Capítulo 70, "El señor Carrasco", 17 de febrero de 2016

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Diana había sido citada aquel día, a las ocho de la tarde hora española, en Madrid, por el hombre que se llamaba Miguel Carrasco, un hombre al que no le puedes decir que no.

En el día citado y en la fecha citada, ella estaba allí, puntual, pues no era respetable faltar el respeto a quien se había ocupado del crimen organizado desde hacía once años atrás en todos los países que rodeaban el mediterráneo pertenecientes a Europa, aunque ahora se ocupara de toda Europa, desde que faltó el señor Connor.

Diana subió por unas escaleras de un callejón alejado de la ciudad para luego entrar en una casucha donde nadie con inteligencia entraría: era pequeña y estaba casi en ruinas, y la peste a ratas muertas y a suciedad se notaban desde varios metros antes de ni siquiera entrar; solo un demente quedaría allí, un demente conocido como el señor Carrasco, cuyo rostro había sido visto por muy pocas personas.

-El señor Carrasco desea verla Diana, le espera arriba –dijo un hombre nada más acercarse Diana a la puerta, sin que le diera tiempo abrir.

Y cuando abrió pudo ver cómo el que le había hablado llevaba un pañuelo negro, del mismo color que su ropa, que te tapaba la cara.

Diana se sentí asustada, y al principio entró con cierto miedo, pues aquel lugar era horrible y siniestro, y arriba estaba una de las pocas personas que podían cambiar el mundo con unas pocas palabras.

Subió las escaleras sin dejar de sentir escalofríos por el cuerpo, y cuando llegó arriba del todo se encontró a dos militares con pasamontañas y gafas de sol que guardaban la puerta, y una vez Diana abrió la puerta, se topó con una habitación a oscuras que poco a poco iba siendo alumbrada por la luz que entraba por la puerta que ella abría.

-Entra rápido Diana, no quiero que me veas –la voz parecía la de un robot, pues estaba distorsionada, pero antes de caer en la cuenta, Diana dio un salto al escuchar la tenebrosa voz.

Hizo lo que le ordeno la voz, y tras entrar rápidamente cerró la puerta. Al principio no veía nada, y sentía pánico por cada paso inseguro que daba, pues era como estar en medio de la nada.

-Siéntate, y deja de estar asustada, no quiero que escuches mi voz verdadera, por eso estoy usando este distorsionador.

Sus ojos comenzaron a acostumbrarse a la oscuridad, y visualizó una silla, justo enfrente de un hombre alto, encapuchado, con la cara tapada. No dudó en sentarse, a la vez que el hombre tomaba otra silla y se sentaba enfrente de ella, Diana se percató que tenía hasta las manos tapadas por guantes.

-Te he estado observando, a ti y a todo lo que ha pasado, desde la guerra entre Sergey, David, y Connor hasta el otro día, cuando Dmitry asesinó a Marcos Rodríguez –la voz del hombre le seguía produciendo pánico a Diana.

La mujer comenzó a sentir un miedo horroroso al pensar que aquel hombre la amenazara por conocer que todo lo último que pasó era culpa de ella.

-Te noto nerviosa Diana –dijo el hombre-, ¿te has percatado ya de lo que te voy a decir? ¿Sabes ya que fue un error ocultarme lo que obviamente sé?

Ella comenzó a temblar aún más, y empezó a hacer algo que su padre hizo cuando le entró cáncer: mentalizarse de que cualquier momento podría ser el último, mentalizarse de que podía morir... pero unos segundos no eran suficientes, y solo consiguió sudar aún más, temblar aún más.

-Sí que fue un error ocultármelo, pero tranquila Diana, no serás castigada, pues ayudar a una amiga no es algo malo, y más cuando de esto podemos sacar provecho...

-A... ¿a qué te re-refieres? –dijo temblorosa.

-¡Por fin hablas! Es muy simple, solo tienes que seguir haciendo lo que hables con Selena.

-¿Y por qué te interesa ahora que l ayude?

-Eso no te interesa, solo hazlo... y ten cuidado con la policía, por muchos sobornos y muy cuidadosos que seamos, ya están sospechando, y solo se salvan dos personas de la investigación, aparte de mí.

-¿Quiénes?

-Pues uno es Michael, pues él parece que es lo suficientemente inteligente como para caer bien a los medios, o a casi todos los medios, cosa que ninguno hemos hecho, y el otro ni siquiera es conocido, pero si vemos su evolución, se ha aprovechado de la falta de presión al morir tres de los grandes... se llama Leonardo Montesco...


Areté #PGP2016Where stories live. Discover now