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(Daniel)

He quedado con Ángel en el parque para hacer unos pases.
Estaba practicando un tiro libre cuando aparca su todoterreno.

— Aparentas ser alguien de mediana edad encima de esa cosa—digo. Él me dirige una falsa mueca como si se sintiera insultado.— Es mejor que el trasto que tú conduces.

— No tengo ninguno.

— Exactamente.

Nos quedamos enfrentándonos el uno al otro. Digo lo que debe ser dicho. — Oye, respecto a Claudia y a tí. ¿Qué tal si hacemos una tregua?

— Es justo.

Le paso el balón. Él regatea la pelota lejos de su cuerpo, así que lo empujo y se lo quito.

— El basket aún no es lo tuyo, ¿eh?—corro por la pista pasando la pelota de un lado a otro.

Él arrastra los pies hacia delante y atrás, siguiendo cada uno de mis movimientos. Cuando me detengo, tiene los brazos levantados y está preparado para bloquear mi tiro. — Llévame a un tapete de lucha y te patearé el culo.

Tiro. Rebota fuera del aro y Ángel coge el balón.

Es un jugador ansioso. Corre a través de la pista y lanza demasiado rápido, fallando por unos metros de distancia. Vuelvo a poner el balón en juego. — Eres un juego fácil, Ang—digo.— Te inmovilizaría en menos de un segundo.

— Pon dinero en vez de palabras por medio, grandote, mañana después de clases.

Le rodeo y encesto. — Tengo que trabajar.

Él coge la pelota. — Siempre dices lo mismo, pero nunca donde. Hay rumores de que eres homo y te ves con tu amante después del insti. ¿Es él quien te ha hecho esos moratones en la cara?

Mis músculos empiezan a tensionarse. — No me vengas con esa mierda.

Ángel me esquiva alrededor de la cancha, tiene los ojos puestos en la cesta. — ¿Y si no qué? ¿Vas a amenazarme como hiciste con Alberto?

Mi amigo lanza el balón, encesta. Sostengo el balón bajo de mis brazos parando el juego. — Él intentaba sacarme de quicio y lo sabes—cruza los brazos sobre su pecho.

— Has cambiado, Dani, nisiquiera te reconozco. Y esto no tiene nada que ver con Claudia.

— Eso no es más que una mentira. Sigo siendo el mismo.

Se ríe. — Siempre estás a la defensiva. Todo el mundo lo sabe, excepto tú. Esa es la parte escalofriante.

No, la parte escalofriante es que la gente no se da cuenta de cuanto han cambiado ellos. — ¿Así que todo el mundo sigue igual menos yo?

— No, tío. Todo el mundo ha cambiado, nadie sigue igual. Pero tú eres el único que no llega a aceptarlo. Ya no estás saliendo con Claudia y ya no eres el semental de la lucha. Ahora tan solo eres un tipo malo, un amenazante exconvicto.

Le voy a enseñar yo lo que es ser un amenazante exconvicto. Regateo el balón, y cuando Ángel se mete en mi camino lo empujo, tirándolo al suelo,  antes de lanzar.

— ¡Falta!—grita.

— Has dicho que tenía que aceptar que sea un tipo malo, un exconvicto. Solo estoy poniendo en práctica tu sugerencia.

Le tiendo mi mano. Me da un mirada desconfiada, y me agarra de la muñeca mientras lo levanto. Marco tres canastas más y recupero el balón dos veces de las manos de mi contrincante.

— ¿Sabes qué necesitas?—pregunta mientras se limpia el sudor de la frente.

— ¿Un nuevo mejor amigo?—sugiero.

— No. Una novia. Nombra a una chica que creas que está buena. Solo un nombre.

— Mery Dail.

— Va enserio Dani. Di una.

— Lo digo enserio.

— Chaval, eso es enfermizo. Fuiste a la carcel por su culpa.

— Soy consciente de eso.

— ¿Estás diciendo que te pone Mery Dail? ¿Tu vecina? ¿La chica que camina raro porque la atropellaste con tu coche?

— Ángel, estás empezando a ser como Alberto.

Él está confundido, tratando de entender lo que acabo de admitir. Tras unos segundos rompe a reír. No puede parar y se tira al suelo en su histeria, tocándose la barriga. — ¡ Eso es....de risa!—grita cuando puede respirar—. Dios mío, no puede ser verdad....—dice, y vuelve a reír exageradamente.

Estoy considerando seriamente patearle el culo. Pero él no es Alberto o Pedro, es Ángel. Cojo la pelota y me voy a casa, pero no sin antes decirle que se vaya a la mierda.

No hay nadie en casa; tengo la casa para mí solo. Quiero gritar hasta desgastarme los pulmones, pero cuando estoy apunto de hacerlo suena el timbre. Ángel es estupido si es tan idiota de venir a mi casa a reírse en mi cara otra vez. Tal vez, puede que llegue a usar su cabeza como bolsa de boxeo.

Pero abro la puerta y mi ex mejor amigo no está enfrente de mí. Es Claudia, mi exnovia. Labios brillantes y todo eso. —Hola—dice.

— Hola.

— ¿Están tus padres en casa?

— No—ella ya sabía que no estaban.

— ¿Puedo pasar?

Abro más la puerta. Va directamente al piso de arriba, hacia mi habitación. Miro su espalda y mis ojos se enfocan en el tanga que le sobresale por encima del short, antes de seguirla.

Entro y cierro la puerta como siempre hacía cuando estábamos a punto de enrollarnos. Me apoyo contra la puerta y la miro. Pero esta vez no va a pasar nada. Lo sé. Ella obviamente no lo sabe, lo deduzco por la forma en la que va vestida. Lleva una camisa con un escote ridículamente bajo, tiene las tetas a milímetros del borde. Y sus short enseñan mucho más de lo que me gustaría que una novia mía enseñara. Pero ella no es mi novia, es la novia de Ángel.

Claudia pasea por mi habitación, toqueteando mi escritorio, mi armario, y mis estanterías. Cuando levanta mi espada de luz y la enciende, estoy tentado a decirle que no toque nada más.

— ¿Cuándo vas a tirar estos juguetes?—pregunta, agitándolo en el aire. No respondo.

Suspirando dice: — Se que Ángel te contó lo nuestro. Pero aún te quiero y lo sabes.—ella cierra la distancia entre nosotros, tan cerca que llego a oler sus labios de cereza. Los lame y se inclina para besarme.

Aparto la cabeza. — ¿Qué haces? ¿No tienes bastante con un novio?

— Os quiero a los dos.

— Esto se ha acabado, Clau. Se ha acabado.

— No ha terminado y lo sabes. Porque....sé que suena egoísta, pero es verdad....no quiero que nadie más te tenga.

— Termina con Ángel. El chaval quiere casarse contigo.

Se ríe. — Mis padres creen que es digno para mí, así que les sigo el juego. Además, necesito un novio con el que pueda estar en público. Pero puedes ser mi novio oculto, Do.

— Eso nunca pasará.

— ¿Quieres apostar algo?—da un paso hacia atrás, apuntándome con el láser, y roza la fina punta contra mi cuello. Una malvada sonrisa sale por sus labios. — Puedes ser mi pequeño secreto. Te gusta guardar secretos ¿verdad Dani?

Se me acelera el pulso, y el ambiente en el cuarto cambia de manera instantánea. Un pensamiento arde en mi cabeza....lo sabe.

— ¿Qué quieres?—digo sin alterar la voz.

— DO, no te preocupes. Solo te quiero a tí—va bajando la espada luminosa y se lanza a por otro beso.

Ya no me aparto.

Dejando Paraiso ||Completada.Where stories live. Discover now