fifty

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El siguiente mes fue el más duro, no solo por hecho de que la quimioterapia aumentaba, sino por la situación que había alrededor mío. La primera semana Niall y yo estuvimos un poco distantes, no sabía si era por el hecho de que podría llegar la ocasión de que se marchara a otro país o por si él creía que estaba molesta. Y en el fondo lo estaba, pero no con él. Conmigo. Con la simple idea de que se vaya y pudiera olvidarse de mí. Pero ese mismo sábado entró en mi habitación y me besó. No sabía por qué, ni quería saber por qué lo hizo, simplemente le seguí. Como si no me hubiera contado nada nunca, nos comportábamos como lo hacíamos siempre.

Quizás lo que peor soporté de este mes fue la caída de mi pelo. Dios, mi pelo. Pasaban los días y en mi almohada se veían cada vez más mechones. Cada vez que los veía me entraban ganas de gritar. No fue una caída de golpe, cada día era un poco más que la anterior. Hasta que no pude más, avisé a mi madre y ella habló con el doctor Horan. Esa misma tarde una enfermera que ya se me hacía bastante conocida entró en mi habitación con una rasuradora eléctrica dispuesta a raparme lo que venía a ser toda mi melena. No le puse queja, porque ya empezaban a aparecer boquetes en mi cabeza y prefería estar rapada que parecer un dálmata extraño. A medida que la maquinilla del demonio rozaba mi piel, me entraban escalofríos y las ganas de largarme a llorar no eran mínimas, pero no iba a llorar delante de ella. El pelo iba cayendo como si nada, como si nunca hubiera estado pegado a mí. Una vez terminó no quise mirarme al espejo hasta que una hora después Niall entró en mi cuarto y me vio sentada en la puerta del baño arrodillada y llorando en silencio. Me hizo entrar al baño y mirarme fijamente en el espejo y me giré al instante. No me gustaba mi aspecto, no lo soportaba. Pero a los días, y con gorras y pañuelos me fui tapando y ni me di cuenta de ello. Sobre todo porque todos me hacían recordar que estaba genial, sobretodo Niall, que me decía que de igual forma me veía preciosa y seguía siendo su princesa.

En el segundo mes todo fue mucho mejor, las náuseas aún estaban presentes y los mareos también, pero como no me movía de la camilla no era ningún problema que me molestara. Luke y los demás estaban teniendo bastante éxito con su banda en el pub en el que fueron contratados, incluso estaban pensando en dar una pequeña gira en la ciudad, pero no algo muy grande. Sin embargo, estaban todos tan felices cuando me lo dijeron en persona, que me dieron ganas de poder estar ahí con ellos. Ashley estaba empezando a hacer unas prácticas en un local de fotografía bastante conocido aquí, y por cómo me decía que estaba yendo todo, se notaba que lo que hacía le gustaba y le entretenía. Maura y mamá a veces se quedaban horas conmigo en la habitación hablando de cómo se conocieron verdaderamente, porque por fin sabía la verdadera historia de mi infancia. Ese mismo mes me hicieron una cosa llamada "aspiración de medula", el nombre era mucho más complicado de lo que era el tratamiento. Tras ello, me iban diciendo que la enfermedad iba reduciéndose. Pero yo no quería hacerme ningún tipo de ilusiones.

El tercero y el cuarto mes sin duda fueron los mejores, en los que con más energía me veía. En el tercero, una tarde aburrida y sin compañía ya que era de madrugada, indagué por internet e investigué un poco de la leucemia linfoblástica aguda, aprendí un poco del tema, leí testamentos en páginas webs de gente que había padecido o aún tenía el cáncer y hablaban de como lo habían superado con su pros y contras, y de lo que más me fijé fue en qué podía hacer para aumentar las posibilidades de curación, ya que yo también tenía que poner de mi parte. El ejercicio, el comer bien, etcétera, ayudaban de manera considerable en el tratamiento, así que decidí que una hora al día andaría por el pasillo que había fuera de mi habitación, claramente con el consentimiento del padre de Niall y que intentaría comer todo lo que me daban en la bandeja cada día, por muy mal aspecto que pudiera tener ya que no era algo de lo que me podía quejar.

Unas semanas después, Niall y yo finalmente tuvimos esa conversación tan esperada. ¿Se quedaba en Londres? ¿Se iba a Francia? Quizás hubieron un par de gritos innecesarios por parte de ambos, y demasiados llantos, la mayoría de mi parte, ¿pero quién nos iba a culpar? Estábamos en nuestro derecho. Quizás fue la conversación más seria que tuvimos.

Whatsapp (Niall Horan)Where stories live. Discover now