Capítulo 14

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El hombre que se ha apoderado de los pensamientos de Arlet se encontraba saliendo del rio, se vestía con poca prisa y se sacudía el pelo mojado, sentía que lo observaban otra vez, una sonrisa maliciosa escapó de sus labios mientras se giraba a ver a Arlet quien asustada intenta salir corriendo, pero los gritos de él la detienen. La joven reina queda inmovilizada al oír su nombre.

—¿Eres la princesa Arlet? —la llama él aun vistiéndose.

Esto era lo que más deseaba y al fin sucedió, querer escapar era solo un engaño para sí misma, en su interior ella esperaba este momento, solo hay que desearlo para que suceda. Se mordió el labio y suspiró, él ya había terminado de vestirse y fue caminando hasta ella, aun no se había girado a mirarle hasta que llegó a estar frente a ella.

—Vine a darme un baño y como usted estaba aquí, decidí irme—mintió, miraba para todos lados tratando de evadir la mirada del hombre.

—Lo siento tanto su alteza, no se preocupe que ya no me vera más por aquí, ¿Dónde están sus doncellas? —preguntó extrañado al verla sin compañía, no es común ver a una reina sin escolta y sin sus doncellas.

—¡No!, tienes por qué dejar de venir, descuida, por hoy he decidido salir sola—aclaró, la sonrisa que dibujaban sus labios era imborrable, se sentía al igual que una niña pequeña.

El hombre la invitó a dar un paseo, sin titubearlo y ella, como era de esperarse lo aceptó, ambos se alejaron del río para sumergirse en el bello bosque de Kaná, él conocía perfectamente todas las entradas y caminos, Arlet para nada tenía el comportamiento de una reina, era solo una joven sencilla y también muy inocente, aun no tomaba mucha participación en el palacio lo que a su padre Argus le preocupaba un poco. No pasó demasiado tiempo para que aquel joven se gane la total confianza de la reina, era atrevido, conversador y simpático, Arlet no pudo evitar la forma en que este estaba vestido, no parecía un soldado o un trabajador común, llevaba un llamativo anillo en la mano izquierda y su rostro era fino y delicado, parecía ser de sobresaliente estirpe.

—¿Cuál es tu nombre? —preguntó ella, llevaban un buen tiempo conversando.
—Dugan, apuesto que nunca oíste de nadie que se llame así—le sonrió pícaro, Dugan tenía una mirada extraña y única, dejaba a Arlet sin aliento.

—Es un nombre muy bonito y la verdad no le oído antes, ¿de dónde eres? —también le sonríe, nota como Dugan la mira de arriba para abajo sin disimularlo.

—Soy hijo del rey Dugan Máximo de Heter, unas tierras un poco lejanas y he venido para tu ceremonia de coronación como invitado, llevo aquí varias semanas viviendo en una posada—responde con cierta altivez que Arlet no nota, ya era demasiado tarde para notar algo negativo en él, ella ya estaba hechizada.

—¿Es en serio? Imaginé que eras alguien muy importante al ver tu anillo y tus vestiduras, pero no un príncipe ¿Y cómo es que no te encuentras en el palacio como huésped?, todos los príncipes se encuentran allí y algunos ya se han marchado a sus tierras—Arlet está sorprendida, había conocido a todos los reyes y príncipes presentes el día de su coronación y a él no lo había visto, todo el relato le parecía tan extraño.

Dugan comienza a hablarle de Heter, una nación pequeña, donde habita la tercera parte de las familias que se marcharon por razones que él desconoce de la antigua Kaná, Arlet confiesa nunca haber oído de la existencia de ese país, desconocía prácticamente todo lo que estaba fuera de su tierra y sus asentamientos. Los minutos iban muy deprisa y no pasó demasiado para que Argus note la ausencia de su hija en el palacio, supuso que estaría de regreso del río ya que su doncella tampoco se encontraba, de igual forma le parecía muy extraño que vaya todos los días a darse un baño, no era normal en ella.

—Debo irme, mis deberes me esperan y por lo fuerte de este sol, creo que ya es muy tarde—dijo mirando al cielo, efectivamente ya era muy tarde, ya no son horas para tomarse un baño y sin recordar muy bien el camino de regreso, se negó a que Dugan la acompañe despidiéndose de él muy deprisa esperando volver a encontrarlo mañana, porque pensaba en volver nuevamente.

—Nos vemos mañana—sonrió con malicia viendo como Arlet se alejaba a pasos agigantados.

La Leyenda Del Trono BlancoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora