Ruidos extraños

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—Lo siento, lo siento, lo siento —repetí mientras me debatía si acercarme a él y ver qué tan fuerte había sido el golpe, porque una cosa era segura, toda esa adrenalina que había sentido hace unos segundos atrás la deposité en ese golpe— escuché ruidos extraños, me asusté, salí, no vi nada pero luego apareciste detrás mío —expliqué apresurada

—Está bien —respondió mientras se sobaba la mejilla— fue culpa mía

Poco a poco me acerqué a él para ver la zona en la que le di el golpe.

—Cierra los ojos —le dije antes de iluminar directamente su cara con la linterna del celular, él obedeció y enseguida quitó su mano de su rostro para que pudiera observarlo mejor— de verdad lo siento —dije de nuevo al ver que el anillo que traía en el dedo índice le había dejado una pequeña marca que se tornaba de color rojo

—Es lo que gané por el susto que te di —sonrió levemente— soy quien se tiene que disculpar.

Alejé la linterna de su rostro para que pudiera abrir los ojos a la par que daba unos pasos hacia atrás para mantener una distancia oportuna.

—Acepto tus disculpas, pero por favor acepta las mías, esta es definitivamente la peor forma en que me he presentado —dije apenada.

Otra angelical sonrisa apareció sobre su rostro, entonces extendió la mano para tomar la mía y presentarnos con formalidad.

—Te disculpo —dio un muy suave apretón a mi mano— soy Dan, supongo que ya lo sabes porque...

—Sí, te recuerdo —contesté con rapidez para que no se viera obligado a dar una explicación— yo soy Ariana o Ari o también Aria, como sea está bien —mantuve la sonrisa mientras apartaba mi mano de la suya.

—Ari será.

—Bien, entonces ¿te parece si entramos? —dije cuando el silencio comenzaba a hacerse presente.

—Por supuesto, ahí está mi hermano y debe estar esperándome.

Nos dirigimos hacia la entrada principal, Dan se mantuvo atrás de mí mientras buscaba las llaves y las insertaba en el picaporte. Sentir su mirada en cada uno de mis movimientos me hizo sentir extrañamente nerviosa e incapaz de ejecutar una acción tan fácil como abrir la puerta. Finalmente cuando la puerta se abrió sentí la calidez del interior golpear mi rostro.

—Adelante —le indiqué con amabilidad.

—No, por favor —me respondió indicando con su mano que yo entrara primero.

—Gracias —respondí mientras me adentraba y me quitaba el suéter que estaba completamente sucio por haber estado metida en medio del polvo de la cochera.

—Yo cierro —dijo Dan antes de que me adelantara a cerrar la puerta

Me preguntaba si Dan llevaba mucho tiempo en casa, porque no había escuchado que hubiéramos recibido visita, quizá la música que había estado escuchando me había impedido oír cualquier ruido.

Me acerqué a las voces que salían de la sala, por supuesto una de esas voces era la de Ernest que se encontraba muy ameno conversando con Adrien, ambos estaban sentandos en los sillones, uno en cada extremo de la sala, al mismo tiempo dirigieron sus ojos hacia nosotros, primero a Dan y luego a mí, enseguida pude notar la confusión de ambos al ver la mejilla roja de Dan.

—¿Qué pasó? —preguntó Ernest al mismo tiempo que se levantaba de su asiento— Por qué tienes ese golpe? —Dan y yo nos volteamos a ver, esperando que alguno respondiera primero.

—Fui yo —admití muy apenada.

—Pero fue totalmente mi culpa —objetó Dan— no importa estoy bien, pero, al menos sé con quién no me debo meter —dijo en tono de burla.

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