Capítulo 4

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Narra Omnisciente

Que fácil cambias de opinión —dice la voz.

— Vete a la mierda. —dice Mía enojada.

Si mal no recuerdo, ayer decías que serías fría y todo eso —dice la voz burlona.

— Ya no quiero oírte —dice Mía desesperada.

Bien, me iré pero te aseguro que en menos de lo que canta un gallo pedirás a gritos que te ayude.

Parte de la mañana no había hecho nada Mía hasta que recibió una llamada, una que no la esperaba en su vida. Se encontraba caminando hacía la dirección dada y no es que tuviera nervios de lo que iba a hacer, le ponía nerviosa ver esas caras en las que confío una vez.

— Me alegra verte —dice una pelirroja.

— Lo mismo digo, Katia —dice Mía a su amiga por años, una de las únicas que siempre la apoyó.

— Ven, ya están la mayoría aquí —le avisa.

La sala de la casa de su amiga estaba llena por algunos antiguos amigos o sus supuestos amigos.

— Pero miren a quien tenemos aquí, Mía —dice fuerte Nicolás, uno de sus supuestos mejores amigos.

— Ves mi cara de felicidad por verte —dice Mía seria.

— Auch, no te he superado sabes —dice él con cara de 'créeme'.

— Te lo dije antes, no estoy interesada por algún tipo de relación —le recuerda Nicolás.

— Lo sé, fue culpa del imbécil de Tomás —dice frustrado.

— Ya lo supere pero todavía hay sentimientos encontrados —dice Mía viendo a los demás.

— Es un tonto por no valorarte —dice serio.

— Ya no hablemos de él —dice fría.

— Hablando del rey de Roma —dice Nicolás viendo en la entrada.

—Y a que estamos todos, solo quiero decirles que los reuní aquí para informarles algo muy importante. —Hace pausa Katia— Me iré del país y solo quería despedir a los que quiero tanto.

Todos aplauden como locos y Katia solo ríe. Luego todos se sientan en rueda.

— ¿No les parece divertido? —pregunta Mía.

— ¿Qué cosa? —dice por primera vez Tomás.

— Esto es como America Pie: El reencuentro pero nosotros somos una bola de hipócritas. No sé porque algunos están aquí, creo que aquella vez fue lo suficientemente claro para saber quiénes eran del grupo y quiénes no. Me caga la vida que vengan aquí a dar su asquerosa cara cuando la verdad no les importa una mierda si Katia se va o no. Lo siento Katia pero sabes muy bien que esta gente que está aquí son unos hipócritas....

— ¿Qué haces aquí entonces? —interrumpe Hellen, una examiga.

— Katia siempre fue mi amiga y créeme, ella no merece estar rodeada de personas como ustedes. No quiero recordarlo pero por favor, un amigo se preocupa por los demás ¿Acaso alguno se preocupó por otro en todo este tiempo? —todos se mantenían callados— Si como no, ahora le digo a todos 'los extrañe todo este tiempo' me imagino a cada uno de ustedes hablando mal de otro. Qué fácil es cambiar de a otra persona —Mía dirigió la mirada a Tomás— Lo siento Katia por arruinar esto, me tengo que ir —dice apenada por su amiga y sale de la casa.

La frustraba ver como el imbécil de Tomás seguía siendo el mismo idiota por alguien que nunca lo quiso, tal vez quería a Harry pero Tomás había marcado gran parte de su vida.

— Mía, espera —escucho un grito.

— Lo que me faltaba —dijo en susurro.

— No tienes que irte —dijo la voz.

— No me agrada estar ya con ustedes —dice ella con evidente enojo.

— Sobre lo que dijiste, yo nunca te cambie —dijo Tomás y eso fue una punzada en el corazón de Mía.

— No me hace falta tus estúpidas palabras, me has dejado en claro ya hace mucho tiempo lo mucho que te importaba y te lo digo, soy una persona con sentimientos —dice con enojo pero a la vez tristeza.

