La estrella y el Pino

6.3K 525 208
                                    

DIPPER

Pequeñas y rápidas gotas caían rítmicamente sobre el techo de madera mientas Mabel y yo nos encontrábamos sentados en el pórtico, admirando la lluvia. Todo ha sido tan tranquilo desde que Bill desapareció, sin peligros, sin miedo, al menos a Mabel le alegra, ahora con 22 años tiene los problemas que cualquier joven normal de su edad tendría, ¿y yo? Realmente no sé qué hago con mi vida. Seguimos regresando cada verano y mi único deseo es lanzarme a mi cama y dormir, con la esperanza de encontrarlo en mis sueños, con su típica sonrisa y su frase cliché: "¿Me extrañaste? Admítelo, me extrañaste". Cada noche en vela, cada amanecer hasta volver a casa, cada una de esas cosas van asesinando mi fe en volver a verlo, tocarlo, volver a abrazarlo y besar esos labios que me encantaban, él me encantaba. Poco a poco comienzo a dudar si ese demonio alguna vez existió.

—¿En qué tanto piensas, hermanito? —mi hermana acariciaba a su ahora grande y (bastante) gordo cerdito, sonriéndome con ese cariño habitual.

—En nada importante.

–No sabes mentir, Dipper, se muy bien en que piensas —la miré sin cambiar mi expresión, siendo sincero, no tenía ganas ni de estar sentado en ese lugar—, sé que es algo duro haber peleado contra Bill y luego perderlo de esa forma, lo sé, en serio, somos gemelos y sabes que te comprendo, aún así, han pasado cuatro años, ¿no crees que deberías intentar algo con otra persona?

—Ya lo he hecho, lo sabes —murmuré.

—Quizá las chicas no son lo tuyo, tu única relación seria y duradera fue con un varón.

—Quizá... —volví la vista al bosque, intentando encontrar sus ojos de ángel entre los árboles— Quizá tengas razón.

—Siempre la tengo, Dippy —rió un poco—, los tíos salieron al pueblo, Soos está de luna de miel con su esposa, estamos solos, quizá sea buena idea desahogarte, Pato no te juzgará —apretó el rostro del cerdo, besando su trompa—, ¿cierto, mi amor?

—Odio lo que me está pasando, me duele, ya ni siquiera sé si mis recuerdos son reales, perdí a mi novio luego de creer que lo conocía como a la palma de mi mano y- —me obligué a callarme, si seguía parloteando mi voz se rompería y mis lagrimas caerían, no quería eso.

—Respira, todo estará bien —mis ojos estaban nublados por las lágrimas, ni cuenta me di de cuando se había levantado para abrazarme—, respira, respira.

—Lo extraño tanto, Mabel, lo extraño, necesito que vuelva —correspondí su abrazo con fuerza, sintiendo nuevamente todos esos sentimientos negativos que me invaden cada vez que volvemos a Oregón.

—Todo estará bien, Dippy, lo prometo —sentí sus labios aplastarse en mi frente mientras se sentaba inocentemente sobre mí, con las piernas cerradas, juntas hacia mi costado izquierdo (¿acaso creían que mi hermana se abriría de piernas para sentarse sobre mí?)—. Bill volverá y en unos años nos reiremos de esto. Tú, Bill, un par de modelos de trajes de baño, yo y una palapa en Cancún, ¿a qué no suena fenomenal?

—Suena fenomenal —reí al escuchar "modelos de trajes de baño", dejando caer mis lágrimas—. Gracias, May.

—No es nada.










—Oye, Dipper. —Bill se encontraba recostado en el suelo, apoyando su cabeza sobre mis piernas mientras me miraba jugar con su cabello.

—¿Sí, cariño? —contesté con una sonrisa. Amo tenerlo tan cerca, pasar momentos tan íntimos y tranquilos, justo como una pareja normal.

—Si llegara a, digamos, intentar dominar esta dimensión, ¿estarías a mi lado? —fijó sus enormes y profundos ojos en los míos, como si quisiera devorarme con ellos, en espera de una respuesta. De alguna forma su tono de voz tan inocente hizo que aquella pregunta pareciera tonta.

—Claro que sí, bobo —reí, obteniendo un mohín de su parte—, podrías hacer cualquier locura y eso no me haría dejar de quererte.

—¿Y de amarme? —miedo, el miedo en su voz me partió el alma.

—Mucho menos —dije firme.

Volvió a sonreír, levantándose para abrazarme por el cuello y besarme, sus labios siempre fueron suaves, dulces, sus besos eran el paraíso.











La noche cayó y el insomnio llegó con ella. Mabel dormía plácidamente en su cama, Pato a los pies de ésta, yo intentaba pegar el ojo en vano ya que las lágrimas me hacían imposible mi cometido.

Llorar en silencio se había hecho un hábito desde que Bill se fue, me culpo de todo, me pregunto tantas cosas, ¿por qué me tomé de juego su pregunta sobre la dominación de la dimensión? ¿Por qué no me quedé a su lado? Si mis sentimientos por él son reales, ¿por qué me arrepiento de todo hasta que lo he perdido?

El viento del bosque sacudía mi cabello mientras me sumergía en él, es mejor caminar que quedarme tirado en cama esperando el amanecer. Los grillos cantaban en la oscuridad a la vez que buscaba ese par de hermosos ojos observándome a través de ésta. El frío me golpeó cuando llegué a aquel sitio que tantas lágrimas me ha sacado, el lugar donde se encuentra su cuerpo congelado en el tiempo, sonriendo como siempre, extendiendo su mano derecha directo a su perdición.

¿Acaso está muerto? ¿Está atrapado en esa cárcel de piedra?

Acaricié sus frías mejillas y mi rostro se empapó de nuevo, mi corazón dolía, dolía tanto como si lo apretaran y le impidieran latir.

—Deberías estar dormido.

Me sobresalté, soltando de inmediato la estatua para voltear hacia dónde provenía aquella voz, con vergüenza sequé mis lágrimas y permanecí en silencio, luego de unos segundos el tío Ford se sentó a mi lado en el suelo lleno de barro.

—¿Vienes seguido? —asentí, si hablaba volvería a llorar—. Bill era un demonio brillante, muy brillante, aún recuerdo cuando trabajábamos juntos, era una experiencia fantástica, él era un sujeto fantástico, ¿no crees?

Apreté los labios mientras volvía a asentir, permitiéndoles a mis lagrimales soltar todo su dolor. Me abrazó por los hombros con su brazo derecho y me pegó a él, intentando consolarme.

—Sabes que hicimos lo correcto, ¿cierto? —asentí, por tercera vez—, me hubiera gustado que nada de eso pasara pero Bill no nos dio la oportunidad de negociar.

—Si hubiera aceptado su mano hubiera tenido la oportunidad de cambiar su parecer —hablé entre llanto, comenzando a sollozar sin poder detenerme, su agarre en mi hombro se hizo más fuerte—, pude evitarlo todo, p-pude...

Era doloroso al grado de no poder respirar, mi tío solo me abrazaba, repitiendo que todo estaría bien y que yo era fuerte, que lograría pasar por eso, que no estaba solo.

Aunque sin Bill me sentía el ser humano más solitario del planeta.

Locura Pura (Bad End Friends)  Tahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon