Capitulo 33.

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La oscuridad plagaba el cielo, ni la presencia de la luna podía distinguirse. El mar estaba aún más calmado que cuando habían llegado Nick y Jesica, y el sonido del agua salada acariciar la orilla de la playa infundaba una sensación relajante que ninguno podía negar. Al igual que Jes no podía negar que se había sorprendido ante la cena que había preparado Nicholas. No solo porque lo hubiese hecho con sus propias manos —cosa que nunca se habría imaginado— sino porque, además, estaba exquisita. Aparte, había algo que no terminaba de cuadrarle. ¿Un narcotraficante cocinando para una chica y cenando a la orilla de la playa con ella? No era típico de alguien con ese perfil, lo cual le extrañaba mucho. Aunque estuviera disfrutando de la velada, su comportamiento le era sospechoso por algún motivo. Tal vez solo eran figuraciones suyas y no había nada por lo que preocuparse, o quizá ella estaba en lo cierto y Nicholas solo buscaba aprovecharse de ella de algún modo. Fuera lo que fuera, nunca había visto a Nick en esa faceta y realmente pensaba que él ni conocía que existía.

— Levanta —soltó Nicholas poniéndose de pie sin apenas dificultad.

Jesica elevó un par de centímetros su cabeza para contemplarlo, aunque si no fuera por la luz de las velas no podría distinguir ni en qué lugar se encontraban sus ojos.

— ¿Por qué? —preguntó extrañada.

— Nos vamos. Tenemos que hacer otra parada.

Jesica frunció el ceño más que nunca. ¿Otra parada? ¿Había más aparte de todo eso?

— Venga, deja de mirarme así y levanta.

Ella no dijo nada y obedeció. Recogieron el pequeño chiringuito que tenían montado y se dirigieron hacia el coche.

Después de meter todo en el maletero, Nick se puso al voltante. Antes de meter la llave en el contacto y arrancar el motor, contempló cómo Jesica se acurrucaba en el lateral derecho del copiloto, junto a la puerta. Rodeaba con los brazos sus rodillas, las cuales estaban flexionadas y apoyadas sobre el mismo asiento en el que estaba sentada. Nicholas levantó una de sus cejas ante la escena y esbozó una pequeña sonrisa lateral.

— ¿Tienes calor? —cuestionó irónicamente.

— Qué gracioso —musitó ella clavando su mirada más asesina sobre él— Estoy helada.

— En la parte de atrás llevo una chaqueta, póntela —le informó Nick mientras devolvía su vista al volante y arrancaba el coche.

Jesica no tardo más de medio minuto en comprobar sus palabras. Se colocó la chaqueta grisacea de Nicholas y sintió como, poco a poco, su piel dejaba de estar erizada a causa del frío. Suspiró casi sin darse cuenta y sus fosas nasales se impregnaron del olor de la prenda de vestir. Jes cerró los ojos ante ese acto casi inconscientemente, no quería perder ni un solo detalle de su fragancia.

— ¿Qué eres; un perro olfateador? —preguntó burlón él que había contemplado media escena sin que ella se percatase.

Jesica abrió los ojos de par en par, avergonzada porque Nicholas se hubiera dado cuenta de sus actos.

— ¡Imbécil! —le insultó— Solo quería comprobar cómo huelen los desechos sociales —intentó devolvérsela.

— Ah, ¿es que no te sirve oler tu propia ropa? —aunque estaba claro que, esta vez, Nick había ganado por goleada.

Jes elevó su boca un par de milímetros, indignada por el golpe tan gratuito que acababa de recibir ante el cual solo podía callarse y evitar escuchar la risa de Nicholas que inundaba todo el coche.

— Llévame a casa —espetó un par de minutos después, cuando el ambiente se había calmado un poco.

Nick posó su mirada en ella momentáneamente sin abandonar ese pequeño esbozo en sus labios por la broma que acababa de gastarle.

El principal detonante [Fanfiction].Where stories live. Discover now