fifty one

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—Pásame la camiseta, Niall —le susurré en el oído mientras me acercaba más a su hombro descubierto donde seguidamente dejé un beso pero no me hizo caso y se giró hacia mí con una sonrisa enorme—. ¿Por qué sonríes así?

Ríe y achina sus ojos en el acto. Adoraba despertar por las mañanas con Niall a mi lado –sobre todo si este estaba escaso de ropa-, y que me despierte con besos en la cara y con cosquillas por todo el cuerpo. Me siento la chica más afortunada del mundo por el simple hecho de tenerle, en todos los sentidos.

—Porque estás a mi lado ahora, —hace una pausa y mira por debajo de la sabana que nos tapa—, y más si estás desnud... —comienza a reír cuando nota que mis mejillas se sonrojan—. No te vayas quiero achucharte un poco más, dile a Ashley que nos de unas horas más.

Sonrío y por muy tentadora que sonara esa oferta debía ver a Ashley ya que hace unos dos meses o quizá más que salí del hospital y sólo la he visto dos veces contadas. He estado muy ocupada estando con mis padres porque se ve que tras estar enferma de cáncer y superarlo bastante bien, por así decirlo, tus padres intentan volverse tus mejores amigos... Lo cual no es malo, para nada, pero es un poco incómodo que quieran ir al parque central de la ciudad cogidos todos de la mano. No es ni incómodo, es de lo más vergonzoso que hay. Incluso una vez a la semana preparan una noche de juegos familiares en los que hasta invitan a Niall.

Recuerdo la primera vez que se lo pedí. Primero se rio pensando que era una broma por haberme escupido esa misma mañana mermelada de frambuesa en mi blusa nueva, hasta que vio que no me reía y captó que era cierto. Imaginaros la situación: Luke, Ashley (esta es una de las dos veces que la vi), Niall, mis padres y yo sentados alrededor de una mesa lo más pequeña posible en la terraza, intentando jugar al Monopoly. Sí, intentando, ya que la mayor parte del tiempo se basó en mis padres leyendo todo el manual de instrucciones de juego, luego enseñándoles cómo se jugaba ya que no lo habían entendido del manual, y finalmente, todos riéndonos de mis padres.

En resumidas cuentas, mis padres estaban más pegados a mí que nunca. Y doy gracias a que Niall haya alquilado un pequeño apartamento tras haber conseguido un trabajo en un restaurante lujoso entre medias. Ya que mucho me quejo de mis padres, pero luego la otra mitad de mi tiempo la paso con Niall aquí, o por ahí, depende de nuestros días y de cómo nos encontremos. Hemos creado una pequeña rutina ya en la que nos levantamos, desayunamos, él se va a trabajar y yo o voy con mis padres, intento buscar un pequeño trabajo para intentar ayudarle con el alquiler o simplemente busco universidades aquí en Londres o en París, después a la tarde nos volvemos a ver en su apartamento y hacemos maratones de películas que nos gustan, hablamos, cocinamos o jugamos a algún juego.

Pero algo me distrae de mis pensamientos. Es Niall, con el flash de su cámara en el móvil.

— ¿Acabas de hacerme una foto? —le preguntó aun aturdida por el repentino foco de luz cegador. Él asiente sonriente mirando la foto hecha en su móvil—. Déjame verla.

Me pasa su teléfono y casi me oigo maldecir en treinta y siete idiomas. —Borra esto antes de que críe hijos, Niall.

—Si los hijos son míos, bienvenidos sean. ¿Te acuerdas? Se deben de llamar Diciembre y Alcantarilla. E insisto, Diciembre debería de llamarse nuestra hija, pero como eres tan cabezota, te dejaré poner Alcantarilla a nuestra hija y Diciembre a nuestro hijo.

Me quedé asombrada. ¿Cuánto hacía de eso? Meses, muchos meses, ¡ni siquiera me acordaba ya! Niall y yo hablamos hace mucho tiempo (de broma, claro está) de que nuestros hijos se llamarían así.

—No me puedo creer que aun te acuerdes de eso, Niall, eres un maldito elefante... Como tu perro —le dije riendo.

—Claro, tú ríete del nombre que le puse de pequeño, pero siempre será más original que Justin Timberbieber.

Whatsapp (Niall Horan)Where stories live. Discover now