31-. Nam.

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Le avisé a Jong Hyun y a Ki Bum y les pedí que estuviesen al pendiente de Sung Yeol, que me llamasen ante cualquier cosa. Jong Hyun asintió en silencio, pero Key se acercó a mi con el ceño fruncido.
—¿Estas seguro?
—No, pero haré lo que sea para encontrar a Sung Kyu.
Repliqué y me marché. Me hubiera gustado hablar con Sang Dae para pedirle que estuviese al pendiente de Myung Soo y Sung Jong, pero no le vi por ningún lado.
Hoya ya me esperaba en la entrada del hospital. Creí que querría subir y hablar con Myung Soo, interrogarlo sobre lo ocurrido, pero no fue así. Le noté frustrado e impaciente, tal vez mucho más de lo que yo mismo me sentía.
—¿Novedades?
Quiso saber apenas subí a mi auto. Parecía que Hoya había hecho sus pesquisas en el.  No me molestaba, aunque el detective tendría en algún momento que "cooperar" con el gasto de la gasolina. Pese a que el dinero no era un problema para mi Jong Hyun, Key y yo solíamos apostar el tanque lleno en nuestras salidas al karaoke. Y ese recuerdo me hizo tener un escalofrío, porque recordaba el malentendido con Sung Kyu. Y pensar en él y en dónde estaría y en si estaría bien dolía demasiado. Mucho más que el hecho de pensar que no podía ayudarlo, que me veía incapaz de encontrarle. Y de descubrir la identidad del asesino de los lirios.
Me encogi de hombros a modo de respuesta; desde su llamada, unos cuarenta minutos atrás, no había ocurrido nada relevante, a menos que el torpe trato de mis compañeros de piso entre si figurase como tal.
Hoya encendió el auto y nos alejamos. Me bastó ver el aparcamiento para volver a pensar en Sung Kyu, en su sonrisa cargada de inseguridad cuando me había invitado a su casa tras el accidente de Sung Jong en el hielo. Aquel día había ido con Myung Soo y Sang Dae a observar la pista de hielo de la que todos hablaban, aunque ninguno de ellos había mostrado un interés real en ella, siendo yo el único emocionado. Me gustaba el frío, me gustaba la nieve y me gustaba el invierno.
Pensé también en lo nervioso que yo mismo me puse tras su vacilante invitación y en las ganas que tenía de ir con él. Sobre todo después de aquel beso que le había robado en el ascensor. Quería conocerle más a fondo, comprobar que mi interés hacia él no era meramente superficial. Y lo había hecho, teniendo por resultado que me había enamorado profundamente de Sung Kyu.
—Hablé con los vecinos — interrumpió Hoya mis pensamientos del pasado, de todos aquellos gloriosos momentos que había pasado al lado del mayor —por desgracia la mayoría se encontraba laborando a la hora de los hechos.
—¿O sea que de verdad nadie vio nada?
—Casi —Hoya frunció el ceño —por desgracia la entrometida señora Hee estaba en mi oficina. Seguro que ella habría visto algo.
Yo también lo pensaba. Si era la mitad de entrometida que yo creía era probable que estuviese pegada a la ventana desde el día del homicidio.
Y caí en la cuenta del resto de las palabras de Ho Won.
—¿Dijiste "casi"?
—Un vecino vio una camioneta blanca sin logotipos frente a la casa de los Kim.
Sentí como mi corazón comenzaba a latir con fuerza.
—¿Qué más?
—Dijo que había un sujeto, pero no habló con él. El tipo se hallaba en el asiento del piloto y no mostraba expresión alguna. Lo describió como un hombre joven.
—No piensas en Myung Soo, ¿verdad?
Hoya se lo pensó un momento antes de responder:
—Aún tengo dudas, pero, sinceramente, no quiero creer que sea él.
—Te aseguró que no lo es —repliqué—. Si lo hubieras visto... La forma en que lloraba. El miedo en sus ojos... No hay modo alguno en el que él pueda ser el de los lirios.
Hoya asintió, mirando hacia el camino, hacia aquel largo camino que me llevaría donde mi padre, a quién no había visto desde el funeral de mamá. Había recibido unas cuantas llamadas suyas y algunos correos en Australia, pero jamás respondí ni miré nada de eso. ¿Por qué? Porque verlo, porque hablar con él no hacia sino recordarme a mi madre y yo no era lo bastante fuerte como para poder soportarlo.
