i n t r o d u c c i ó n.

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Se encontró a sí mismo caminando hacia el salón de la pequeña Lee RaeSun. La mencionada estaba sentada fuera de éste, como siempre, leyendo un libro que cada semana era diferente. En ocasiones, su cambio era a la segunda semana pues la lectura podía complicársele y se atrasaba. Era algo que había notado luego de algunas semanas de observarla.

Min YoonGi se sentó en una de las bancas que estaban en el jardín, desde donde podía verla perfectamente bien y desde ahí se puso a analizarla como ya le era costumbre.

La chica que le quitaba el sueño tenía unas mejillas rechonchitas de un natural color carmesí que le daban ganas de morder y apretar cada que las veía, un cabello negro y corto con un flequillo que cubría ligeramente sus pequeños ojos castaños, por lo que tenía que ponerlo de lado. Su uniforme era algunas tallas más grande de lo que ella necesitaba y la hacía ver como una niña de preescolar usando el uniforme de su hermano mayor. A YoonGi le encantaba que fuera tan tierna y se odiaba por ser tan cobarde y no acercarse a hablarle.

Ésa era su rutina después de cada clase; caminar hacia el salón de la chica, sentarse en cualquier sitio libre que encontrara para observarla de lejos, porque le encantaba verla y le encantaba ella. Posteriormente, su profesor llegaba y ella tenía que entrar. Era entonces cuando él regresaba a su aula a soportar otra clase aburrida hasta que pudiera ir nuevamente por su dotación de RaeSun.

Al peliverde le hubiera encantado ir en su mismo curso, pero él era un grado mayor. Alguna vez había pasado por su cabeza atrasarse un curso para poder acercarse fácilmente. Podría parecer demasiado, pero sus intenciones eran inocentes y no le molestaría compartir salón con la chica. Sin embargo, antes de que su madre muriera él le prometió no perder un sólo año a menos que fuera algo realmente grave, además de que su padre lo mataría. YoonGi tenía muchas libertades al no vivir con él, pero si fallaba en la escuela todo eso se acababa y lo obligaría a trabajar en su empresa y definitivamente no quería terminar siendo un infeliz empresario como el hombre, por lo que era mejor dejar las cosas como estaban.

YoonGi nunca se había atrevido a hablarle, era un chico confiado la mayor parte del tiempo pero cuando se trataba de Lee RaeSun era débil y tímido. Aquella chica era la única persona ante la cual podía doblegarse, a pesar de que ella no era ruda ni mucho menos.

Solía estar sola todo el tiempo, con sus auriculares y sus libros. Eran contadas las ocasiones en las que YoonGi la había visto hablando con otras personas. Siempre parecía distante y sus contestaciones eran cortas como simples "sí", "no", "hola", "adiós". A él le daba pánico que ella pensara que era como sus compañeros de clase, que se burlaban de ella por no ser delgada y tonta como las demás chicas –río para sí mismo–. A él le gustaba tanto justo por no ser como las demás.

Cada que se sentaba cerca de su aula para observarla estaba pensando en un plan para acercársele, pero todo era desechado al instante porque le parecía tonto.

–Mírame –susurró para sí mientras ella se levantaba del suelo, dispuesta a entrar a su clase después de notar a su profesor caminando por el pasillo. La pequeña y silenciosa súplica de YoonGi fue en vano pues la chica no apartó la vista del piso y sin más, desapareció de su vista.

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look at me ➳ m. yoongiWhere stories live. Discover now