Cap. 2 - Estacionamiento I

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Esta mañana me desperté más temprano que de costumbre, me duché y arreglé como si fuera a un compromiso muy importante pero solo iba al entrenamiento, quizá pensaba mejor bien vestido...

–¡Hey Pierre! –alguien dio dos golpes a la ventanilla del copiloto de mi auto. Bajé el vidrio– ¿Qué pasa? ¿Por qué estabas dormido aquí?

–¿Que no puedo dormir en mi auto Îlkay? Además, ni siquiera estaba dormido.

–¿Ah no? ¿Entonces? –curioso alzó las cejas.

–Estaba pensando con los ojos cerrados.

–Pues bien, si tú lo dices, pero por qué en el estacionamiento y a estas horas.

–Es que pierdo la noción del tiempo cuando me pongo a pensar y no quería llegar tarde u olvidarme del entrenamiento. –Apenado salí del coche.

–Ya veo, pero ¿En qué pensabas y por qué rayos vas vestido así? Vienes a entrenar, no a una boda.

–Lo sé, hoy amanecí raro –rasqué mi nuca con la mano izquierda.

–Oh, oh, oh –Îlkay rodeó el vehículo y se paró frente a mí– ya sé en qué pensabas, es decir, en quién– sonrió pícaro.

–No, no sabes. –Aseguré mi auto.

–Sí, sí sé, estabas pensando en la rubia.

–¿Yo? No, estás muy equivocado.

–Ajá señor, niégalo, tienes derecho a ello pero...

–Îlkay, ¿Cómo le haces?

–¿Para qué?

–Para saber lo que pienso.

–...los ojos son el reflejo del alma y parte del alma son los pensamientos...

–¡Wow! ¿Y así descubriste también que me gustaba?

–Emmm, eso fue más sencillo, de hecho a partir de que lo "Noté" es que puedo decirte en qué piensas –soltó una risita– estás enamorado, es fácil saber lo que pasa por tu cabeza.

–Tienes razón... dime, ¿Cómo lo "Notaste"?

–No dejabas de verle y tenías una gran cara de idiota. –Gündogan apresuró el paso.

–¿Enserio?

–¡Sí! ¡Más que la cara de siempre! –gritó.

–Ja... ¡OYE! ¡NO TENGO CARA DE IDIOTA!

–¡Tu madre te engañó! –respondió a lo lejos.

–¡PUEDO OLER TU ENVIDIA GÜNDOGAN!

–¿Sí? Creí que me había bañado bien –levantó su brazo izquierdo y olió su axila– ¡UFF! De verdad que huelo terrible y aún no ha llegado Jürgen –bromeó.

–Sigue burlándote, sé que soy guapo.

–¡Hombre! Creo que tú y la rubia son tal para cual –pude escuchar su risa.



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