Capítulo 13

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—Eres la peor mejor amiga de la historia —la voz arrastrada de Jeremiah inunda mis oídos mientras que busco la salsa picante en la despensa de la cocina del apartamento donde vivo.

Una sonrisa se dibuja en mis labios y no puedo evitar rodar los ojos al cielo.

—Eres el hombre más dramático de la historia, ¿sabías eso? —Digo, en voz alta, para que sea capaz de escucharme desde la sala.

— ¡Deberías estar aquí besuqueándote conmigo! —Exclama, con fingida indignación y una risotada brota de mis labios. Soy capaz de escuchar cómo ríe de vuelta antes de que agregue—: Ya en serio, debería estar bebiendo tu peso en alcohol conmigo.


Mi sonrisa se ensancha aún más y niego con la cabeza al tiempo que localizo la botella y la bajo del lugar donde se encuentra. Entonces, tomo el contenedor lleno de palomitas de maíz que he hecho en el microondas y me encamino hacia la sala.

La imagen de Jeremiah recostado con aire desgarbado en el sillón para dos personas con una botella de cerveza entre los dedos, hace que mi estómago se retuerza. No puedo evitar que el recuerdo de mi padre bebiendo hasta la inconsciencia invada mi cabeza.

Trato de apartar la sensación de malestar que esto me provoca y me obligo a continuar mi camino para dejarme caer a su lado. Entonces, empujo su pie lejos para acomodarme mejor.

Acto seguido, quita el trasto con botana de mis manos y lo coloca sobre su estómago para tomar un puñado del contenido y echárselo a la boca.


— ¿Ya vas a contarme qué pasó con Emma? —Pregunto, mientras que tomo la lata de refresco que dejé en la mesa de centro de la sala antes de levantarme a preparar palomitas.

No puedo evitar mirar de reojo los lugares donde la madera fue dañada debido al ataque de violencia que tuvo Harry aquella ocasión en la que se puso a arrojar cosas como un completo lunático.


Una punzada de dolor atraviesa mi pecho con sólo evocar la imagen del rostro del chico de las cicatrices. La traición aún quema en mi sistema, aunque sé que no debería sentirme de esta forma. He tratado de alejar de mí todos los pensamientos que tienen que ver con Harry y una mujer de nombre Paula, pero ha sido casi imposible hacerlo.

He pasado los últimos días intentando no darle demasiadas vueltas al asunto porque aún duele como el infierno, y tampoco le he dicho a nadie acerca de lo ocurrido aquella tarde. Ni siquiera a Jeremiah le he contado sobre todo el asunto que hay entre el abogado Douglas Schneider y Harry.

Tenía planeado contárselo todo esta noche; sin embargo, ha llegado medio borracho a casa diciendo que no quería volver a enamorarse nunca en la vida. Fue entonces cuando me di cuenta de que lo mío tendría que esperar un poco.


El silencio se apodera de la estancia en el momento en el que pronuncio el nombre de la chica y, de pronto, Jeremiah ha dejado de comer y de beber.

Su vista está fija en un punto en el suelo y su expresión se ha ensombrecido notablemente. Sé que está ansioso y preocupado, ya que no ha dejado de morderse la boca. Sus dientes están casi masacrando su labio inferior. Está mordiéndose con tanta fuerza, que toda su boca luce irritada y lastimada.


—Sabes que puedes contarme —lo animo un poco, sólo porque sé que está renuente a contarme. Entonces, me mira a los ojos.

MONSTRUO ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora