Parte sin título 17

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Estaba quieto en su lugar y con la cara pálida como si le hubiera sorprendido mis palabras.

-Có-cómo?...-Dijo en un susurro, se aclaró la garganta, volvió a tensarse y puso la cara seria.-No te engañes corderito, ahora dame las pastillas.

-Ya te he dicho que no te las voy a dar, son para la cabeza gilipollas.-Dije poniendo los ojos en blanco.

-Tu nunca me mentirías verdad corderito?-Negué con la cabeza. -Sabes que eso no sería bueno...

-Bueno Alex, a que has venido?-Dije cansada.

-Quería pedirte perdón.

Abrí mis ojos de par en par.

-Qué?...

Dije en un susurro.

-Sí, ya sabes... por lo de esta tarde.

Dijo mientras se pasaba las manos por la cabeza.

-E-está bien, pero ya ha venido Dylan a decírmelo. Ahora si no te importa tengo que ir a dormir.

Dije cogiéndolo por el brazo y llevándolo a la entrada.

-Vas a dormir ya?

-Sí y ahora fuera.

Una vez cerrada la puerta me dispuse a coger el teléfono y a enviarle un mensaje a Dylan.

De: Ariadna.

Acaba de venir Alex a casa pidiéndome perdón.

No pasaron ni dos segundos cuando su respuesta llegó.

De: Dylan

Enserio? Wow es la primera vez que le pide perdón a alguien... que extraño.

Me fui a la habitación sin responderle me metí en el lavabo y comencé a llenar la bañera de agua caliente, le puse un par de bolitas de sal de baño con olor a vainilla y me metí dentro después de haberme sacado la ropa.

Después de eso solo me metí en la cama con una trenza de espiga en el lado derecho de mi cara y me dejé llevar por Morfeo.


(...)


Me desperté a las siete en punto por culpa del puñetero móvil y la maldita alarma. 

Me levanté y me vestí con lo primero que vi, una camiseta blanca un poco corta, unas mayas negras, un cárdigan granate, mi bufanda de cuadros y mis preciosas Vans blancas. 

Me hice la trenza de espiga otra vez y me maquille muy sutil, baje a desayunar una manzana y me hice un zumo de naranja.


Cogí mis cascos y mi móvil y me fui caminando con Artic Monkeys sonando en mis oídos, una vez que llegué, agarré mis libros y me fui a la primera clase.

 (...)


Al fin acabaron mis primeras clases y ya podía ir a comer, mi parte favorita del día por supuesto. 

Cuando entré en el comedor y cogí toda la comida que vi, me senté en la mesa con la rubia llamada Lucia o mejor conocida como (L), a secas. 

Vi a Paula venir con su comida en la bandeja y sentarse al lado de mí.


-Ari!- Me gritó en el oído alargando la i.


Es él, estoy segura.Where stories live. Discover now