CAPÍTULO DOCE parte II

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LA ACEPTACIÓN

Isis camino por el interior de aquel apartamento, no veía nada a causa del humo y el llanto infantil seguía perforando sus oídos. Cuando encontró la cuna en una de las habitaciones más alejada del apartamento se sorprendió al verla vacía.

Miro el lugar intentando dar con el llanto pero entonces la puerta se cerró con toda su fuerza y encima de ella algunas de las vigas cayeron en su peso. Se dejo caer a un lado, donde reposaba un estante lleno de objetos infantiles. Tocio con fuerza tratando de respirar aire pero lo cierto es que quedaba poco en ese lugar.

Frente a ella apareció la figura deforme de Lucille, sonreía dichosa de verla allí. Había caído en su trampa.

-No me importa si él vive. Después de todo no es culpa de él el que Edith haya arrebatado de mis manos a Thomas –Le confesó la mujer.

-Tu mataste a Thomas, no Edith –Dijo en un susurro a medida que se sofocaba por la situación.

-¡Cállate! Que vas a saber tú. Yo vi como poco a poco su luz me arrebataba la felicidad. Thomas era mío. Solo mío y ella... Tu... -Observo la nada, estaba llorando.

En realidad ella pensaba que Edith le había arrebatado el amor y ahora ella misma volvía a repetir la misma historia.

-Él nunca te perteneció. Debías de saberlo. Era tu hermano ¿Cómo pudiste hacer todo eso?

-Por amor... Si lo hubieras visto de niño –Aquella frase... Isis la había leído.

-Era perfecto –Le respondió Isis y Lucille le sonrió- Todo en él era perfecto.

-Si –Le respondió el espíritu.

Isis pudo notar como sus ansias de venganza disminuía ante aquella conversación. Entonces descubrió lo que sucedía. Ella seguía vagando en aquel mundo por amor. Un amor enfermo que la había llevado a realizar todos aquellos horribles crímenes. Nunca nadie la amo como lo hizo Thomas. Nunca tuvo una familia con la cual apoyarse y con el único que podía llorar era con su hermano. Era eso. Ella solo sentía miedo de estar sola. De quedarse sola.

Visualizo con cuidado a su alrededor y pudo ver una piedra de un tamaño considerable el cual soportaba el peso de la cuna. La pata de aquella creación de madera se había roto y como apoyo usaron aquella roca. La pregunta era si tendría la fuerza suficiente para alzarla. No es que fuera muy grande pero estaba agotada y le faltaba el aire.

Siempre tuvo miedo de aceptar todo aquello que ahora vivía. Nunca creyó en fantasmas para evitar admitir que de niña dormía con las luces encendidas por miedo a ver uno. Siempre fue así. Tuvo miedo de algo tan real como su propia existencia.

Ahora lo comprendía. Ella y Thomas compartían mucho en común. No solo un lazo de sangre. Se amaban desde épocas antiguas, solo que ahora eran diferentes personas. Tal vez así hubieran evitado cometer el mismo error de su pasado. El pasado siempre estaría esperándolos, solo que ahora conocían sus miedos. Esa era la única diferencia entre ellos y sus tatarabuelos.

Habían aceptados sus miedos.

Sir Thomas nunca acepto quien era, Edith no acepto su muerte. Eso los alejo, eso los marcos y como consecuencia Lucille tomo el control de la situación.

El anillo. Ella siempre estuvo en el anillo, aguardando el momento adecuado para atacar y destruir aquello que había nacido del amor de ambos.

Se quito el objeto de su mano a medida que Lucille seguía hablando. Su infancia había sido triste. Ella la liberaría de aquella condena que sin saberlo había aceptado. Sus padres. Los padres de Lucille la hicieron así y en ese anillo estaba todo el dolor retenido.

Sueño Escarlata [FanFic Crimson Peak]Where stories live. Discover now