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(Daniel)

— ¡Daniel, el teléfono!—mamá grita desde la cocina.

Estoy en mi habitación, tratando de entender estos confusos pensamientos que tengo desde el martes, cuando Mery y yo nos quedamos encerrados en el sótano. Estuvimos allí quizás unos cuarenta minutos. En ese corto tiempo, probablemente pude compartir más con ella de lo que lo hago con Claudia.

Estoy en serios problemas.

Cojo el teléfono y asomo la cabeza a mi habitación. — ¿Hola?

— Hey, DO. Soy Ángel.

— ¿Qué pasa?

— Es Domingo—dice Ángel con un tono demasiado alegre.

— ¿Y?—digo yo.

— Vamos, amigo, no me digas que has olvidado nuestro ritual. Alberto, Sergio, tú y yo...—lo recuerdo. Domingos por la tarde viendo el fútbol. No se permiten gallinas era nuestro lema.

— Voy a por Sergio en diez minutos. A esa hora quiero que estés listo—dice, y la línea se corta.

Estoy en una disyuntiva. Me había prometido a mí mismo que iba a dormir todo el día. Pero si quiero volver a la rutina normal, el fútbol de los domingos no puede ser rechazado.

Tomo una ducha rápida, creerme que estoy acostumbrado a este tipo de duchas. Y cuando estoy vistiéndome con ropa cómoda, escucho a mamá hablar con Ángel en las escaleras. "Estoy tan contenta de que hayas llamado a Daniel. Eres un buen amigo. Aquí hay algunas sobras de comida china de anoche." Os juro que es como una maquina fuera de control.

Cuando llego a la planta baja Ángel me dice: — Tu madre es genial, DO. Mira todas las cosas que ha preparado para nosotros.

Echo un vistazo a la bolsa de comida. A mi madre le ha dado por volcar la mitad de la comida de nuestra nevera en la bolsa. Me acerco a abrazarla, pero ella coge un trapo y comienza a limpiar fuera de la cocina, cuando me acerco. — Iros—dice.— Y pasároslo bien.

Ya en casa de Sergio tenemos que esperar a que empiece el partido que veremos. Es del Madrid contra el Valencia. Antes de que me arrestaran, yo podría haberte dicho la fecha de cada partido y los jugadores que competirían.

Apenas puedo esperar a que empiece. Los chicos no tienen ni idea de cuanto echaba de menos esto.

Pf, nisiquiera yo podría darme cuenta de cuánto lo echaba de menos.

Tengo a Claudia otra vez y a mis amigos. Tengo que olvidar a Mery. Estoy seguro de que pienso tanto en ella porque trabajamos juntos. Volví a Paraiso con la misión de recuperar mi vida y volver a la normalidad. Recostado en el sofá y viendo el partido me doy cuenta de que esto no está nada mal.

Hasta que Sergio empieza a lanzarnos una lata de cerveza a cada uno.

— ¿De dónde las has sacado?—pregunta Alberto.

— Son del cuatro de Julio. Cogí un paquete a espaldas de mis padres y lo escondí. Mi madre nisiquiera sabe que falta uno.

— Así se hace, hombre—dice Ángel.— Es momento para celebrar.

Alberto y Ángel cogen las suyas y las abren de inmediato. Cojo la que me lanzan a mí. Sergio alza la suya. — Por una buena temporada.

Dejando Paraiso ||Completada.Where stories live. Discover now