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-Qué vas a hacer? –le preguntó Telma a Emilia.
Habían estado hablando por horas. Emilia no le había contado con detalle cómo fueron las cosas, pero no necesitaba hacerlo. Ella estaba tan mal, sintiéndose tan destrozada, que era fácil imaginarse cómo había sido el suceso.
Además, fuera como fuera, así fuera de tu propio novio, o esposo, una violación era eso: una violación. ¿Cuánto más de un desconocido que la había visto y atacado sólo porque le había placido?
-No sé qué hacer, Telma.
-¿No lo pudiste reconocer? –Emilia negó secándose con la palma de la mano las lágrimas.
-No.
-Dices que te fuiste de allí y él se quedó... ¿Cómo es que no fue él el que huyó primero?
-Se quedó... se quedó inconsciente-. Telma frunció el ceño.
-¿Estaba ebrio?
-No lo sé. No olía a alcohol... Telma... No quiero hablar de eso más.
-Lo siento por ti, pero vas a tener que hacerlo.
-¿Por qué?
-¿Acaso no piensas denunciarlo? Todavía estás a tiempo, tienes tres o cuatro días para mostrar las evidencias.
-No quiero que nadie más lo sepa.
-Nadie más lo sabrá excepto los profesionales, y ellos guardarán tu secreto. Emi, ¡esto no se puede quedar impune!
-Pero no sé quién es!
-Pero, ¿lo reconocerías si lo volvieras a ver? –Emilia cerró sus ojos. Sí, pensó. Reconocería su voz, su perfume, y los rasgos generales de su rostro.
-Sí, creo que sí.
-Con eso es suficiente. ¿Vamos?
-¿Ya?
-¡Claro que sí! ¡No podemos perder más tiempo! –Emilia miró al frente apretando sus labios. Respiró profundo y asintió.
-Me ducharé primero.
-Es obvio. Hueles a vieja encerrada-. Emilia sonrió, por primera vez en tres días.
-Gracias por apoyarme tanto.
-No seas tonta. Soy tu mejor amiga. Harías lo mismo por mí.
-No quiero que algo así te ocurra a ti.
-No me ocurrirá. Por ahora, preocupémonos por ti. Andando, se nos hace tarde y el tráfico en esta ciudad es de miedo.
-Vale... -Emilia salió de la habitación con la bata de baño en las manos. Telma entonces cerró sus ojos y lloró en silencio por su amiga. Frente a ella había tenido que mostrarse fuerte y serena, pero lo cierto es que tenía mucha rabia contra el monstruo que le había hecho daño a alguien tan inocente.
Pero él lo pagaría, o ella tendría que dejar la carrera de leyes.
Emilia puso el denuncio ese mismo día. La riñeron un poco por no haber ido inmediatamente, pero al tiempo la comprendieron, suponiendo que aún estaban a tiempo de evitar las más terribles consecuencias.
-¿Consecuencias? –preguntó Emilia como sintiéndose en el limbo.
-Enfermedades de transmisión sexual –dijo la doctora que la había examinado-. Y hasta un embarazo-. Emilia palideció-. No te preocupes, la píldora del día después funciona hasta setenta y dos horas más tarde.

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Rosas para Emilia ®
RomanceCómo podrías amar al hombre que una vez destruyó tu vida? Cómo enamorarse de alguien que una vez llamaste monstruo? Emilia tiene mil razones para odiar a Rubén, y Rubén todas las razones para amarla. Uno de los dos tendrá que ceder. Pero el camino...