Capitulo 29.

767 34 0
                                    

Tuvieron que pasar dos días hasta que Nicholas consiguiera levantarse por sí mismo de la cama y andar sin extrema dificultad. Alguna que otra noche el dolor le costó no poder conciliar el sueño, apesar de medicarse. Jesica no se había ido de su lado ningún día. La única ausencia de ella era con motivo de ir a casa a ducharse o de ver a su padre para que no se preocupase. No quería imaginar qué pasaría si su padre se llegaba a enterar de algo de lo sucedido, ya que estaba en contra de todos esos embrollos. Y era normal, por algo era juez.

Jesica había estado al pendiente de la herida dándole todo tipo de cuidados. Cuando era pequeña y su madre le enseñaba parte de su trabajo, nunca pensó que usaría las lecciones para casos como ese. Se quedaba cada noche a cargo de Nicholas alegando que era la mejor opción para estar al tanto de la evolución de su intervención. Y aunque fuera cierto, no era la única causa; también lo hacía porque si se marchaba a casa, no podría dormir preguntándose cómo demonios estaría Nick.

Parecía que después de todo lo sucedido, Jesica había cambiado de parecer con respecto al tipo de trato que tenía con Nicholas. Nuevas ideas parecían haberse creado en su cabeza y nuevas emociones comenzaban a ser protagonista. Pero realmente, lo único cierto, es que la situación por la que había pasado de la mano de Nicholas le había hecho abrir un poco los ojos. Es decir, darse cuenta que él resultaba ser más importante de lo que había llegado a pensar en un comienzo en su vida. Y que imaginar el hecho de haberlo perdido de su vida dos días atrás, le estrujaba el corazón con fiereza. Le daba miedo hasta pensarlo, porque la sensación que vivía su cuerpo con ello le recordaba a aquel dolor que sufrió con la pérdida de su madre. Y sabía que no podría soportarlo. Porque, apesar de ser lo que más le costaría admitir, Nicholas se había ganado un hueco dentro de su corazón. Un hecho bastante importante, del cuál Jesica todavía no era consciente.

Aquel día, Nicholas se despertó mejor de lo que pensaba. Había pasado una noche un tanto dura al no poder dormir a causa del dolor, ya que los puntos le tiraban de la piel. Alex fue temprano a visitarlo, hoy tenían pendiente realizar algo.

— ¿Estás listo? —preguntó Alex entrando en su cuarto mientras él intentaba ponerse la camisa por sí mismo. No quería hacer un esfuerzo muy grande, porque temía que los puntos le saltasen. Jesica se lo había advertido.

Nicholas asintió. Comenzó a abotonar la camisa de cuadros roja.

— ¿Cómo has pasado la noche? —quiso saber su mejor amigo.

— Mal, apenas he conseguido pegar ojo por culpa del dolor.

— ¿Jesica ha vuelto a quedarse contigo?

— Sí, como cada noche —contestó Nick cogiendo su teléfono de la mesilla de noche.

Alex se calló durante varios segundos esperando ver algún tipo de reacción en Nicholas, pero no parecía dar frutos.

— Se está volcando contigo —murmuró.

— Ya —musitó desinteresado Nicholas.

Lo había hecho por un motivo; conocía el tono que estaba utilizando Alex y mostraba claramente que algo se escondía detrás de sus palabras. Y lo único que se podía esconder tras ellas era el plan. Ahora que Jesica había dedicado tanto tiempo a Nick, era una clara señal de que estaba comiendo de su mano. Y él no quería hablar de ello, ni siquiera nombrarlo. Le parecía algo tan ruin y rastrero. Prefería nunca haber comenzado con esa alocada idea que le dio Alex. Aunque él lo pensaba y nunca había interpuesto el plan a ella. Es decir, siempre que se encontraba con ella se olvidaba de cualquier cosa que tuviera que ver con ello y actuaba por sí mismo, sin ninguna pauta a seguir para conquistarla. Pero pensar en ello le debilitaba, no sabía qué demonios iba a hacer. Porque lo único que tenía claro era que por nada del mundo quería dacerle daño a Jesica.

El principal detonante [Fanfiction].Where stories live. Discover now