Capítulo 38

118K 19.1K 7.7K
                                    

:)

------------------------------------------------------

—Tú aquí —digo, sensible.

Daniel está de píe a pocos metros de mi. Hemos pasado por tanto que tengo miedo de que esto sea un sueño.

—Hola —me saluda. Está intentando sonreír, pero puedo ver que se siente cohibido.

Tenemos de público: mi madre, mi tía,  mi hermana y mi mejor amiga están a la expectativa. 

—Oh, por Dios —escucho que musita Vanesa.

La comprendo. 

Muchas veces tratamos de imaginar cómo se vería Alexander Donoso, pero poco consideramos que se pudiera tratar de un joven apuesto. Porque a diferencia de las fotografías de los periódicos, ahora Daniel luce sereno y descansado.

—Ven, Carolina —me llama, poniéndome más emotiva. En persona su voz suena más dulce y verlo delante de mi me provoca fascinación. 

Quiero acercarme. Necesito correr a sus brazos y abrazarlo, pero temo asustarlo. Me siento tan emocionada que podría comérmelo a besos.

Él tampoco intenta acortar la distancia entre nosotros, pero puede que sea porque intenta ser cuidadoso frente a mamá y Natalia. Soy yo la que tiene que dar un paso adelante. 

—¿No vas a saludarlo? —me pregunta tía Inés. La miro sin comprender—. Niña, durante años te he escuchado dar monólogos sobre lo genial que es Alexander Donoso. Al menos salúdalo —me anima.

Asiento. Entonces camino hacia él. Mis pies pesan un poco... Es sólo que nunca creí merecer un Daniel.

—Si no terminas de venir iré por ti y no será bonito —me adiverte él, sonriendo. Sin embargo, mi madre hace mueca—. Perdón, señora —le dice él—. Sí será bonito. Lo prometo, será bonito.

Sonrío de oreja a oreja. Daniel extiende hacia mí su mano derecha, buscando que la tome, pero yo prefiero abrazarle.

Ahora mi cabeza descansa sobre su hombro.

Imaginé tantas veces este momento. Al final nuestro primer encuentro no fue en medio de algún drama. Es simplemente perfecto. Que en mi lápida se escriba "Carolina murió de dicha". 

Todavía abrazados sus cálidos ojos buscan los míos.

—Señorita Navarro —dice, y aparta un par de lágrimas de mis ojos—. ¿A quién quiere conocer? ¿A Alexander Donoso o a Daniel?

—¿Acaso hay diferencia?

—Sí —dice él—. A Donoso le quieres pedir un autógrafo, pero Saviñon, primero, te quiere dar un beso... muchos besos, en realidad.

—Qué cuchi —escucho adular a Vanesa.

No obstante, sé que mi madre tiene cara de limón y Natalia se quedó sin palabras.

—Entonces quiero conocer a Daniel —pido. 

Así, me besa... haciéndome más feliz que nadie antes. El beso de Daniel es tierno y protector. Me pregunto si todavía teme perderme. Me esforzaré en demostrarle que eso jamás ocurrirá. 

—Bueno, entremos —dice tía Inés, interrumpiéndonos con su personal toque de delicadeza.

—Pero si estaba tan entretenido el espectáculo —dice Vanesa. 

Yo me coloco a la par de Daniel. Él toma mi mano.

Me madre se muestra dudosa. —Pero...

—Es el novio de tu hija —nos defiende mi tía y le vuelve a pedir a Daniel que entre con nosotros a nuestra casa.

Carolina entre líneas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora