En el bosque

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DIPPER

—Hoy fue un día agotador —susurré, sentándome en el suelo frente a la estatua como todos lo días, mirándola fijamente—, Mabel intentó volver a convencerme de que su novio no era tan malo pero, vamos, es Robie, obviamente es malo.

Mantuve mi linterna encendida entre mis manos, esperando, como si estar ahí pudiera hacerlo aparecer.

—No sabes cuántas veces he intentado invocarte, una y otra vez, desde que no funcionó intenté cambiar el conjuro, Ford me ha ayudado con eso, gracioso, ¿no crees? Ford me ayuda a invocarte.

Mordí mi labio y aparté la mirada, quizá deba irme, seguir haciendo esto es estúpido luego de aceptar que no volverá. Duele, duele como si estuviera quemándome vivo.

—Luego de tu ida comencé a salir con Pacífica, fue lindo pero no era suficiente, siempre la vi más como una amiga que como otra cosa —me levanté para hincarme, empezando a acercar mi mano a su rostro—. Te amo, Bill Cipher, y siempre lo haré, no sabes cuánto-

—¿Dipper?

Juraría haber sentido como mi corazón se detenía al escuchar mi nombre provenir de alguien detrás de mí, mis ojos se llenaron de lágrimas al instante y me negué a voltear. Era obvio que se trataba de otro engaño de mi mente.

—No estás aquí —dije con un hilo de voz, temblando y alejando mi mano de la estatua—, no estás aquí, estoy escuchando cosas de nuevo, no estás aquí.

Susurros que no logré escuchar con claridad comenzaron a llegar a mis oídos, con el cuerpo tembloroso me levanté y me giré, dispuesto a enfrentar la realidad y culpar al sueño de el vacío a mis espaldas. Pero no estaba vacío.

—¿Bill? —mi voz tembló y mi corazón se estrujó, mi novio que creía muerto estaba de pie a unos metros de mí.

—Hola, Pino —rió, soltando varias lágrimas que resbalaron por su pálido rostro, oscurecido por la noche—, ¿me extrañaste?

Inmediatamente salté a sus brazos y me eché a llorar, no podía creerlo, él estaba ahí, aún después de cuatro años, después de perder la esperanza, Bill estaba ahí.

—¿Dónde carajos estabas? —sollocé, negándome a soltarlo.

—¿Qué lenguaje es ese, Dipper? —volvió a reír, correspondiendo el abrazo con fuerza.

—Ya no tengo doce años, tonto —me separé para tomarlo de las mejillas, una enorme sonrisa adornaba mi rostro—, te amo tanto.

—Dipper —su expresión cambió y su agarre se volvió flojo, el temor y la confusión me atacaron de inmediato—, yo-

—Debes ser el "Pino" del que Bill tanto habla —volteé levemente hacia la derecha al escuchar la voz de un desconocido, se trataba de un peculiar chico castaño, ni siquiera lo había notado—, al fin nos conocemos.

—Sí —solté seco, algo en él me daba mala espina, vamos, no es como si viera a un sujeto con astas y ropa de gnomo todos los días, además de que llevaba una lámpara de aceite, ¿puede haber algo más raro que eso?—, ¿y tú quién eres?

—Soy su-

—¡Amigo! —voltee nuevamente hacia el frente al escuchar como lo interrumpía—, su nombre es Wirt, lo conocí en prisión.

—¿Prisión?

—Es una historia bastante larga en realidad —me tomó de las manos y volvió a sonreír, mirándome como si intentara calmarme. No planeaba hacerlo mientras ese chico siguiera cerca—, te contaré todo luego, por ahora necesitamos donde escondernos.

—¿Esconderse? —hice una mueca.

—Puede que hayamos huido de una celda —rió con evidente nerviosismo—, por eso no debemos quedarnos aquí, debemos irnos.

—Vale —dije luego de soltar un largo suspiro—, volvamos a la cabaña, ahí hablaremos con Ford y resolveremos el problema en el que se metieron.

Emprendimos el camino rumbo a la cabaña en total silencio, mi mirada se desviaba del frente a Bill, de Bill al tal Wirt. Estaban sospechosamente cerca. Luego de varios minutos tuvimos que detenernos, no tenía ni la menor idea de dónde estábamos.

—Nos perdimos, ¿cierto? —reviré los ojos mientras me daba la vuelta para mirar al otro, el sujeto mantenía una mirada completamente neutra, llegando a lo aterrador—, lo lamento, es culpa mía, creo que mis poderes no se fueron del todo.

—¿A qué te refieres? —Bill miraba sin decir nada, como si estuviera esperando el momento preciso para intervenir.

—Greg necesita aceite —levantó su lámpara. Genial, ahora estoy perdido en el bosque con un lunático que llamó Greg a un objeto inanimado—, por lo tanto, necesito almas perdidas, almas humanas, ¿sabes lo que significa?

—Wirt, no. —vaya momento inoportuno de interrumpir, lástima que nadie esté prestándole total atención.

—La Bestia te ha elegido, tu desesperanzada alma me pertenece. —volvió a bajar la lámpara, causando que un terrible escalofrío recorriera mi cuerpo.

Tragué con dificultad, sin poder apartar la mirada de sus ojos multicolor, el silencio me aplastaba y me impedía respirar. Luego de un rato Bill se metió, ayudándome a dejar de mirar. Bajé la mirada mientras él hablaba con su amigo.

—Wirt, no vas a llevarte el alma de Dipper —susurró lo suficientemente alto como para que yo pudiera oírlo.

—Bien sabes que no es culpa mía, Greg lo eligió.

—No culpes a tu hermano de esto, Wirt.

—Tarde o temprano tendría que pasar, ¿acaso no quieres recuperar tus-?

—Cierra la boca, prometiste no hablar de eso.

—Creo que este es el momento en que nos separamos —volví a levantar la mirada al escuchar eso. ¿Se va?—, dado que el lindo demonio no está de acuerdo con que te convierta en árbol, tendré que encontrar a alguien más.

Se giró hacia Bill, tomándolo de la cintura para luego darle un demandante pero rápido beso en los labios, como si estuviera proclamándolo suyo, como si quisiera echarme en cara que mi ausencia en su vida había afectado más de lo que podría llegar a imaginar. La ira me obligó a volver a apartar la mirada, aguantando el llanto, hasta que oí un "te amo" y sus pasos al alejarse.

Me di media vuelta y caminé a paso veloz rumbo a casa, ahora que se había ido pude ver con claridad el camino. Estaba molesto, demasiado, tenía unas terribles ganas de llorar.

—Dipper —me detuve al sentir como me sujetaba del brazo, conteniéndome para no darle un manotazo—, te explicaré todo luego, ¿ok?

—Creo que quedó muy claro, ¿no? Seguiste tu vida sin mí en ella, lo entiendo.

—Dipper, solo déjame explicarte —lo miré, las lágrimas ya me habían ganado—, por favor.

—Vale, solo... quiero ir a casa.

Locura Pura (Bad End Friends)  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora