con esos ojos.

Haruka no lo entendía.
No cabía en su cabeza que Makoto lo amara de tal forma. Y que doliera tanto. Lo miró de pronto notando sus lágrimas.
Sujetó su rostro con ambas manos, sorprendiéndolo, comenzó a enjugar sus lágrimas con delicadeza, como un autómata. Secó sus lágrimas con diligencia y acarició su cabello para detenerlas en definitiva.
Y es que Haruka jamás soportó el verlo llorar y no podía pensar en nada más hasta que se detuviera.

Makoto sujetó una de sus manos con suavidad mientras limpiaba su rostro.

—Nunca pensé que esta sería la manera en que te lo diría.

Haru lo miró detenidamente y lo supo. Habló con aspereza.

—Porque no pensabas hacerlo.

Y tenía razón. No pensaba hacerlo. No mientras Haruka estuviera seguro entre sus brazos.

—L-lo siento, debí...

—No lo sientas, no te disculpes por algo como tus sentimientos.

Él negó energéticamente con su cabeza.

—He sido un idiota estos días. No he sabido lidear con todo esto. No he sido yo—masculló con frustración brotando de su voz. Haru ni siquiera tuvo que preguntar.

—Estabas celoso.

—Sí.

Ahora todo era tan malditamente claro que Haruka quería darse de topes contra la pared. Por supuesto que era eso.
Y eso lo hacía sentir como una mierda.

Toda ligereza en el corazón de Haru desapareció con la mirada suavísima de Makoto.

—No quiero que estés con él—declaró con timidez pero con la suficiente determinación como para remover el interior de Haru.

—¿Por qué?—era una pregunta tonta pero la sentía necesaria.

—Porque él jamás te amará con yo.

Haru se asustó al pensar: "Puede que tengas razón".