Una sombra

52K 2.3K 450
                                    

Estaba sentada en medio de la cama con las rodillas pegadas al pecho, esperando que dieran las cinco de la mañana. Había despertado una hora antes y no había logrado conciliar el sueño de nuevo, tampoco quise levantarme antes porque probablemente el ruido que haría despertaría a Ernest o mi padre, si es que este había dormido en casa.

Más tarde, en cuánto dieron las cinco comencé con mi rutina, primeramente, busqué con qué vestirme. Cuando me encontraba eligiendo la ropa en el armario, por el rabio del ojo alcancé a ver un destello que se asomó por el ventanal de la habitación, fue apenas perceptible, desapareció en cuestión de un segundo, pero lo vi.

Me acerqué al ventanal para ver si podía captar lo que había ocasionado ese destello, no observé nada por varios segundos, no hasta que los arbustos comenzaron a sacudirse como si algo estuviera escondiéndose ahí, en ese instante logré visualizar una sombra escabullirse rápidamente.

Un ladrón pensé y sentí el miedo recorrer mi cuerpo.

Pero en mi intentó de mantener la cordura pensé que aquel movimiento pudo haber sido causado por el viento y para convencerme de que eso era abrí el ventanal, percibiendo al instante que no era así, el aire apenas rozaba mi rostro. Así que definitivamente había algo o alguien escondido ahí y aunque podría ser un animal decidí gritarle:

—¡Te he visto! —dije tan firme como el terror me lo permitía— ¡Sal de ahí ahora!

Mi cuerpo tembló.

De pronto como si una parvada de aves hubiesen salido volando a la par todos esos arbusto comenzaron a sacudirse, sin embargo, no habían aves, solo fue el sonido y la oscuridad me impidió tener una buena visualización sobre qué es lo que había sido todo ese alboroto.

En un impulso salí corriendo fuera de la habitación y en camino toqué la puerta de las habitaciones de mi papá y hermano, mientras lo hacía les grité que había visto a alguien en nuestro jardín. Llegando a la puerta tomé la tira de llaves que se encontraba pegada a un gancho cerca de la salida y sin importar lo que pudiera pasar giré el picaporte.

Múltiples escalofríos hicieron temblar todo mi cuerpo.

A una distancia considerable empecé a observar entre los arbustos, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda, después de estar buscando solo con la mirada y a plena oscuridad estaba segura que ahí ya no había nada, pero no me sentí menos en riesgo, aún así, con el corazón casi saliendo de mi pecho me adentré entre los arbustos, caminé lentamente hacia donde momentos atrás observé aquella sombra solo para comprobar que no había nada ni nadie.

A paso más acelerado regresé nuevamente al interior de la casa, estaba esperando que Ernest o papá ya hubieran salido después de todo el escándalo que causé, pero extrañamente al entrar era todo silencio. Era increíble, si hubiera sido atacada por un delincuente nadie lo habría notado.

Sentí mi flujo sanguíneo regresar poco a poco a la normalidad y los latidos de mi corazón regularse.

Entré a la cocina para tomar algo de beber. Encendí la luz y esto aturdió un poco mis ojos, los cuales ya se habían acostumbrado a la oscuridad. Tomé un vaso y serví agua en este, sentí el liquido frío bajar por mi pecho.

Parada en medio de la cocina me seguía preguntando que fue todo eso, ¿Todo fue parte de mi imaginación? probablemente y eso era lo que más deseaba, porque si era un intruso que intentaba robarnos podía regresar para finalmente lograr su cometido.

Tras darle un par de vueltas a lo sucedido, me consolé pensando que todo estaría bien y que más tarde le pediría a papá que revisara las cerraduras y les pediría cerrar todas las ventanas con seguro antes de ir a dormir. Después de todo, quién pensaría que en esta casa vieja habría algo de valor, si los techos aún no se venían a bajo era porque las maderas no estaban del todo podridas pero poco faltaba. Y no le deseaba el mal a otro vecino, pero en el vecindario habría gente con mejores propiedades.

