•1•

4.3K 298 121
                                    


Varios meses antes

Mi nombre es Natsu Dragneel. Vivo con mi mamá, papá y hermana. Voy a la secundaria de Fairy Tail, la cual es una secundaria muy famosa por sus maestros "excelentes" y "profesionales". Normalmente no soy muy conocido en la secundaria, soy mejor conocido por 'el chico del cabello rosa que no tiene amigos'. Al menos tengo suerte de no ser el chico al que le hacen bullying.

Hay una chica que ha estado asistiendo a la secundaria. Su cabello es de color dorado y sus ojos son de color café. Es simplemente hermosa, pero nadie le presta atención; es como si fuera... invisible. Se sienta en el último asiento pegado a la ventana; nadie toma ese asiento ya que dicen que esta "embrujado". Pero yo no creo que en ese tipo de cosas.

–¡Natsu! ¡Dragneel!–gritó el profesor.

–¿Qué pasa?–pregunté, para después escuchar risas y murmullos alrededor.

–Te he estado llamado más de diez veces y simplemente me ignoras.–contestó con el ceño fruncido.

–L-lo siento.–susurré cabizbaja.

–Está bien, pero tendrás que quedarte en detención después de clases.–ordenó el profesor con cierta molestia, mientras lo único que podía hacer era asentir.

Vi al asiento de la chica rubia, y ella estaba viendo hacia aquí con una pequeña sonrisa. La saludé y le regresé la sonrisa, pero su cara cambió de una sonriente, a una de horror casi inmediatamente. ¿Qué le ocurre? Se levantó de su asiento como si nada, pasó en frente del profesor, y él no le dijo nada. La ignoró. ¿Qué pasa con él?

********

Las clases pasaron como siempre: siendo ignorado todo el día, clases aburridas, todo. Sólo que la chica rubia no se presentó a ninguna de las otras clases, y los profesores no dijeron nada al respecto. Era como si ella ni siquiera existiera.

Iba caminando a mi casa, cuándo vi una cabellera dorada que bailaba con el viento. Era la chica "invisible".

Decidí seguirla; ella iba caminando cada vez más a los adentros de ese bosque. Sinceramente parecía que nunca se detendría, así que decidí detenerla yo mismo.

–Oye, ¿estás bie...–empecé a hablar, tratando de poner mi mano sobre su hombro, pero mi mano solo traspasó su cuerpo.

Ella lentamente se dio la vuelta, dejando ver su cara. Sus ojos eran un color chocolate ahora que los miraba de cerca; su cabello era largo y brillante; su olor era de vainilla; sus labios finos y delgados.

»Maldita sea. Es hermosa.«

–¿P-Puedes verme?–me preguntó con un pequeño tono de esperanza en su voz.

–C-Claro que sí.–respondí, confundido.

–¿Es en serio?–gritó, mientras sus ojos se cristalizaban poco a poco.

–Sí.–susurré. –¿Por qué no puedo tocar...–paré de hablar. Sentí como ella ponía sus brazos alrededor de mi cuerpo, sentí como me abrazaba, sentí como hundía su cabeza en el hueco de mi cuello, sentí como sus sollozos se iban extendiendo por todo el bosque formando ecos, sentí como mi cuello se iba mojando poco a poco gracias a las lagrimas que caían por sus mejillas. –¿Estás bien?–le pregunté.

–Gracias.–susurró.

–¿Por qué?

–Por poder verme.

–¿De qué hablas?

–Nadie me puede ver.

–Estoy seguro que sí.

–No.

–¿Por qué no lo harían?

–Porque soy un fantasma.

En las típicas películas, yo habría saliendo corriendo horrorizado, rezando por mi vida, pero no lo hice. Algo me lo impedía. Algo en el fondo de algún lugar de mi mente lo impedía.

Poco a poco sus sollozos se hicieron menos audibles, hasta que lo único que se escuchaba era nuestra respiración.

–¿Te sientes bien?–le pregunté.

–Gracias.–susurró de nuevo.

–De nada.–le contesté.

–Sí, me siento mejor.–respondió a mi pregunta anterior.

–Me podrías explicar sobre... ¿todo?–pregunté sentándome en el césped.

–Pero... debes prometerme algo,–me dijo seria. –Dime que no te irás.

–Claro.– respondí un poco asustado. ¿Cómo no podría estar asustado? Estoy frente un maldito fantasma increíblemente hermoso. Todo el valor que he acumulado al paso de los años lo estoy malgastando ahora. Hubiera podido salir corriendo desde hace minutos, pero no. Claro que no. Me tuve que quedar consolando a un fantasma. Algunas veces odio mi buen y humilde corazón.

–Bueno, hace cincuenta años...

–¿C-Cincuenta años?

Ella me ignoró y continuó hablando. –En mi casa hubo un incendio, en el cual toda mi familia, incluyéndome, murió. Desperté en el suelo, me dolía la cabeza y cuando trataba de hablar con alguien, simplemente me ignoraban. Me parecía raro que nadie me hablara, y poco a poco recuerdos regresaron a mi mente. Como mi familia gritaba por ayuda pero yo no podía hacer nada. Como mi padre trataba de proteger a mi madre. E incluso recordé como se quemaban.–sus ojos estaban empezando a cristalizarse. –Ahí me di cuenta, que yo era un fantasma y nadie me veía. Desde hace años asistía esa secundaria, nadie me miraba, así que no tenía ningún problema con ello. Pero, aún así sentía como si alguien me observaba, y supongo que ese alguien eras tú, ¿no?–finalizó sonriendo.

–Supongo.–respondí mientras mi mente trataba de procesar toda la información, la cual parecía un cuento para no poder dormir durante toda la noche debido al miedo de que un muñeco parlante con un cuchillo venga a matarte.

–¿Cuál es tu nombre?–preguntó limpiando sus mejillas con su suéter.

–Natsu Dragneel.–le respondí.

–Mi nombre es Lucy Heartfilia, seamos amigos, ¿sí?–finalizó con una gran sonrisa de oreja a oreja. Esa sonrisa... se me hace familiar... pero... ¿de donde?

–Claro.

*********

–Parece que ya se encontraron...–decía un peli-negro con una sonrisa macabra. –Muy tarde.

–Sí... lastima que su tiempo se esta acabando.–respondió una rubia de ojos verdes con una mirada de lastima.







Me enamoré de un... ¿¡fantasma?!Where stories live. Discover now