¿Y ahora?
Sinceramente quería creer que las cosas habían cambiado, que podía estar al pie del cañón, que podía encontrar a Sung Kyu y que... Me detuve. Sung Kyu.
—Hoya.
Lo llamé entonces, sintiendo el mismo vuelco en el estómago que unos segundos atrás cuando la idea había llegado de golpe a mi cabeza.
—¿Mm?
—¿Cuantas son...?—. Me interrumpi, dudando si acaso sería capaz de formular la temida pregunta. Tomé aire con fuerza. Por Sung Kyu tenía qué. Por Sung Kyu no podía dejarme arrastrar por la desesperación—. ¿Cuantas son las probabilidades de que Sung Kyu siga vivo?
Lo vi morderse el labio inferior, mirándome de reojo.
—¿Hoya?
El detective dudó un poco más antes de soltar un suspiro y responder de mala forma:
—Hoy es apenas el primer día y si consideramos que es la primera vez que se lleva a alguien... diría que las probabilidades son de un 89%.
Nos quedamos en silencio. ¿Sólo eso? 89% de probabilidades de que ese tipo decidiera dejarle vivo.
—Pero la muerte no es lo peor que podría ocurrirle, Woo Hyun —lo miré en espera de que continuará—. Me especializó en muertes extrañas, pero he visto varios casos de secuestro. Hubo casos fallidos, pero también los hubo exitosos... Aunque la forma de verlos así es sólo un decir. Las víctimas que sobrevivieron habían sido torturadas y habían sufrido abuso sexual. Es mejor que lo sepas.
Eso lo hacia todo aún peor. Me hice hacia atrás, con las manos frías pese a la calefacción del auto. Porque de sólo pensar en ese hijo de puta lastimando a Sung Kyu... sentía como la furia me llenaba. Tenía que encontrarlo. Tenía que salvar a Sung Kyu.
Levanté el rostro a medias al reconocer el sitio al que habíamos llegado: la oficina central de la cadena de hoteles Nam. El sitio desde donde papá manejaba todo el imperio.
Hoya encontró un lugar para aparcar y me hizo bajar.
—No sé que tan mal este su relación...
Empezó Hoya y negué con la cabeza para hacerlo callar. Ho Won debía creer que nos habíamos peleado o algo así; y la verdad era que había sido yo quién se había distanciado, alejándome de él tanto como me había sido posible.
La recepcionista abrió los ojos cuán grandes eran cuando nos vio. Seguía siendo la misma. A papá le gustaba conservar a su gente de confianza.
—¡Joven Nam!—. Casi saltó del asiento—. ¿Cuando volvió de Australia?
—No hace mucho —carraspee—. ¿Se encuentra mi padre?
—En su oficina. ¿Quiere que yo...?
—No, gracias. Iré a verle. Vamos, Ho Won.
Vi al detective dedicarle un movimiento de cabeza antes de echar a andar detrás de mi.
Nada había cambiado a como yo lo recordaba, cuando era un niño y jugueteaba por todo el edificio y los hoteles. Aunque una vez hube visualizado la puerta azulada de la oficina de papá caí en la cuenta de que faltaba el escritorio de su secretaria.
Sentí mi estómago tensarse. Dos años... ¿Se habría cansado al final de mi terquedad y mi cobardía y estaría molesto? Pero apenas y puse un pie frente a ella ésta se abrió y apareció papá, avisado sin duda por la recepcionista, y me tomó entre sus brazos para demostrame lo equivocado que estaba.
—Papá.
—Woo Hyun. Te extrañé.
Murmuró, impregnándome de su colonia, la misma que mamá le había dicho un día le favorecía, que era algo así como su marca personal.
—Señor Nam —interrumpió Hoya —nos gustaría charlar un rato con usted.
—¿Detective Lee?—. Y papá abrió la boca con horror, separándose de mi—. ¿Ha vuelto?
—Si, papá —tomé aire con fuerza —y necesito desesperadamente tu ayuda.