Ya más tranquila decidí regresar a mi habitación y terminar de prepararme para ir a la escuela. Apagué cada una de las luces que encendí, caminé cuidadosamente tratando de no tropezar con algún mueble que se encontrara de paso, extendí ambas manos para tratar de guiarme. Mis pies rozaron el inicio de las escaleras; éstas también estaban hechas de madera y debido a lo viejas que eran un gran crujido sonaba a cada paso que daba.

Me detuve en seco cuando los rechinidos se mezclaron con una respiración que por supuesto no era la mía. Mi corazón se aceleró nuevamente pero traté de procurar la calma.

Escuché cómo es que aquello se acercaba muy silenciosamente a mí y luego se detuvo.

Al escuchar su voz mi cuerpo volvió a estabilizarse. Era Ernest, mi hermano.

—¿Qué haces a estas horas despierta?.

—¿Qué hago a estás horas despierta? —me giré quedando a un escalón por encima de él y de frente— les grité, a papá y a ti porque ví una cosa extraña allá afuera, y además son casi las seis de la mañana y entro a las siete.

—Yo no escuché nada —dijo extrañado y con cierta sorpresa— ¿Cómo que viste una cosa extraña? ¿Por qué saliste? ¿Te das cuenta de cuan peligroso fue haber salido sola?

Aún en la oscuridad vi su expresión preocupada.

—Sí me dí cuenta y por eso traté de avisarles antes de salir y al parecer ninguno de ustedes dos escuchó, esa ya no es culpa mía.

—Papá no durmió aquí, pero como sea, hubieras gritado de nuevo o hasta que te escuchara, no lo vuelvas a hacer, no estuvo bien.

—Entiendo tu punto pero no pasó nada, fue quizá un malentendido y era algún animal —crucé los brazos— no hubo peligro, agradezco tu preocupación pero ahora ya déjame tranquila.

Ni siquiera estaba completamente segura de que no había ningún peligro pero en realidad sí pudieron haber sido aves o algún otro animal, eso no explicaba el destello pero eso pudo haber provenido de la calle.

—Bien —dudó— ahora vuelve a la cama porque nos llegó un mail —sacó su celular del bolso, la pantalla se encendió y en ella se mostró un mail, era un comunicado emitido por la escuela pidiendo a sus alumnos presentarse a las ocho de la mañana, una hora más tarde de lo habitual.

Extrañada me pregunté que había sucedido ya que en poco más de un año que llevaba estudiando ahí nunca lo habían hecho, supuse los profesores darían la razón o las paredes hablarían, los chismes se propagan tan rápido.

Regresé a mí habitación, al entrar encontré unas cuantas hojas de los árboles esparcidas por el suelo. El ventanal lo encontré cerrado aunque no recordaba haberlo hecho yo. Entonces encendí las luces y me aseguré que no hubiera nada raro y que todo estuviera en su lugar, revisé el baño, el armario y también debajo de la cama. Afortunadamente todo estaba en orden, probablemente yo había cerrado el ventanal y por la adrenalina ni siquiera podía recordarlo.

Más tarde, camino a la escuela, Ernest insistió con lo sucedido en la madrugada.

—Aunque asegures que todo está bien y que lo que pasó fue una confusión necesito saber qué fue exactamente lo que viste y no dejaré de insistir hasta que lo digas —dijo Ernest antes de tomar camino hacia su salón.

No es que estuviera evitando contestar preguntas sobre lo que ocurrió, sólo estaba esperando a que Ernest, papá y yo nos encontráramos reunidos para poder comentarles lo que sucedió.

—Lo haré cuando lleguemos a casa y papá también esté presente —le respondí— pero vuelvo a repetir que no hay nada de qué preocuparse así que no hables antes con él, quiero hacerlo yo. Y voy tarde a clase así que hablamos después.

La clase estaba por comenzar, debía darme prisa antes de que los pasillos se inundaran de gente y correr fuera imposible.

Al acercarme al salón ví afuera del salón a casi todo el grupo y entre ellos Helena y Franc, mis dos mejores amigos, cuando ví sus caras noté cómo estaban en completo shock y no solo ellos, todos los demás parecían no creer lo que había sucedido.

GuardiánWhere stories live. Discover now