Capítulo 20

120K 18.6K 8.2K
                                    


-------


Estoy sobre mi cama envuelta en al menos tres sábanas. Tengo frío. Y también me gusta pensar que los hilos de algodón me protegen del mundo allá afuera.

Hoy le pedí el día a tía Inés y me di a la tarea de revisar los borradores de las novelas que empecé a escribir pero ignoré después de teclear mil palabras.

Intenté escribir sobre chicos rebeldes que se enamoran de chicas tímidas.

Intenté escribir sobre profesores que se obsesionan con sus alumnas.

También intenté escribir sobre hombres importantes que aprender a ver la belleza interior de alguna mujer entre el montón.

Sin embargo, hoy todo me resulta tan... irreal. Siempre he tenido claro que a alguien como yo no le suceden ese tipo de cosas, pero soñaba... Yo soñaba. Y Dios sabe que escribí esas historias imaginando que algo así me sucedería a mí.

Ilusión. Los escritores de novelas románticas como Alexander Donoso venden ilusiones a mujeres como yo.

¿Ahora dónde encuentro un hombre tan maravilloso como el Señor Darcy? Te odio, Jane Austen.

Miro mi teléfono, Vanesa me está llamando...

—¿Ya te suicidaste?

—Si me hubiera suicidado no te hubiera contestado, duh —Intento limpiar mi nariz. Me odio por estar llorando.

—No sé. Quizá eres tú desde el más allá, atormentándome con algo tipo Vanesa, haz dieta... haz dieta...

Pongo los ojos en blanco. —Te he dicho que no necesitas contar calorías.

—Carolina, Marco prefiere los espárragos en vez de un buen pedazo de carne. A veces pienso que en su vida anterior fue vegetariano —Un nuevo sollozo que no puedo disimilar—. Oh, Dios, ¿sigues llorando por Donoso?

—Sé que es estúpido...

—¿Donoso? Sí porque...

—No, llorar por él.

—Ah. Pero te lastimó.

—Aunque no comprendo por qué —Acomodo el teléfono móvil en mi oreja y abrazo mi almohada.

—A ver. Dijo que es tu amigo.

—Sí.

—Aunque si un amigo te hace eso... no sé. Al menos yo simplemente me enojaría y le enviaría un mensaje de texto diciéndole que es un pendejo. Pero creo que lo tuyo va más allá.

—No sé, Vanesa... No sé nada —Quiero asfixiarme con mi almohada.

—A lo mejor te enamoraste.

No, Dios, por favor...

—No.

—¿No estás enamorada o no quieres estar enamorada? Ya sabes, ser o no ser...

—Tú sabes que Adrián me lastimó. No físicamente, pero... —Duele decir esto— jamás me tomó en serio.

Adrián me dejó por una chica más social y divertida que yo. Una amiga coqueta  de la universidad que yo tuve la mala idea de presentarle.

—Adrián era un pendejo. Donoso también, pero al menos es escritor. Piénsalo.

Como si Alexander no tuviera más opciones que Carolina Navarro. Pero Vanesa tiene que decir ese tipo de cosas por ser mi mejor amiga.

Carolina entre líneas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora