Capitulo 17

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En el agua yo perdía velocidad. Eso era un hecho que no tuve en cuenta cuando salté por el acantilado con Orión detrás. Si tu enemigo es Poseidón quizás lanzarte a su reino de cabeza es una mala idea. Sobrevivimos a la caída, y aunque estábamos un poco aturdidos tuvimos que reaccionar rápido. 

Por alguna razón había tritones esperándonos en el agua, como si ya supieran que íbamos a caer ahí. Conseguimos ingeniárnoslas para eliminar a un par de ellos antes de que nos atacaran. Pero sus armas eran divinas, y las puntas de sus lanzas quemaban más que los ríos de fuego del reino de Hades. 

Orión estaba a mi lado, defendiéndose a duras penas de las estocadas de los hombres pez. No eran como los pintaban en las películas, ciertamente sus piernas eran colas de pescados, pero el resto de su cuerpo parecía viscoso y gelatinoso. Algunos de ellos tenían las mandíbulas desencajadas y los dientes retorcidos como los tiburones, otros tenían las manos palmeadas y llenas de algas. Sin duda no eran los típicos animales que querrías ver en una película infantil.

- Cuidado- grité bajo el agua dejando que el aire saliera hacia la superficie.

Uno de los animales que más le gustaba a mi tío era una manta gigante con una cola afilada como mil cuchillas. Lo único que veías antes de que te atravesara era el brillo divino que emitía el metal que recubría dicho aguijón. Por desgracia, el gigante no lo vio a tiempo. 

El aguijón atravesó la pierna de Orión que soltó todo el aire de golpe antes de que un enemigo le golpeara con un martillo en la cabeza. No pude hacer nada cuando él subió a la superficie como un peso muerto. Ahora estaba sola, y tenía a un gigante que amenazaba con chocarse contra el acantilado.

- Matemos la- el tritón que dijo eso me atravesó el brazo con su lanza y su amigo hizo lo mismo con mi pierna.

Me gustaría decir que peleé hasta que mis manos no pudieron más, pero no fue así. Había perdido mucha sangre, y los pulmones me quemaban buscando aire. Lo último que recuerdo fue ver un destello blanco, y después me desmayé. 


El problema de ser inmortal es que no sabes lo que es plantearse la muerte. Jamás había sentido miedo por morir. Incluso cuando estaba con el estomago abierto en mi tienda sabía que saldría de aquella, que me dolería, pero que seguiría adelante. Esa noche supe que no había muerto, algunos lo llaman esperanza, yo lo llamo realismo. Podía quedarme flotando boca abajo durante diez años, que acabaría volviendo a respirar. 

Lo primero que sentí al volver en mi después de aquella "cercana" experiencia a la muerte fue un agradable calor en los pies. Juraría que estaba tumbada, sobre algo cómodo y con lo que supuse que sería una manta echada encima. Tenía algo pesado apoyado sobre el vientre, por lo que me obligué a abrir los ojos. 

Todo me dio vueltas cuando la luz me dio en los ojos. Mi cabeza se quejaba pidiéndome volver a dormirme, pero mi instinto me lo impedía. Enfoqué un techo de madera sobre mi. Estaba en un sitio cubierto, eso era bueno siempre que no estuviera con Aura. Miré a mi izquierda analizando la estancia: Había una pequeña mesilla al borde de la cama, con una vieja ventana en la pared. Podía escuchar el crepitar del fuego a mis pies, y una respiración pesada a mi derecha. Y todo olía a plantas, flores y humo. 

- Por Cronos- murmuró la respiración con voz ronca. 

Giré la cabeza para ver a Orión con los dientes apretados e intentando agarrarse la cabeza. Tenía un trapo verde colocado encima de la oreja derecha del cual salía aquel olor a hierbas. Su brazo derecho estaba apoyado sobre mi mientras que el otro usaba de almohada. Su cara tenía varios cortes superficiales, y llevaba el pelo completamente alborotado. 

Dioses del olimpoOnde histórias criam vida. Descubra agora