Papá nos hizo entrar a su oficina, llamando a alguien para que nos llevase café. Quise preguntar por su secretaria, pero preferí no hacerlo. Mamá solía bromear con que era el tipo ideal de papá y yo aún no estaba preparado para aceptar que él había seguido su vida. Sin ella.
Fue Hoya quién habló, explicándole el porque de nuestra visita y lo que esperábamos de él. Fue duro oírle hablar de Sung Kyu como un caso más; y sin embargo no podía hacer nada, pues era cierto. Sung Kyu y su familia sólo eran un caso más para Hoya.
—Woo Hyun —habló papá una vez Ho Won finalizó—. Este chico... ¿Sung Kyu? ¿Que significa para ti?
—Todo —respondí—. Lo amo, papá. Sung Kyu es el amor de mi vida.
Papá frunció el ceño, soltó un suspiro y asintió.
—Necesitaré una foto reciente de él.
Tarde me di cuenta que no tenía ninguna, pero Hoya sacó un par de su bolsillo. Me cuestioné de donde las habría obtenido, pero no pregunte. Él tenía sus "métodos".
Ho Won se dedicó a curiosear la oficina de papá mientras éste usaba su ordenador.
—Se ha casado —dijo, provocándome un pequeño dolor en el pecho y señalando una foto de papá y su antigua secretaria —por segunda vez.
—Tercera —replicó papá —estuve casado antes de conocer a la mamá de Woo Hyun.
Y siguió tecleando, sin embargo los ojos de Ho Won se habían agrandado al instante, lanzándome una mirada furiosa. Yo sabía del primer matrimonio de papá, pero jamás se lo mencioné a Hoya porque no me pareció importante.
—Señor Nam. ¿Que fue de su ex esposa?
—¡Oh! Imaginó lo que piensa, detective —y papá se levantó —que ella estuvo involucrada en todo esto de los lirios. Yo pensé lo mismo, así que la busqué, pero ella llevaba cinco años muerta. Un desafortunado accidente de auto.
Ho Won asintió, sin añadir nada, pero con la mirada perdida, mientras que papá se volvía hacia mi.
—He enviado un correo y en breve lo haré con la foto. Si algo más que pueda hacer...
—No. Has hecho lo que has podido. Gracias, papá—. Se sentía extraño hablar con él de esa forma después de tanto tiempo—. Debemos volver al hospital.
—Lo entiendo. Saluda a Myung Soo de mi parte y espero que esos chicos se recuperen pronto.
Asenti, dirigiéndome hacia la puerta, pero Hoya me hizo detener, dirigiéndose a papá una vez más.
—Si usted muriera, ¿quién heredaría?
—Woo Hyun, naturalmente —murmuró papá —es mi único heredero.
—¿Seguro? ¿No tiene hermanos, primos? ¿Más hijos?
—No.
Miré a Ho Won con desconcierto.
—Sólo una cosa más: ¿cual era el nombre de su primera esposa?
Papá se lo dio a regañadientes. Aquel tema le irritaba. No había sido un matrimonio feliz para él y pretendía hacer como si nunca hubiera ocurrido.
Hoya y yo abandonamos el edificio, el detective me tomó del brazo con fuerza antes de dejarme subir a mi auto.
—¿Por qué no me dijiste que tu padre había estado casado antes?
—No creí que fuese importante. ¿Qué pasa?
Pero Hoya se negó a decírmelo, subiendo al auto. Le imité, pero esta vez no dejé de notar el enorme ramo de rosas rojas que había en el asiento trasero.
—Te dejaré en el hospital.
—¿Y tú que harás? Pensé que querrías hablar con Myung Soo.
—No. Iré al registro civil.
Pero aunque quise averiguar que era lo que pensaba, no quiso decírmelo, manteniéndose en silencio hasta que estuvimos de vuelta en el hospital. Un sitio que conocía a la perfección.
—Avisame de cualquier cosa.
Pedí. Hoya asintió, aún con la mirada perdida.
—Y, Ho Won —añadí antes de dejarlo —Sung Yeol sigue sin despertar así que no podría apreciar tus flores.
Y me alejé sin darle tiempo a responder, encontrándome con Sang Dae en el vestíbulo. Parecía volver de su casa, tan malhumorado como siempre. Y desee que mi vida fuese igual de simple que la de él.

Invierno Where stories live. Discover now