— Yo nunca quise que pasará eso —dice con arrepentimiento

— Pensé que era tu mejor amiga, pensé que nos contábamos todo. Acepte todo lo que decía de mí tu ahora ex novia para que tu solo me hicieras de lado e irte con otra que ni siquiera se respeta. Me dolió ver cómo le confiabas todo a ella, a Laura, ella logró hacerme a un lado para quedarse con tu confianza. Cuando supe que te veía de otra forma, me sentí devastada, ver que ella si te tenia y yo no era doloroso. Yo me llegue a enamorar de ti y a pesar de que nos distanciamos, esa vez tenía la esperanza de que volvieras a ser mi amigo. Esa vez que te dije que me gustabas pensé que iba a cambiar algo hasta que dijiste un simple 'gracias por ser sincera' eso hizo que todo mi mundo se cayera. Me enteraba por otras personas como le decías princesa a Laura, pase semanas triste y sin ánimos, llegue a ser la persona más pesimista a lo que era. Tal vez exagere y me vea como si te rogara por algo pero no, eso no es el punto. Te espere— hizo una pausa, lágrimas salían de sus ojos y no paraban, su voz sonaba tan rota — te espere, joder, fui una maldita masoquista. Pensé que volverías a ser él que eras antes, pensé que reiríamos como antes, pensé que nos contaríamos las cosas como antes, pensé que hablaríamos sobre cosas de miedo y yo poder asustarte como antes, pensé que era importante como un día me dijiste, pensé tanto que cada día me iba hundiendo más en ese maldito sentimiento hacia ti. Cada vez que me acordaba de ti era doloroso, nunca fui lo suficiente para que te fijaras en mí. Me siento mal por toda esta mierda, joder, no puedo dejar de ser esa persona que ya no le afectan las cosas. Recibí apoyo de mis amigas pero no era lo mismo, yo quería que fueras tú el que me ayudará a superar todo. Pero conocí a nuevos amigos cuando me fui, me enamoré de alguien y creo que he vuelto a fallar, él tampoco me ve como alguien más que su amiga. Yo solo ya no quiero que siga doliendo esto. — dice Mía derramando lágrimas.

— Yo nunca quise que fuera de esa manera, siempre fuiste mi única amiga de verdad. Estaba tan cegado por el supuesto amor hacia ella que no me di cuenta de que te hacía daño y te alejaba de mí. Me arrepiento de todo lo que hice, si fuera todo como antes, no dejaría que sufrieras —dice abrazándose.

— Esto me duele y verte, me duele aún más. Verte me recuerda todo lo que pasamos y que se fuera la mierda. Es mejor que me vaya —dice separándose de Tomás.

— Lo siento —dice por último.

— Es muy tarde —dice ella.

Había sido mala idea ir a la reunión, le recordaba lo feliz pero a la vez lo infeliz que fue con cada uno de ellos. Los años habían pasado pero los recuerdos seguían ahí, antes de mudarse, Mía dio un giro total en su vida, ¿Cómo una enfermedad puede llegar a hacerte ver lo equivocada que estás?

Hace unos cuantos años Mía estuvo enferma, eran los ataques de ansiedad, faltó por un tiempo a clases. Fueron pocos de sus amigos que estuvieron con ella preguntando como se encontraba o mejoraba; su grupo de amigos nunca se dignó a preguntar si ella estaba bien o algo parecido, el momento en que ella se sintió bien, regreso, cuando ella volvió se dio cuenta que ellos la habían suplantado con Laura. Mía se sentía excluida de todos, acoplarse con ellos ya no era lo mismo, todos habían cambiado al igual que ella. Todo se había vuelto diferente, ella era más reservada mientras que sus supuestos amigos la ignoraban. Lo más doloroso fue que Tomás, su ex mejor amigo, la hiciera a un lado después de ser grandes amigos. Cuando se mudó, Mía era otra persona hasta que conoció a Harry, Gabriela y Alicia. Ellos la ayudaron a superar esos malos momentos. Tal vez era difícil lograr confiar de nuevo pero tenía que dar su esfuerzo para ello.

La tarde había transcurrido solitaria y silenciosa, Mía había pasado dibujando, algo que le ayudaba a mantener sus emociones controladas y en paz. Le gustaba estar sola con sus sentimientos dolorosos, eso hacía que ella misma se sintiera bien, hablar consigo misma era una manera de darse una oportunidad con ella.

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